El bienaventurado Lorenzo Giustiniani. Gentile Bellini (1429-1507)
Los materiales, las obras, los sistemas, todos se deterioran.
El proceso es como sigue: algún elemento básico
se estropea, a veces por algún percance o por efecto de la barbarie humana o
por la mala baba cósmica.
De un elemento estropeado se pasa a otros y el
deterioro se extiende, se contagia, entonces, aquello que había sido bello, útil y robusto,
pierde tersura, brillo o color. Si se trata de un cuerpo enamorado, pueden
aparecer marcas en la piel y formarse excrecencias vulgares.
El desgaste va dejando huellas. Su expresión es
la decrepitud. Los elementos y los cuerpos van perdiendo eficacia, su vida útil
se acorta. La otra vida, la que sigue a la vida eficaz, sólo sirve para enseñarnos
la cara de su deterioro. Los sistemas van cayendo poco a poco a un estado de obsolescencia
total, entonces solo queda el camino hacia la ruina.
Es imposible detener el proceso. ¡Estado de
ruina!
Para declarar el “estado de ruina” se requiere
valentía.
¡Pobre cuerpo enamorado!
Por lo que parece, después del estado de ruina viene el derribo total, deconstrucción, que le llaman los del diseño de las palabras.
ResponderEliminarUn abrazo
Amic Miquel, por experiencia profesional la cosa funciona así: primero se declara el estado de ruina mediante un expediente en el que un técnico, de acuerdo con las partes, asume la responsabilidad; sigue un proyecto de derribos, cada vez más complejo por la burocracia que lleva consigo, lo firma un técnico que asume la responsabilidad; después se adjudica la "deconstrucción" a una empresa cualificada que procede según el proyecto y retira los escombros a un vertedero autorizado.
Eliminar¡Pobre cuerpo enamorado!, el técnico asumiendo responsabilidades y las compañías de seguros cobrando las pólizas de responsabilidad civil.
Abrazos
Necesitamos, más que valentía, aceptación sin pena ni autocompasión. Seguimos el ciclo de todo lo que existe, sea estrella, hormiga o humano. Si somos conscientes de este hecho ineluctable, no sentiremos ni nostalgia ni miedo. Al final seremos polvo, esperemos que quede algo de polvo enamorado. y para quienes aspiran a la posteridad: la gloria y la posteridad no existen son una infantil esperanza para quienes se resisten a desaparecer sin dejar rastro. Pensemos que en menos de cuatro mil millones de años el Sol se comerá el sistema solar, mucho antes la Tierra será un carbón ígneo. No quedará ni rastro de nadie ni de nada. Mientras podemos disfrutar de esta efímera vida, si es que somos capaces.
ResponderEliminarAbrazos
Marga, te aseguro que me preocupa muy poco el polvo o las cenizas. Me da miedo el dolor y la sinceridad de los espejos.
EliminarMe preocupa el rape al horno o en una salsa de champiñones que cada día preparo mejor, mientras la preparo, me angustia la deriva del universo y eso de que el sol se comerá todo el sistema solar es terrible y pensar que esto puede ocurrir antes de cuatro mil millones de años es algo espantoso y que seremos carbón negro, uf, inquietante.
Inmediatamente, alejo toda inquietud planetaria y universal y me concentro en mi salsa de champiñones que aún me queda por mejorar.
Un fuerte abrazo.
Que al final quede un eco de nosotros al estilo de don Francisco el genial:
ResponderEliminar"su cuerpo dejará, no su cuidado;
serán ceniza, mas tendrá sentido;
polvo serán, mas polvo enamorado."
Mientras, aguante y encarar como se pueda el noble estado de la decrepitud.
No está en nuestras manos detener la decrepitud. Reivindico la serenidad del envejecimiento.
EliminarSalud
Llegada una edad,cada año que pasa me colocan un bolsa extra de arena,ya son varias las que cuelgan.Hoy he ido a entregar el voto a Correos,hace unos años era un paseo cercano,desde casa.Ahora lo he visto que se ha alejado considerablemente,pero he votado,he podido.Ya veremos cuántas bolsas extras podré aguantar.
ResponderEliminarSaludos
Car res, la carga es pesada. Van pasando los años y se acumula el lastre mientras las fuerzas disminuyen.
EliminarLos paseos deben ser cómodos.
Saludos
Escribía Gautier: "De todas las ruinas del mundo, la ruina del hombre es, sin duda alguna, el más triste espectáculo".
ResponderEliminarSaludos.
Sí, Pitt, es el más triste espectáculo, sobre todo cuando lo contempla uno mismo.
EliminarSaludos
Bueno, yo creo que no hay que ser tan catastrofista, efectivamente el tiempo deteriora pero no siempre lleva a la ruina. Recuerdas lo que comentábamos en pasadas entradas, desde le wavi sabi oriental que imprime un valor del que carecen los objetos recién fabricados, al hecho incuestionable de que hay personas a las que la edad les da un halo de dignidad y hasta elegancia, de la que carecían en su juventud, pasando porque siempre cabe la rehabilitación y que una buena conservación evita muchas ruinas que son fruto más del abandono, que del paso del tiempo en sí mismo. Además, si te lo paras a penar la ruina del rape ese tan rico que preparas con champiñones, empieza cuando lo pescan y termina cuando tú te relames de gusto disfrutándolo, todo, hasta la ruina es relativa ; )
ResponderEliminarMuchos besos FRANCESC y...
Bon appétit! : )
Querida María, el tiempo erosiona hasta las geologías más compactas, las piedras berroqueñas y los granitos acaban convirtiéndose en áridos. Lo importante es saber aprovechar estos áridos para fabricar hormigón y construir.
EliminarCon el tiempo los rostros pierden tersura y acumulamos excrecencias vulgares y acumulamos también experiencias que pueden hacernos más sabios, en algunos casos. Se trata de atesorar lo más conveniente, ganar en inteligencia, en elegancia, en capacidad para relativizar.
Las ruinas también nos ofrecen un mensaje estético que estimula nuestra imaginación.
Continuaremos con nuestros guisos.
Abrazos mil.
Me preocupa más el deterioro del organismo humano....¿Egoísmo?
ResponderEliminarVamos asistiendo al deterioro y nos adaptamos. Yo no lo calificaría de egoísmo.
EliminarUn saludo
Con el tiempo todo se transforma, desaparecen algunas cosas y surgen otras, en lo inanimado y en cualquier forma de vida. A las personas nos cuesta aceptar esos cambios, pienso que puede ser porque nos hemos desconectado tanto de los ciclos naturales que ahora somos una especie con muchas pretensiones y escaso interés en la esencia de la vida. Conocemos los detalles de nuestro adn y sin embargo no queremos saber nada del proceso natural de crecimiento, expansión y declive, lo último da miedo. Y lo habitual no es agradecer cada etapa vivida sino fijarnos en lo que hemos perdido por el camino e ignorar lo que hemos adquirido, somos así.
ResponderEliminarBuena jornada Francesc, besos!!
Querida Ana, la transformación es imparable, todo pasa de un estado a otro, lo inteligente es saber adaptarnos a los cambios y sacar el mejor provecho de la realidad, saberla apreciar en toda su belleza.
EliminarAbrazos
Los hombres tenemos la facultad de conservar las obras y mejorarlas, pero también tenemos el poder de dejarlas morir por inacción o provocar su destrucción por corrupcion o interés personal. Asi en la Historia se pueden ver obras magníficas cuyas piedras y vigas han sido utilizadas para hacer establos o casas deprimentes. Al final es el hombre el que marca la obra.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí Daniel, tenemos la facultad de derribar y también de rehabilitar. Podemos aprender de las ruinas y decidir con inteligencia, algo que muchas veces escasea.
EliminarNo olvidar tampoco que la agresión de la Naturaleza hace sus trabajos de devastación.
Salud.