Josep
Yxart i de Moragas. Dibuix a ploma d'Antoni Salvador Casanova i
Estorach
(AHT,
Fons Família Yxart)
Josep
Yxart i de Moragas (1852-1895)
fue un crítico
romántico que descubrió el naturalismo francés y creyó haber
descubierto un mundo que se extendía más allá de su Tarragona
natal.
Conoció
y hasta cierto punto admiró a los positivistas franceses, quiso
practicar la crítica historicista pero se limitó a criticar el
gusto burgués de los primeros modernistas catalanes, unos
advenedizos surgidos de La Renaixença. Es decir, criticó a
otros que eran como él. Suele ocurrir. Un miembro asqueado critica
la sociedad que le rodea.
Yxart
se sentía desplazado, no era un Proust ni un Rusiñol, aunque este
le admirase.
Refiriéndose a la burguesía quería repetir como su
admirado Emile Zola: J'accuse...!
A
Yxart todo le resultaba repulsivo, quería vivir en un interior
modernista pero sin que se notara demasiado.
Después
de la Exposición Universal de Barcelona de 1888, Yxart comenzó una
campaña crítica contra el modernismo que no sirvió para nada: los
edificios modernistas se levantaban por el Eixample, la escultura
modernista encandilaba a los burgueses que llenaban sus viviendas con
muebles de Gaspar Homar y las señoras burguesas lucían joyas de
Masriera.
Lo
que escribió Josep Yxart es tan mediocre como casi todo lo que se
escribía en aquellos momentos en aquella franja de territorio que
extiende desde el delta del Ebro hasta el Cap de Creus.
Supongo
que Yxart era consciente de la mediocridad propia y ajena, pero no
hizo ningún esfuerzo para salir de ella, se limitaba a criticar,
buscaba -decía- la relación entre la belleza y la verdad y
continuaba pasando sin pena ni gloria. Estaba convencido, eso sí, de
que nadie le adelantaría. Menuda esperanza la de este desplazado,
que creía que
nadie puede superar su mediocridad.