Quizá por mi carácter mediterráneo, me resulta incómoda la permanencia en espacios demasiado transparentes. Creo que un exceso de transparencia en los espacios domésticos va contra el confort, sin embargo, agradezco la transparencia en los edificios públicos. También me gusta que la transparencia presida el comportamiento de los responsables públicos.
Detesto la opacidad del
románico, aquellos ventanucos pequeños y aquellos muros tan gruesos en los que reverberaban
los sermones. Admiro el afán estructural del gótico para dotar de más luz las
naves de las catedrales. Los vitrales góticos son un empeño inteligente para
conseguir más luz y color.
Me agrada el reparto
equilibrado de luces y sombras de la arquitectura clásica. No así, el
claroscuro de los interiores barrocos.
Aborrezco el gusto por lo oscuro y por los antros tenebrosos que sentían los románticos, que, por cierto, muchas de aquellas grutas son artificiales.
Son tristes y oscuros los salones donde se reunían Byron, Shelley, Polidori, Clairmontsus y otros amigos sentimentales. Aquello olía a abrigos viejos y a refinados snobs.
Y nada hay tan triste como los interiores victorianos.
De los masones puedo
admitir cierta intimidad de sus logias, sus pavimentos ajedrezados y la luz que incide sobre el dintel que lleva la inscripción de la letra G. El
control de la luz que ejercen los masones refuerza el simbolismo y la eficacia
de la razón.
No me gusta la intimidad forzada
de los espacios sádicos cuya luz es mortecina y maloliente (en los 120 días de Sodoma del Marqués de Sade,
la luz apesta).
Aunque admiro sus
grabados, no me agradan las sombras de Piranesi. La luz penetra por ventanucos
e ilumina cadenas y escaleras pinas.
No me gusta nada la luz tétrica
y mortecina de los interiores modernistas, son fríos y recargados -qué fría era aquella Barcelona sin calefacción- Les gustaban los vitrales, pero como objeto artesanal más que como elemento de control
lumínico.
El modernismo y la
Sezession no prestaron atención al confort ni a la luz, sólo parece que se hubieran
preocupado por la ornamentación.
Me gusta el esfuerzo
técnico realizado por Joseph Paxton en el diseño y construcción del Crystal
Palace para la Exposición Universal de Londres de 1851.
Admiro, aunque no siempre
comparto, el anhelo de transparencia utópica de los primeros racionalistas y de
los expresionistas, Bruno Taut, Enrich Mendelsohn, Max Taut.
Creo que los arquitectos
de la Bauhaus solucionaron muy bien el control de la luz. Sus propuestas son
válidas en las latitudes septentrionales, pero fracasan cuando se aplican en
los edificios meridionales.
La buena -sólo la buena-
arquitectura tradicional ha logrado un equilibrio confortable de la luz que
incide en el interior de las casas, pero a veces, lo único que provoca es una
cierta tristeza.
La arquitectura
contemporánea acierta con el control de la luz, pero es a costa de un dispendio
exagerado de energía. Es insostenible. Aún tenemos mucho que solucionar, hay
que resolver problemas de sostenibilidad, de ahorro energético, de economía de
materiales, de lucha, en definitiva, contra la luz cegadora y la intemperie.
Te invito al uso de una gorra. Quizás prefieras un sombrero, pero como quiera que lo considerado aburguesado, no me atrevo a sugerirlo. La gorra es un excelente sustituto de la protección capilar en nuestra azotea corporal. Calentita en invierno y aislante de la radiación solar en el verano que cada vez es más largo. Ya no sé ir sin ella.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Amigo Noxeus, siempre, siempre utilizo gorro o sombrero y me importa muy poco que me tomen por lo que quieran, el caso es tener la calva protegida tanto en verano como en invierno.
EliminarSalud amic.
Yo tengo un
ResponderEliminarcarácter ,
llamémosle
atlantico ,
y tampoco
me gusta
tanta l
luminosidad,
sobre todo
en sitios
públicos,
con respecto
a los sitios
tétricos, antes
me gustaban,
ahora , no se
por qué , no
los quiero
Orlando, amigo atlántico, el exceso de luz en nuestros países meridionales siempre molesta.
EliminarYo si sé porqué no me gustan los sitios tétricos: no me gustan porque son tétricos.
Salud
Sin duda, hay que luchar contra la luz del Sol que en ocasiones es cegadora, pero para el instrumento solar por excelencia, el reloj de Sol, esta es su fuente de vida.
ResponderEliminarAsí que creo, que todo con mesura es la mejor opción.
Me sigue gustando el Románico, quizá porque yo lo miro de forma trascendente, tal vez porque ese formato sea, cuando estoy en silencio, el que más me recoja y me aísle del resto del mundo.
Creo que me comprendes.
Un abrazo
Salut
Miquel, amic meu, muy bueno esto que dices del reloj de sol, en efecto, lo que es molesto para unos -la luz solar- , para el reloj de sol es la máquina que lo hace funcionar.
EliminarYa sabes que a mí el románico me produce un cierto espanto, sobre todo si se trata de arquitecturas rurales. Te comprendo perfectamente.
Por mi manera de ser ya sabes que a mí me gusta acompañar el silencio con la visión equilibrada de una columna clásica.
Creo que los dos deseamos luz y más transparencia en las acciones públicas.
Un fuerte abrazo.
Son criterios valiosos aunque personales. A mí me encanta la espiritualidad de las iglesias románicas a pesar de su falta de luz, aunque agradezca la claridad del gótico y sus vitrales multicolores.
ResponderEliminarLa luz tiene que tener un equilibrio entre la ausencia y el exceso que se da en ciertos edificios modernos como los palacios de cristal. No hay nada más extenuante que una casa cubierta por cristales por todas partes -he conocido una y era agotadora-. No había cortinas ni persianas, solo inmensos vidrios que transparentaban todo por los lados y por el techo. Era obra de un arquitecto que se pretendía original pero sus diseños me parecen estrambóticos y no me gustan por su falta de utilidad concreta para la vida cotidiana.
No se me habría ocurrido pensar en este tema pero tu artículo me ha hecho planteármelo.
Saludos.
Amigo Jeselu, naturalmente, lo que expongo son criterios y gustos personales y no van más allá, son reflexiones casi siempre apresuradas.
EliminarQuizá por mí mentalidad más clásica que romántica siempre busco el equilibrio, tanto en las proporciones arquitectónicas como en la distribución de la luz y los espacios.
Desde tiempos inmemoriales, el hombre siempre ha buscado los medios de atenuar la luz natural: cortinas, visillos, persianas, porches, voladizos, brise soleil, porticones de librillo, etc. ha buscado el control lumínico. Y en lo personal, viseras, gafas de sol, gorros y cremas solares.
Esta cuestión del control lumínico es algo primordial que los arquitectos tenemos que considerar al proyectar un edificio.
Saludos.
Este fin de semana lo he pasado en León, he vuelto a su Catedral, a su luz, a los nervios que suben por las columnas y sujetan los arcos, he vuelto a la solidez y al equilibrio, al triunfo de la técnica sobre los pesos y los empujes. Otra vez me he reconciliado con el Ser Humano, esa especie que es capaz de fabricar estas maravillas que nos hacen mirar al mundo de diferente forma y nos permiten sujetar en el aire inmensas superficies de piedra apoyadas en "paredes de cristal".
ResponderEliminarQuizás porque pasé muchas horas yo solo en la Catedral de Burgos huyendo del calor del verano y me dio tiempo a observar soy partidario del gótico. Creo más en la luz de la Razón y la Técnica que en la fe. Una Catedral Gótica como las de Burgos, León o Chartres son monumentos vivos que transmiten equilibrio y sensaciones. Por lo menos a mi.
Y cambiando de tema, si me permites, alguien dijo una vez en algún sitio:
“La misma palabra ‘secreto’ es repugnante en una sociedad libre y abierta. Y nosotros como sociedad nos hemos opuesto históricamente a las sociedades secretas, a los juramentos secretos y a los procedimientos secretos."
Pues eso, transparencia y luz... para todo.
Un saludo.
Amigo Daniel, las catedrales que citas son un prodigio. La de León me es muy grata por razones familiares.
EliminarComo puedes suponer, a mí me maravillan las estructuras góticas, todo es un equilibrio de fuerzas y contrafuertes. Con la vista vas recorriendo las nervaduras, los arbotantes, los arcos, los haces de columnitas, y es como si vieras las fuerzas que recorren por la piedra.
El control de la luz y del color que consiguen con los vitrales es fabuloso.
Yo también creo en la Razón y la Técnica, esa técnica que tanto confort nos ha proporcionado.
Repito contigo: "pues eso, transparencia y luz... para todo.
Saludos
¡Hágase la luz! Alguien lo dejo escrito hace mucho tiempo. Y luz y taquígrafos, también nos da idea de que en la oscuridad los miedos aparecen y vemos sombras amenazantes. De la luz no metafórica, sino material, la que recibimos de nuestra estrella y nos da vida, podemos preferirla tamizada y poco hiriente para nuestros ojos. Una casa luminosa es un regalo para la vida. Así que me quedo con la arquitectura amiga, la que deja espacio para que crezca una planta y que nos invita a fantasear con las motas de polvo que llegan con los rayos de sol, esas que nos enseñan qué también nosotros somos una mota que baila en la luz.
ResponderEliminarAbrazos
Querida Marga, los médicos siempre dicen que en la casa donde entra la luz natural, no entran los microbios.
EliminarLas casas tienen que ser luminosas, y disponer de los medios adecuados para tamizar la luz natural a conveniencia.
Podemos fantasear con las motas de polvo, es divertido, sin embargo yo prefiero que haya poco polvo y fantasear con las estrellas.
Abrazos mil.
Esta vez, mi querido FRANCESC, no podía estar más de acuerdo contigo, como no podía ser de otra forma , mi gran problema es mi exceso de transparencia, se me ve y escapa todo, quiera o no quiera, pero prefiero padecer los inconvenientes de ser así, que andar con dobleces, falsedades e hipocresías.. lo que hay es lo que hay, y no hay más : ) Fíjate, incluso con la merecida crítica que les haces a los románticos a quienes siempre me sale la vena defensora contigo, que tanto te disgustan, en lo tocante a la luz y sus gustos sombríos, toda la razón. Como todo lo que con tanta fluidez has ido comentando de los diferentes estilos, unos por adustos, en los que la contundencia prima sobre todo, sin un mínimo de luz y ventilación como en el románico, sin que no deje de tener encanto esa sobriedad que invita al recogimiento, otros por su moralidad pusilánime como lo victoriano, con sus cientos de miles de enaguas o la falta de sentido práctico del modernismo, precioso por fuera, a veces inútil por dentro. Con esas lamparitas emplomadas a lo Tiffanys que con esos cristales con colores tan contundentes se comen toda la luz…Igual que nuestra política, siempre en tinieblas, o peor, a veces ni ventanas chiquitinas siquiera tiene, todo impenetrable, repugnante y tenebroso : ) Te contaré que cada vez que voy a Madrid, muy a menudo, como soy tan despistada siempre termino perdiéndome y siempre les digo, en caso de imposibilidad manifiesta, buscadme en el Palacio de cristal del Retiro, es y siempre será mi punto de encuentro, pequeñito, elegante y transparente. No viviría en un lugar así, por supuesto, pero tampoco viviría en un invernadero, ese que tanto les gusta a las lechugas y ellas a mi ; ) Mil gracias. Un beso!
ResponderEliminarQuerida María, el exceso de luz suele provocar incomodidades. Hay que controlar muy bien la incidencia de los rayos solares en el interior de las casas, sobre todo en los interiores domésticos. También la transparencia de estos interiores debe tenerse en cuenta ya que su exceso provoca desprotección y pérdida de intimidad. Disponemos de soluciones que la arquitectura ha ido aplicando con más o menos éxito. Muchas veces la transparencia tiene un aspecto propagandístico.
EliminarOcurre, sin embargo, que en muchos estilos artísticos se han primado aspectos que son contrarios al confort y al bienestar y entonces, el control lumínico ha pasa a un segundo plano, al plano de las sombras o de los excesos de luz.
Proyectamos espacios destinados al recogimiento, otros que son propicios para la conspiración, otros diseñados según el reglamento (prisiones) o diseñados según una simbología (logias masónicas), otros son decorados para el chismorreo (salones de té), otros son muy recónditos o secretos como el lugar donde se pagan los servicios de un sicario, etc. en todos ellos la intensidad de la luz es diferente.
Abrazos mil.
Necesitamos una sabia combinación de luz y sombras. Recuerdo la extrañeza que me produce entrar en las alcobas cerradas de las casas antiguas.
ResponderEliminarComo mediterráneos, tienes razón, nos protegemos de la luz en el interior porque basta con abrir una puerta o una ventana y hallarla.
Amigo Pedro, a veces tenemos la sensación que una claridad o una sombra antiguas quedan concentradas en un espacio y se condensan con nuestra presencia.
EliminarLos mediterráneos tenemos que protegernos, nos jugamos la piel en ello.
Saludos
Bonitas imágenes, con la copa de cristal de Bohemia y el Palacio de Cristal de Londres. Me gusta mucho también el del Retiro, de Madrid que cita María, sobre todo en otoño, con el lago delante. Y, como a ti, "me agrada el reparto equilibrado de luces y sombras de la arquitectura clásica". También me agradan los espacios góticos. Pero, no como a ti, me gustan los interiores románicos.
ResponderEliminarNo descubro la sopa de ajo si afirmo que las casas con mucho cristal van muy bien en invierno para caldear el ambiente, para dar luz a los interiores, para establecer contacto visual con el exterior y para que las plantas estén contentas. Comprendo que les gusten a los nórdicos, donde el astro rey es esquivo. Son resultones los muros cortina. También lo son los volúmenes cúbicos blancos, con enormes aberturas, con mucho cristal y sin persiana de ningún tipo, Gropius, Mies, Bauhaus... El "Estilo Internacional" era eso. Muy internacional, sí, se exportó bien, pero cuando el sol pega de lo lindo y hace un calor del copón... ¡peligro! En los edificios públicos o de oficinas, vale, porque pueden emplear potentes sistemas de aire acondicionado y contratar a empresas para que limpien todos los cristales de la forma que sea, pero en el ámbito privado la cosa cambia, además de la pérdida de intimidad que puede suponer. La Casa Farnsworth, de Mies, o la Casa de Cristal, de Philip Johnson, son un caso extremo, pero creo que están aisladas del vecindario, por suerte para los inquilinos (si los hay), porque en una urbanización al uso ni te cuento...
Las persianas son muchas veces un problema constructivo y estético, no es fácil que queden bien en alzado, las cajas de persiana son un horror, se pierde la continuidad de los forjados, etc., pero qué útiles son todos los sistemas para tamizar la luz en las zonas mediterráneas, sobre todo en verano. Me gustan las persianas enrollables con una cuerda en medio, que se pueden extender hasta el borde del balcón, todavía corrientes por aquí, pero no sé qué nombre reciben. También mucho esas persianas de librillo que he visto por ciertas zonas de Italia en los edificios de viviendas, que tienen una parte basculante en la parte inferior, creando una especie de cámara de aire y que permiten ver la calle sin ser visto; pero aquí nunca tuvieron éxito, no sé por qué. En cualquier caso, cuando hace calor es mejor que el sol quede fuera, porque cuando ya se ha metido dentro, mal asunto. Y qué utiles son los espacios intermedios, los porches, las pérgolas con enredaderas, o maderas o cañas; con lonas o toldos no es lo mismo (claro que... ¡peor con uralita!).
Saludos.
Amigo GranUribe, lo que va bien en algunas latitudes resulta inútil para otras. La orientación, las prexistencias ambientales, las sombras propias y las arrojadas, etc. todo esto es determinante para decidir cómo deben ser los elementos o sistemas de control ambiental. Tú lo sabes muy bien, querido colega.
EliminarApuesto por los sistemas pasivos de control lumínico, tales como los que hemos citado: persianas, cortinas, visillos, toldos, y todos estos espacios de transición entre el exterior y el interior como los porches, las pérgolas, los voladizos bien diseñados y las plantas enredaderas siempre que no atraigan demasiados mosquitos.
En cuanto a los edificios con muros cortina tengo bastantes prevenciones, sobre todo cuando son edificios en altura a cuatro vientos, siempre me pregunto por qué se proyectan fachadas iguales para orientaciones distintas, no puede ser igual la fachada que da a norte que la que da al sur, hacer esto es no tener ni idea de lo que es la sostenibilidad.
Y siguiendo esta idea de adaptación al medio, también digo que no puede ser igual una construcción para un clima septentrional que para uno meridional, así pues, algunas soluciones de Bauhaus son incompatibles con el clima mediterráneo y tampoco es válida la Casa Farnsworth situada en Sant Andreu de la Barca o en el barrio de Sant Andreu de Palomar. No vale el Estilo Internacional de Johnson para todas las latitudes internacionales.
En cuanto a los sistemas constructivos pasa lo mismo, no todos son aplicables en todas las latitudes. Se requieren distintos materiales y distintas soluciones.
La colocación de cajones de persiana es de una complejidad constructiva y de diseño tremenda. Un ejercicio que deberían resolver los estudiantes de arquitectura, en el tercer curso de la asignatura de construcción.
Saludos.