Comunicació II. Pacualt Fort (1927-1991)
Confié, hace años, en que un grupo de cocineros, hombres de buena voluntad, saldrían a las calles y, con el cucharón en ristre, arreglarían el mal del mundo.
Serían capaces de sentarnos a todos a la mesa a degustar unas gallinuelas al estragón, previo plato de espárragos verdes al modo de Lyon, acompañado con un Gevray-Chambertin de Borgoña, colorado y pausado, el más intelectual de los vinos, o quizás un vino gris de Lorena, un St. Emilion o un Santernes.
Discutiríamos sobre la cantidad de ocio per cápita, sobre la paz social o sobre la reducción de los frutos de la tierra a una divina enajenación. La civilización, así las cosas, sería salvada.
Vana confianza la mía. Primero porque esto no lo arregla nadie y que no nos vengan con monsergas de politiquillos y de apañamundos. Y segunda, porque aquellos hombres de buena voluntad, los de las cocinas y cucharones, se han convertido en histriones rendidos al grotesco espectáculo de los medios de comunicación al servicio de politicastros incultos que no saben que una gallinuela es una becada, ni saben cómo se aplica el agua de nuez sobre la piel de la oca recién braseada.
No sé si la libertad y la imaginación de los gourmets responsables podrá transferirse al robot cordon bleu del futuro. Mientras tanto, nos adaptaremos al mundo porque nuestra cabeza es demasiado pequeña para que el mundo se adapte a ella.
Panorama un tanto desolador el que pintas. Quizás mañana lo veas de otra manera. Ese es mi deseo, amigo.
ResponderEliminarCréeme, amigo mío, que me gustaría verlo todo de una manera más amable, pero el panorama lo veo cada vez más oscuro.
EliminarUn abrazo
Creo que los más afamados cheffs del mundo mundial han dicho adiós a Barcelona.
ResponderEliminarSe llevaron sus recetas y se apañaron los buenos vinos, quizá para degustarlos a solas, porque a solas nos estamos quedando.
Un abrazo
Amigo Miquel, se ha ido los cheffs y los gourmets parecen cosa del pasado, ahora impera la comida basura, amalgama de heces fecales y carne de la peor calidad con aditivos y cebolla.
EliminarAbrazos
Mientras tanto, comamos un buen cocido de toda la vida...
ResponderEliminarSí, Pedro, aprovechemos los alimentos que tenemos a mano y no esperemos que nadie arregle el mundo.
EliminarSaludos
Mediocridad por todas partes y culto al espectáculo. Una sociedad en plena decadencia.
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
Mala calidad por todas partes, amigo Cayetano, y una incultura galopante que lo invade todo.
EliminarAbrazos
Adaptarnos, siempre, Francesc, aunque tengamos que renunciar a caprichos o incluso a parte del menú casero de siempre. Pero peor sería que un día solo nos tocara comida de rancho. Ello tendría un significado por partida doble. Un abrazo.
ResponderEliminarAmigo Fackel, la capacidad de adaptación es un signo de inteligencia. Nos adaptaremos a lo que convenga.
EliminarAbrazos
La civilización, salvada por un nocturno de Chopin o una frase de saxo de Coltrane, o por una melodía de Lennon-McCartney, pero qué tenemos ahora? Reggaetón?
ResponderEliminarSaludos.
Amigo Javier, ahora el panorama musical es desolador.
EliminarLa incultura está inundándolo todo, es una pena.
Saludos
Cómo me gustaría contradecirte y llamarte para contarte que sé de un chef que... todavía existe y es un de aquellos.
ResponderEliminarPero no puedo. Y sobra que me explique. Se entiende sin más palabras.
Salud, Francesc.
Anna Babra
Amiga Anna, seguro que sería una conversación muy enriquecedora.
EliminarSe entiende perfectamente.
Saludos