jueves, 16 de enero de 2025

El peso y la levedad

 
Retrato de un joven. Petrus Christus (1410-1472)


A menudo, el peso de las cosas no es más que la molesta gravedad de lo banal. 

Contra esta fatiga insustancial Italo Calvino anteponía el valor de la levedad.

Asisto a la monotonía de los atardeceres y a la unidad forzada de los vocablos e intento imaginar qué se esconde tras la opacidad de los velos. Quizá, medio oculta está la multiplicidad.

Anhelo el equilibrio de las piedras, la exactitud y el rigor y con ello poder pensar sin limitaciones.

22 comentarios:

  1. Ante hechos
    actuales , no
    solo políticos,
    muchos ,
    deberían tener
    encima ,el
    peso, tanto de
    la conciencia,
    como el de la
    consciencia .

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  2. Amigo Orlando, la banalidad es como una losa pesadísima que nos hace la vida imposible.
    Saludos.

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  3. Italo Calvino en el El Barón Rampante, nos habla de un barón del S.XVIII que se pasa toda su vida subidito en los árboles porque «quien quiere mirar bien la tierra debe mantenerse a la distancia necesaria». Pues me parece que a este paso no será tan mala idea imitar a ese barón. Esa distancia nos permitiría alejarnos, entre otras cosas, de la banalidad circundante (¡incluso del fútbol!, pero no solo de eso).
    Un abrazo

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    1. Amigo GranUribe, leí "Seis propuestas para el próximo milenio" de Italo Calvino, me gusto mucho. Entonces me entró la curiosidad por su obra aunque fuera de ficción y me propuse leer "El Barón Rampante" e inmediatamente me dije: cómo voy a leer una novela posterior a la ilustración, no, no y no; pero sucumbí, me leí ese "Barón" y quede encantado, ¡Qué magnífica actitud la de subirse a los árboles y mirarlo todo desde arriba!
      Subiremos a lo alto y seremos los nuevos estilitas.
      Abrazos.

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  4. Las palabras, esas sí que dan miedo si se banalizan:
    Holocausto, nazi, fascista, machista, progresismo, identidad...y muchísimas más que siempre están en la boca como medio para cortar una conversación, no para crearla.
    Si hoy preguntamos a una persona el significado de "fascista", ten por seguro que cuatro y el cabo sabrían decirnos que es lo que era, significó y diferenció del nazismo y del franquismo.
    Pero ya lo sabemos, todo aquel que no piensa como yo es: fascista.
    Un abrazo
    Salut

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    1. Miquel asistimos a una utilización de las palabras como si fueran un espectáculo, oímos discursos que son un dechado de desmesura, la incontinencia verbal se ha convertido en un ruido ensordecedor. Los adjetivos des-calificativos se están utilizando sin saber su significado. Todo esto Miquel es el signo de un tiempo de incultura y despropósitos, es el populismo de la lengua.
      Abrazos.

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  5. Estimado Francesc,

    Tu reflexión sobre la banalidad me ha llevado a pensar profundamente sobre cómo esta se ha convertido en un elemento definitorio de nuestra época. Cuando señalas que "el peso de las cosas no es más que la molesta gravedad de lo banal", tocas una fibra esencial de nuestro tiempo.

    Me resulta especialmente significativo cómo en tus escritos relacionas la banalidad con la arquitectura contemporánea, donde "la banalidad determina los diseños y la construcción de la ciudad" y todo se convierte en un "parque temático de vanidades". Esta observación conecta perfectamente con tu preocupación por la pérdida de sustancia en favor del espectáculo.

    Tu mención a Calvino y la levedad como antídoto resulta reveladora. No se trata de una levedad superficial, sino de aquella que permite elevarse por encima de la pesadez de lo banal para encontrar significados más profundos.

    Cuando hablas de "la opacidad de los velos" tras los cuales se esconde "la multiplicidad", me parece que señalas un camino de esperanza. Como profesor que ha buscado abrir mundos interiores en sus alumnos, entiendo tu anhelo por descubrir qué se esconde tras esa aparente uniformidad que nos rodea.

    Tu búsqueda del "equilibrio de las piedras" y el "rigor" me recuerda a la lucha contra la dispersión que mencionas en otros textos, donde "en la música y en la arquitectura que se produce hoy, solo vemos dispersión e individualismo].

    Como alguien que también valora la precisión en la fotografía y la literatura, comparto tu preocupación por encontrar ese equilibrio entre la levedad significativa y el peso de lo sustancial, evitando caer en "el hollín aceitoso de la banalidad".

    ¿No crees que esta búsqueda del equilibrio entre levedad y profundidad es más necesaria que nunca en estos tiempos de superficialidad mediática?

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    1. Amigo Joselu, la banalidad está inundando el lenguaje. La consigna, el panfleto, el ruido ensordecedor invaden los medios de comunicación y todo parece un populismo lingüístico.

      En cuanto a la arquitectura ya has visto que rechazo también todo este espectáculo banal que ha convertido la arquitectura en una especie de juego de bambalinas teatrales que no tienen en consideración el verdadero sentido y valor de la arquitectura, que es ese arte que nos procura el cobijo.
      Ha quedado aparcado el lema de Vitruvio: firmitas, utilitas, venustas (solidez, utilidad, belleza) y ahora parece que lo único que importa es el espectáculo y la vanidad.
      Creo que debemos considerar la multiplicidad de pareceres, haciendo un parangón con le tríada vitruviana: que sean sólidos, útiles y bellos. Estática y estética juntas.

      Quizá sea por deformación profesional, el caso es que siempre me he preocupado para que nada se desequilibre, no quiero que las cosas se caigan, ni las piedras ni las palabras. La búsqueda de equilibrio requiere esfuerzo, cálculo, proporción, reflexión, precisión y poner atención en lo que se hace.

      En efecto, creo que, en medio de tanto ruido mediático, necesitamos encontrar el equilibrio.
      Saludos

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  6. Nada más y nada menos que el equilibrio de las piedras, la exactitud y el rigor, Me sumo a ese deseo.
    Agradecida por tu comentario
    Saludos.

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  7. Me temo, mi querido FRANCESC, q lo banal, superficial e inteancentente, al igual q el consumismo, son como plantas invasoras q se nos enredan en todos y en todo sin poder evitarlo aún pretendiéndolo , así q sí, me temo q como no nos subamos a los árboles como ese barón del q habláis tú y el GU...o más q en monos, nos convirtamos en anacoretas aislados en una cueva o va a resultar una tarea imposible, aunq debo serte sincera , a mí no me seduce nada la idea de estar todo el día cubicando volúmenes de piedras, superficies o estructuras...además de q no sé, con el despiste q me gasto mis cálculos no traerían más q catastróficas desgracias, así q mejor perder el tiempo en banalidades intrascendentes sin provocar daños colaterales ; ) Feliz finde y un beso !

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    1. Querida María, la banalidad es invasora sobre todo cuando ya se fomenta desde las aulas, se refuerza en los medios de comunicación y todo se convierte en un espectáculo de risitas.
      Nuestro amigo Gran Uribe ha puesto una propuesta de autoprotección que me parece eficaz, cuidadín sin embargo en que no nos convirtamos en unos estilitas místicos. Mi propuesta es la del librepensamiento, acabar con los prejuicios, poner en cuarentena lo que nos suministran los medios de comunicación y tejer la red de la amistad.
      Abrazos mil.

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  8. Francesc:
    hasta las piedras acaban desgastándose, rompiéndose, convirtiéndose en arena...
    Me hace gracias el peinado del señor del cuadro. ¡Muchos jóvenes se hacen el mismo corte hoy!
    Salu2.

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    1. Amigo Dyhego, hasta las geologías más graníticas se erosionan. El tiempo es el escultor de cincel implacable.
      Parece que todo es cíclico, hasta los peinados.
      Salud.

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  9. Cuando he leído el título ha venido a mi mente Milán Kundera, sin embargo me parece más acorde al texto uno de mis más recientes pensamientos relativo a la espiritualidad, y es que las redes sociales parecen empujarte a que elijas entre materialismo y espiritualidad, pero yo encuentro que la espiritualidad ni siquiera ha existido, se le ha marginado totalmente e incluso los artistas, cuya esencia es cultivar el espíritu, la siguen ignorando. No es que los velos escondan algo detrás, es que cuando quitas un velo, aparece otro velo, detrás de cada máscara, hay otra máscara.
    Un saludo.

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    1. Amigo Dean, yo me refería al concepto de levedad que propone Italo Calvino en las "seis propuestas para el próximo milenio", es una levedad profunda.
      Sin duda, detrás de una máscara aparece otra máscara, a veces lo que se esconde es una trampa.
      Saludos

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  10. Interesante reflexión Francesc, vivimos tiempos en los que la idiotez nos rodea y lo peor es que nos acostumbremos.
    Gracias por tu comentario y por seguir mi blog. Desde hace un tiempo, tengo un problema que no me deja seguir a otros blogs.
    De todas formas te pondré en mis blogs favoritos para estar a tanto de tus pulicaciones.
    Saludos

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    1. Amigo Fernando, la idiotez se propaga con facilidad, tendremos que protegernos.
      He visitado tu blog y me gusta, lo voy siguiendo.
      Todo esto de la blogesfera parece montado con poco rigor, yo tengo problemas con la lista de los blogs amigos, a veces aparecen unos, luego van otros, un día una cosa, al día siguiente otra cosa, todo parece que vaya sin orden ni concierto.
      Saludos

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  11. El tiempo que corre sin otra intención que la de dejar que los sentimientos y los pensamientos se sedimenten, maduren, se aparten de toda impaciencia y de toda contingencia efímera.
    "Cruza una paloma blanca el aire cálido y dorado, sola. La rosa en el extremo de su tallo, siempre dispuesta a perfumar.
    He ahí la paloma conforme con lo que es. He ahí la rosa. Satisfechas las dos, no aspiran a ser algo distinto. No desean mayor blancura ni mayor perfume".
    Un abrazo.

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    1. Amigo Pitt, el tiempo corre a lo loco, todo flotando sobre los tiempos líquidos.
      Pitt, ese texto de la paloma y la rosa es muy bueno, me gusta. Mi felicitación.
      Abrazos

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  12. Nombras a Italo Calvino y yo me acuerdo lo que disfruté con su Barón Rampante. Lo social, la sociedad están sobrevalorados.
    A mí me gusta y admiro lo ligero, las plumas, la hojarasca... y el rigor, también.
    Buen sábado, Francesc.

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    1. Amiga Milena, yo también disfruté con "El Barrón Rampante" y eso que no soy demasiado aficionado a la novela. A partir de la Ilustración, casi que me atrevo a decir, que sólo me interesa la poesía y el ensayo. Pero aquel Barón me gustó mucho y además se llamaba Cósimo, algo que, por razones familiares ya me atrae.
      Abrazos.

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