En latitudes como la nuestra, donde el asoleo es tan potente, los arquitectos debemos disponer los elementos constructivos adecuados para que el calor y la luz no molesten a los usuarios.
Debemos proyectar edificios con un equilibrado sistema de control de la luz natural, sobre todo en edificios de viviendas.
En la arquitectura popular, esta contingencia se ha resuelto con soluciones bastante plausibles.
Un correcto dimensionado de los huecos de fachada, así como la construcción de porches y aleros y la colocación de persianas o toldos han solucionado bastante bien el efecto más o menos molesto de la incidencia de los rayos solares al interior de los edificios. Algunos de estos elementos han sido adaptados y adoptados en la arquitectura moderna, pero a menudo, esta arquitectura moderna peca de un exceso de transparencia que, si bien puede ser beneficiosa en países septentrionales, no lo es en los territorios meridionales. Un exceso de transparencia va contra el confort.
La arquitectura contemporánea consigue controlar la luz y alcanzar un cierto confort, pero es a costa de un dispendio monumental de energía que resulta insostenible.
Naturalmente prefiero la luz a la oscuridad, pero debo considerar que el exceso de luz en un espacio de vivienda puede molestar, en tanto que agradezco la transparencia de algunos espacios en los edificios públicos.
Detesto la opacidad de la arquitectura románica, la falta de iluminación bajo las bóvedas de cañón acompañaba el sermón lanzado desde el púlpito. Oscuridad y miedo al infierno se mezclaban con el incienso que contaminaba el aire.
Me sobrecoge el afán estructural del gótico para dotar de más claridad las naves de las catedrales. La escolástica pétrea incorporó vitrales magníficos que tamizaban la luz y los reflejos cromáticos pintaban el suelo y las bóvedas de crucería.
Admiro el reparto equilibrado de luces y sombras de la arquitectura clásica. En la composición de las fachadas clásicas encontramos un reparto armónico de vacíos y llenos; ventanales, paños ciegos, órdenes clásicos y molduras conducen la luz a los interiores medidos, donde el espacio se dimensiona según la medida humana.
No me gusta el claroscuro que se produce en los interiores barrocos. La luz queda absorbida por los tapizados. Espacio y luz forman una amalgama elegantísima de pasos cortos y pelucas empolvadas.
Aborrezco el gusto por lo oscuro, por las ruinas y las grutas de los románticos. No me gustan las sombras de Piranesi ni la luz brumosa de los acantilados que tanto impresionó a Caspar David Friedrich.
En las logias masónicas, la iluminación simbólica se desliza sobre el pavimento ajedrezado. De los masones puedo admitir la iluminación íntima que preside sus ceremonias, no así la intimidad forzada de los espacios sádicos.
No me gusta nada la luz mortecina de los interiores modernistas, son fríos y recargados. A los arquitectos modernistas les interesaban los vitrales más como objeto artesanal que como elemento de control lumínico. Ni el modernismo ni la Sezession prestaron atención al confort de la luz. Se preocuparon por el adorno, por los dragones y los elfos.
Admiro,
aunque no siempre comparto, el anhelo de transparencia utópica de los primeros
racionalistas: Bruno Taut, Enrich Mendelsohn, Max Taut, los tres
expresionistas que aduvieron por unas calles inundadas de nieblas.
Creo que los arquitectos de la Bauhaus solucionaron muy bien el control de la luz, aunque sus propuestas son válidas en las latitudes septentrionales, donde no crece el olivo, pero fracasan cuando se aplican en los edificios mediterráneos.
Hay oscuridades incompatibles con el árbol de Minerva.
Una lección magistral sobre la arquitectura y lo mucho que conlleva. Gracias, Maestro.
ResponderEliminarSaludos
Amigo Luis Antonio, solo he puesto algunas cosillas ques son de puro sentido común.
EliminarGracias, celebro que te haya gustado.
Saludos
Dos amigos mios tienen como edificios para sus empresas dos cubos de vidrio. Cuando les estaban construyendo, yo en mi ignorancia les dije que si estaban seguros de hacerlo todo de cristal. Su respuesta fue que si eran vidrios aislantes y que era el diseño moderno que se impone.
ResponderEliminarSon edificios fríos que, creo, nunca tendrán "alma", en verano tienes que tener el aire acondicionado a tope y en tropical invierno burgalés como hay pocas horas de luz fuerte debes poner mucho la calefacción. Son impersonales no me gustan. Ellos me han confesado que si lo volvieran hacer no lo harían de cristal. La luz es importante, pero hay otras cosas que atender, pienso yo.
Yo me he criado en Burgos en verano iba a la catedral a refugiarme del calor a las cuatro de la tarde, se estaba bien, a gusto, pase muchas horas dentro pensando en mis cosas de chaval, y tiene algo, no se lo que es, pero algo. Cuando conoces la de León, la luz allí es más hermosa, sus ventanales son magníficos, pero no se, me quedo con la de Burgos, seguramente porque he estado más horas allí. El románico es oscuro, pintaban las paredes para darles "luz", pero como se dice por aquí "donde no hay mata, no hay patata". No me gusta el barroco, no me gustan las cosas recargadas, no son practicas y para mi la vivienda y los edificios tienen como primer punto ser prácticos y creo que se puede ser bello y práctico a la vez. El Panteon de Agripa y su luz, imagino que cumplirian esa mision, que es básicamente ninguna más allá del homenaje estético y alguna oración, no lo se.
Un saludo
Amigo Daniel, lo que decían tus amigos sobre los vidrios aislantes puede ser tan cierto como se quiera, pues con una composición de láminas de vidrio y con sus correspondientes cámaras entre ellas puedes conseguir el aislamiento térmico, acústico y de control lumínico que desees, es una cuestión de dinero. Sí, esto es así, pero es muy difícil, casi imposible, conseguir un confort con “alma” –como tú has dicho- El frío burgalés o la luz mediterránea son difíciles de controlar con los acristalamientos. No me extraña que tus amigos hoy se arrepientan.
EliminarConozco la catedral de Burgos y muy especialmente la de León, las dos son una maravilla. Los vitrales de las catedrales góticas tamizan muy bien la luz. Lograron superar la oscuridad románica. El Panteón de Agripa es uno de los edificios más hermosos que he visto.
Saludos
Veo que has elegido una foto fantástica de una obra arquitectónica que me encanta: el óculo del Panteón de Agripa, una maravilla.
ResponderEliminarPara los interiores me gustan las luces indirectas, que iluminen pero no carguen en exceso de luz las habitaciones. La luz debe estar tan solo donde se necesite.
Un saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, el Panteón es una obra extraordinaria, es uno de los edificios más bellos que conozco.
EliminarHay que tener mucho cuidado con la iluminación interior, evitar contrastes excesivos, suprimir los brillos, iluminar de manera que todos los espacioos y los contenidos queden bien definidos...
Salud
Mira, Francesc, en estos tiempos de pandemia he tenido que acudir de cuando en cuando, muy a mi pesar, a una clínica (muy moderna). Como no deseo tomar ascesor por razones obvias y, aunque quisiera, hay que esperar turno porque solo se admite a dos personas, he subido y bajado mucho por las escaleras, a pesar de mi rodilla tumefacta. Ahora ya menos, por el invierno, pero hace unos meses era un sofoco terrible, porque la escalera está totalmente acristalada y sin ventilación. Al leer tu escrito me he acordado de esta experiencia, a la que más o menos se refería Óscar Tusquets en el capítulo "El engorroso efecto invernadero" de su libro "Más que discutible". Pero, además, resulta que las consultas de ese edificio son todas lóbregas y oscuras, sin ventana alguna, iluminadas todas por lámparas fluorescentes, con lo que tu claustrofobia se dispara, mientras te secas el sudor de la escalera y el aire acondicionado te cala hasta los huesos. Al llegar a casa medio enfermo te has de meter en cama preguntándote inquieto: ¿habré cogido el coronavirus en mi visita? Por no hablar de esas viviendas totalmente acristaladas y sin protección alguna, en las que pueden ver todo lo que haces o deshaces, te mueres de frío o de calor (si no pones el aire o la calefacción a tope) y además no puedes poner ni una estantería ni colgar un solo cuadro.
ResponderEliminarEn fin, te envío el texto de Tusquets al que me refiero, en el que más adelante (no lo incluyo) habla de la biblioteca de Cambridge de tu "admirado" Stirling (es un decir) y del Palau de la Música de Valencia, de García de Paredes.
Amigo GranUribe, en tiempos de pandemia y cuando hay que acudir a una clínica, lo que uno quiere es tranquilidad, confort y buen trato, no solo del personal sanitario sino también de las instalaciones. Espero y deseo que tu rodilla se recupere.
EliminarSiempre me pregunto por qué en estos edificios tan acristalados tienen las luces encendidas casi las 24 horas del día. Por qué tanto derroche energético. Y con todo esto además te entra claustrofobia.
Saludos
«Un arquitecto amigo tiene su truco para sacarse de encima a los conocidos que solicitan su opinión profesional sobre la vivienda que dudan en adquirir. Les pregunta si tiene persianas, y si la respuesta es negativa, se ahorra la visita. Como este artilugio difícil de proyectar y caro de construir y mantener está en trance de extinción, mi amigo visita poquísimas casas de construcción reciente. Sin embargo opino, como mi amigo, que en nuestras latitudes resulta imprescindible filtrar el sol para una calidad de vida aceptable. Cuando abrimos las ventanas, las persianas permiten circular el aire protegiéndonos de las miradas del sol, pero cuando las cerramos resultan aún más útiles ya que impiden que el sol incida en el vidrio y evitan por tanto el temible efecto invernadero.
ResponderEliminarEl curioso fenómeno por el que los rayos caloríficos que han traspasado sin dificultad el vidrio cambian de longitud de onda al reflejarse y no pueden volver a hacerlo en sentido inverso, quedando prisioneros en el interior, ha hecho posible no sólo que árboles frioleros resistan gélidos inviernos en el interior de sus casas de cristal sin ayuda de calefacción —los naranjos en sus orangeries—, sino concebir ingeniosos sistemas de aprovechamiento de energía solar. Pero cuando el sol pega de veras, provoca grandes problemas de confort que no han dejado de martirizar a los arquitectos, o mejor, a los usuarios, desde que aquéllos pudieron disponer de grandes superficies de vidrio y, sobre todo, desde que al señor Gropius se le ocurrió encerrar una escalera de caracol en un cilindro de cristal.
Así es; el efecto invernadero es un incordio, pero proyectar edificios vítreos es tan sencillo y resultan tan vistosos y comerciales, que estamos dispuestos a dejamos enredar por el primer charlatán de nuevas tecnologías que nos prometa soluciones milagrosas».
Es muy difícil proyectar unos vanos con una buena solución con persianas, la colocación del bombo, evitando vibraciones y puentes térmicos, es dificilísimo. Hay que pensar para dar con una buena solución que permita controlar la entrada de luz y conseguir el confort necesario.
EliminarCuando el sol aprieta, no hay acristalamiento que lo aguante, pongas la composición laminar que pongas, y no me refiero solo a aislamientos térmicos, sino también al control lumínico.
Las soluciones que han propuesto los arquitectos septentrionales no sirven para nuestras latitudes, ni Stirling ni Gropius. En cuanto al control de la luz, si con alguien me quedaría sería con Sert o con las persianas de Coderch.
Salud
Los excesos son malos. Demasiada luz ciega tanto como la oscuridad excesiva.
ResponderEliminarComo siempre, lo más complejo es asegurarse el término medio. Pero ya sabes, de eso andamos parcos estos últimos días.
Un abrazo
Sí, Miquel, y aquí la luz aprieta fuerte.
EliminarEncontrar el término medio, en cuanto al control lumínico, es muy difícil, hay que tener en cuenta, los brillos, el contraste, la intensidad, etc. y todos estos factores son cambiantes a lo largo del día y con el paso de las estaciones.
Abrazos
Sugiero la lectura de un librito editado por Siruela en 1994. Se trata de 'Elogio de la sombra', de Junichiro Tanizaki. En dicho libro se exponen, con poética prosa, interesantes reflexiones sobre la luz, el brillo, la penumbra y la oscuridad.
ResponderEliminarSalud
Sí, sí, amigo Loam, "Elogio de la sombra" es extraordinario, pura poesía.
EliminarSalud
-Donde hay más edificios de la arquitectura Bauhaus : están situados en la costa mediterránea de Israel.
ResponderEliminarA mi, me gusta la luz y sobre todo tamizarla. Y odio el exceso de calor.
Comparto contigo que se tiene que estudiar primero el enfoque: construir, por construir, no es lo racional.
Un abrazo
Amiga Bertha, hay que proyectar muy bien la relación entre huecos y vacíos, diseñar fachadas estudiando cómo y dónde proyectar las ventanas, los voladizos, los porches, los espacios de transición entre exterior e interior, los acristalamientos... Es complejo. un error en el proyecto de estos elementos es algo que perdura durante toda la vida útil del edificio, que suele ser superior a nuestra propia vida.
EliminarAbrazos
Si tuviera que construir mi casa, serías tú el arquitecto. La luz y su dominio no solo es una metáfora que nos sitúa en el lado bueno del universo. Tesla, el científico sabía del poder inmenso e infinito de la luz para generar la energía. No hace falta ir tan lejos, los humanos no hacemos la fotosíntesis pero necesitamos la luz del Sol para vivir, y una vivienda oscura y mal ventilada nos aboca a la desgracia y la enfermedad. ¡Luz y taquígrafos! de lso segundos podemos prescindir, jamás de la primera.Gracias por estos episodios sobre arquitectura.
ResponderEliminarAbrazo
Amiga Marga, sería un placer proyectar una casa para una amiga, sin duda una gran experiencia.
EliminarLa luz y su dominio, parece ser el título de un manual de autoayuda o el nombre de un cursillo para iniciados en la meditación trascendental. Yo me limito a proyectar alguna casa confortable, tengo en cuenta la orientación y la disposición de las ventanas, conseguir una buena entrada de sol y una buena ventilación y si puedo, evitar alguna desgracia, pues, miel sobre hojuelas.
Abrazos
La luz debería ser el rigor de la arquitectura siempre.
ResponderEliminarY lo es, amigo Pedro, lo que ocurre es que hay malos edificios y no existe un gremio de buenos arquitectos, como tampoco existe el gremio de los buenos maestros o de los buenos relojeros.
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