Siempre he sospechado que detrás de una ornamentación sobrecargada puedan aparecer los espíritus de aquellos que no quieren saber nada de calamidades o infortunios.
Son ánimas cándidas que se ocultan detrás de los chirimbolos barrocos para no ver las adversidades. Se resguardan de los males que salieron del cráter de Pandora y que se esparcieron por todos los confines del mundo.
Recelo de los cortinajes de telas pesadas y de los ambientes rococó. Creo que encubren los fantasmas ingenuos que no aceptan la realidad de las cosas.
Muchos adultos con síndrome de inocencia pertinaz esconden la cabeza debajo del ala de algún angelote barroco y así, quietecitos, esperan que pase la desdicha.
El lenguaje barroco ha proliferado en tiempos de calamidades.
Cuando se avecinaba la Revolución Francesa y la consiguiente caída del Ancien Régime, la ornamentación rococó inundaba los palacios.
Las pelucas de los cortesanos eran cada vez más exuberantes, los setos de los jardines eran cada vez más tupidos y la decoración más recargada. Todo servía para esconder algo o para esconderse.
También ocurrió con el arte helenístico que, en su periodo tardío, presentaba un discurso formal recargado tal que parecía anticipar la caída del Imperio. Los patricios que querían embellecer sus villas, encargaban a los arquitectos mansiones con recovecos y pedían a los escultores que esculpieran sátiros dormidos con poses relajadas pero que eran víctimas de pesadillas. Aquellos patricios también dormían y sus pesadillas eran las de un Imperio que se desmembraba.
Boeto de Calcedonia.- El niño de la oca, copia procedente de la Villa de los Quintili conservada en el Museo del Louvre
Los chirimbolos son, como bien dices, un intento de distraer la atención, de recrearse en las puntillas y las cornucopias mientras por debajo la corriente arrastra los desechos que nadie quiere ver. Comparto tu observación, casi siempre quien se queda en las florituras no alcanza a comprender que la vida no viste con miriñaques y tirabuzones, al contrario, está fieramente desnuda y exhibe, cuando se la mira de cerca, las heridas de todos los combates.
ResponderEliminarAbrazo
Amiga Marga, la ornamentación distrae, a veces esconde lo esencial aunque otras veces ella misma se constituye como forma esencial, en cualquier caso siempre nos podemos encontrar a más de uno escondido detrás de las volutas retorcidas y las molduras de yeso revestidas con pan de oro.
EliminarAbrazos