domingo, 12 de diciembre de 2010

La duermevela aciaga y angustiado despertar de la aurora

Me he despertado antes del alba
angustiado porque soñaba
que perdía el amor.

Toda la noche bajo el calor de las mantas
el amor me helaba
y, con la duermevela perdida,
el amor me quemó.

En medio de un silencio de tramontana
extendía su fuego con un humo espeso,
contaminando el deseo y el rocío.

El amor infectaba el aire de la mañana,
y con espejismos confundía
la frialdad brillante de la aurora.

Una desazón de petunias me ha llevado
la claridad del atardecer,
y de nuevo el sueño:

Sentado en la barca con los ojos cerrados
y en las pupilas un disco de sol encendido,
siento el viento del suroeste y la palabra
entre arrecifes y riscos de espuma blanca.

Imagino un mundo de finas gacelas,
La Balenguera que hila incesante,
el olor del heno y del mirabolano
y el brillo de granadas rojas.

Las canciones de los antiguos suenan de nuevo
las suaves costas de viña de este mar azul.
Pla y Leopardi y Dante en el séptimo cielo.

El pino de Formentor, viejo y sublime,
viendo como Odiseo, con vela extendida,
llega a Ítaca con claveles en las manos.

He tenido que esperar la llegada de la noche
para ver claro
mientras dormía.

4 comentarios:

  1. Me ha sorprendido el lejano dulzor de unas petunias olvidadas.
    El poema es muy bello.
    Saludos,
    Kova

    ResponderEliminar
  2. Odiseo venció el canto de sirenas, así como la reflexión vespermina te hará vencer a cíclopes y lestrigrones con suave olor a petunias y el encendido rojo de las rosas.

    Elevadísima lírica querido Francesc.

    ResponderEliminar
  3. Kova, celebro que te haya gustado el poema, ya ves, por ahí en medio de los sueños aparece el soneto.

    Salud

    ResponderEliminar
  4. Sí, Carmensabes, nos queda la poesía y la ironía como armas de doble filo para hacer frente al ejercito de cíclopes y lestrigrones que nos acecha.
    Celebro que te haya gustado el poema.

    Salud

    ResponderEliminar