Faces (2019), Beatriz Olabarrieta
La pandemia y sobre todo las redes sociales han cambiado nuestras formas de relación personal. Con más o menos esfuerzo nos vamos adaptando.
De las tertulias de café y las discusiones en la barra del bar, hemos pasado a los whatsApps y al insulto precipitado de los tuiters.
Los medios técnicos actuales tienen un alcance muy amplio y permiten una difusión más abierta que la charla presencial en una cafetería. Ahora el insulto llega más lejos.
No creo que los medios técnicos hayan alterado demasiado los contenidos. Se mantienen las frases panfletarias, los prejuicios, los argumentos tabernarios, el exabrupto y las afirmaciones no contrastadas y se opina muy alegremente de lo que no se conoce.
Veo insultos en tuiter, vanidad y sensiblería en Facebook, engreimiento y fantasmagoría en los blogs. Echo a faltar la prudencia y la reflexión racional indispensable para criticar al gestor de la cosa pública, se le juzga sin analizar la complejidad del panorama social o económico.
Enseguida,
la incontinencia verbal se hace cómplice de la intolerancia. El calentón del
indignado se contagia y los que escuchan se calientan todavía más –con tanto
acaloramiento no me extraña que suba la temperatura del planeta–, estoy
convencido de que la duda sistemática, la reflexión, el rigor discursivo, el
silencio elocuente y las buenas maneras ayudarían a enfriar el planeta.
Toda la razón, amigo mío, si ya de por sí siempre fue difícil la convivencia, en esta época en que vivimos, con algunas redes sociales, se ha incrementado la dificultad y me refiero concretamente a tuiter, red a la que no suelo entrar por la cantidad de exabruptos que se leen. Y ya no hablo de las tertulias políticas en televisiones y radios, de un signo y del otro. Jajaja... Lo de la subida del calentamiento global me ha hecho mucha gracia. Un abrazo.
ResponderEliminarAmigo Juan José, la convivencia es difícil. Las redes sociales parecen una cloaca por donde flotan los insultos y la mala educación. Hay que apartarse de las alcantarillas, huelen muy mal.
EliminarAbrazos
De Schopenhauer a Descartes, se podría decir.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues sí, Miquel.
EliminarYo, por aquello de la cronología, cambiaría el orden: de Descartes a Schopenhauer, de la razón al pesimismo.
Abrazos
Ciertamente, ciertamente...
EliminarLa verdad es que empieza a ser bastante penoso que surjan como setas "ofendiditos" por cualquier motivo banal.
ResponderEliminarEl ruido de fondo no permite escuchar la sinfonia de la vida.
Amigo Rodericus, parece que el silencio y la tranquilidad molestan. Tan bien que lo podríamos pasar y tan bien que podríamos leer y escuchar música si se callaran toda esta pandilla de "ofendiditos" como tú los denominas.
EliminarSalud
Creo que tus argumentos para enfriar toda la indignación que vemos a diario son muy sensatos y ¿quién sabe? igual indirectamente pueden ayudar a enfriar el planeta.
ResponderEliminarEsa pantalla de la fotografía representa bien la incomunicación a la que llegamos cuando no somos capaces de serenarnos y el diálogo se hace imposible.
Un abrazo!!!
Amiga Ana, abundan los gritones, los que opinan con un enorme desconocimiento de la realidad, muchos que intentan imponer sus argumentos, total un ruido espantoso y un acaloramiento espantoso.
EliminarParece que todos hablan y nadie se comunica con concordia,
Abrazos
He oído y leído sobre lo que tratas en tu entrada, pero afortunadamente no lo he vivido en persona. Toco madera...
ResponderEliminarAmigo Luis Antonio, la incontinencia verbal parece adueñarse de los medios de comunicación y de las redes sociales, todo este ruido y charlatanería nos agobian y no contribuyen a la concordia.
EliminarSaludos
Una acertadísima reflexión, que nos debe hacer pensar, porque parece que todo tiene que girar en torno a nuestros gustos, nuestras ideas y nuestros credos.
ResponderEliminarEn mi línea taurómaca, citaré una anécdota que ilustra mi opinión:
Contaba Fernando Quiñones que acudió con su hijo de corta edad a Las Ventas. Los borbotones de sangre echaron a ambos de la plaza. Jamás volvieron a pisar un tendido. Pero nunca se ha escuchado de Fernando Quiñones maldición alguna hacia la lidia. Siempre silencio, que es veredicto taurino.
Un abrazo.
Amigo Pitt, hay demasiado griterío, mucho botarate que dice “cállate tú, porque hablo yo”, muchos que empujan y avasallan con sus argumentos de medio pelo y gritan como energúmenos para imponer sus ideas.
EliminarLas cosas no giran a nuestro alrededor, somos nosotros quienes estamos montados en el gran tiovivo del mundo, vamos dando vueltas en medio de la pachanga mediática. Pido, por favor, un poco de silencio y que nos dejen pensar con tranquilidad.
La anécdota que cuentas sobre lo ocurrido en Las Ventas es un claro ejemplo de tolerancia de Fernando Quiñones.
Salud.
El problema es que nos han dado una poderosa herramienta y todavía no hemos salido del parvulario.
ResponderEliminarAmigo Pedro, hacen lo posible para que no salgamos del parvulario y además nos tratan como párvulos.
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