Ciudad de la Cultura. Arquitecto Peter Eisenman
El arte pop fue una expresión orgullosa.
En mi opinión, era el convencimiento y la arrogancia del un capitalismo que se jactaba de haber derribado la crítica racional ejercida por las vanguardias artísticas europeas del siglo XX.
En París, el Mayo del 68 anunciaba el fin de las ideologías y en Estados Unidos, Tom Wolfe, Andy Warhol y sus amigos se creyeron poseedores de la modernidad.
Robert Venturi, uno de estos poseedores, nos hablaba con cierta causticidad de la “Complejidad y contradicción en la arquitectura”, en su libro daba un repaso a muchas anécdotas formales de la arquitectura pasada y de la moderna.
Aquel texto sirvió para que muchos arquitectos se dedicaran a proyectar una arquitectura anecdótica y divertida. Robert Venturi y su esposa y socia Denise Scotte Brown querían que la
arquitectura fuera una fiesta.
Arq. Robert Venturi
Buscando la diversión, los arquitectos pop dieron a su obra un aspecto formal de carácter neorracionalista. De ahí surgieron el deconstructivismo y el posmodern, todos ellos despreocupados por la racionalidad de los espacios y la funcionalidad de los edificios y se ocuparon de la teatralidad de las fachadas y que todo pareciera muy modernillo.
La ostentación se abría paso. Cambió el paradigma del arte y de la arquitectura. El existencialismo informalista, la abstracción y todos los ismos de la Vanguardia Europea dieron un paso hacia el olvido, quedaron atrás para que los historiadores del arte hablaran de unos estilos pasados de moda.
Los principios de Movimiento Moderno, la síntesis de las artes, el expresionismo, el constructivismo y la racionalidad de la Bauhaus fueron cuestionados por Tom Wolfe que, haciendo de teórico neoliberal, lanzaba la pregunta tendenciosa y desvergonzada: “¿Quién teme a la Bauhaus feroz?”
Alguien respondía que el simbolismo del Arte Pop era la expresión más conspicua de los ejecutivos de Wall Street y que los artistas “izquierdosos” de las vanguardias europeas eran cosa de otro tiempo.
A los arquitectos no les quedó más remedio que olvidarse del Movimiento Moderno y de la racionalidad que se escondía bajo los trazados geométricos de los artistas del hormigón blanco, y apostar por unas composiciones arquitectónicas llamativas, espectaculares y fastuosas. Adoptaron ornamentaciones Art Déco sacadas de contexto, cambiaron de escala balaustres y columnas que utilizaban para decorar, negando su sentido estructural; utilizaron trampantojos para crear falsas perspectivas o una ilusión de profundidad inexistente, mezclaron superficies geométricas no ortogonales con techos abovedados. Todo eran imágenes pensadas para la fotografía y el papel cuché. Aquellos arquitectos apostaron por el espectáculo y la publicidad.
Los arquitectos más representativos de la arquitectura pop fueron Peter Eisenman, Charles Gwathmey, Michael Graves, John Hejduk y Richard Meier, miembros de los Five Architetecs. Recordemos que Richard Meier fue el autor del proyecto del Museo de Arte Contempráneo de Barcelona.
Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona
La puerta de entrada del arte pop en Europa la abrió el “Independent Group” de Londres, un grupo de artistas y críticos que cuestionaron la Vanguardia europea, entre sus miembros se encontraban, entre otros, los críticos de arte Lawrence Alloway y Lawrence Alloway; los artistas Ronald Jenkins, Eduardo Paolozzi, John McHale, Richard Hamilton, Toni del Renzio, Dorothy Morland y los arquitectos Alison y Peter Smithson.
La arquitectura pop se introdujo en Europa de la mano de Alison y Peter Smithson, Cedric Price y el grupo Archigram.
Walking City. Archigram
La extraña cosa. Arq. Peter Cook
¿Qué ocurre hoy? ¿Qué sentido tiene el orgullo y ostentación del arte pop?
Está claro que el arte pop y sus derivados de hoy son una ruina.
Un presente y un futuro inmediato de crisis energética, de escasez de materias primas, de cambio climático, de una política populista y panfletaria, de la caída del estado del bienestar y de la inmediatez de una cultura chusca que recorre las aulas, los parlamentos y los medios de comunicación, todo esto, es el erial requemado donde el arte tiene que plantar sus sitiales, una tierra donde edificar arquitecturas de emergencia.
Arte y arquitectura deberán asumir el derrumbe con humildad y entereza.
Museo Ningbo, en el Este de China. Arquitecto: Wang Shu (Premio Pritzker en 2012)
Como en todas las cosas, lo mejor del arte pop ha dejado su huella. Lo demás de este arte no fue más que una moda.
ResponderEliminarAmigo Pedro, casi todos los estilos han dejado alguna obra representativa. El pop expresó muy bien la caída de unas ideologías que fueron fagocitadas por la voracidad de los mercados. Apareció la estética de Wall Street y los ejecutivos agresivos sustituyeron a los intelectuales del Movimiento Moderno.
EliminarSalud
No entiendo de arquitectura, pero si se que todo va engranado.
ResponderEliminarTu última parte lo explica todo: "...Un presente y un futuro inmediato de crisis energética, de escasez de materias primas, de cambio climático, de una política populista y panfletaria, de la caída del estado del bienestar y de la inmediatez de una cultura chusca..." es el camino a un nuevo sistema, el sistema de la inmediatez, las prisas, el no pensar, y la tenencia inmediata de todo aquel deseo que se nos ocurra en el momento.
Nada es como antes porque hemos cambiado de sistema y nos hemos adecuado a su capricho.
Un abrazo
Amic Miquel, el arte después del pop ha de expresar nuestro momento actual de cambio climático, de caída del estado del binestar, del auge de los populismos, la inmediatez y frivolidad de los mensajes...
EliminarNosotros cambiamos con todo esto, la inteligencia consiste en saber cómo adaptarnos a ello.
Un abrazo
Estoy escribiendo desde un despacho rodeado de cristal en todos los sitios menos un lado. Es aberrante, me tengo que ocultar del sol que me da en la cara por el lateral, en invierno es frío y en verano caluroso. Es imagen corporativa, ese diseño que olvida a las personas en pos de una posible alza en el valor comercial de una marca mediante una fachada.
ResponderEliminarNo me gusta la arquitectura que olvida a las personas. Me gusta ser pragmático, después de eso el diseño, pero primero la utilidad a la que va destinado el edificio, la herramienta o la labor. Quizás es que no entiendo de nuevos conceptos o quizas es que no quiero entender algunos nuevos conceptos más destinados a alimentar egos que resolver situaciones, no se.
Un saludo.
Amigo Daniel, se cometen muchos errores, se adoptan modelos insostenibles, falta de sentido común y de sentido de la orientación: las fachadas deben solucionar los problemas de asoleo, deben disponerse los elementos arquitectónicos adecuados para protegernos y dar un cobijo confortable, si no se soluciona todo esto, debemos convenir que nos encontramos ante una arquitectura pésima.
EliminarSaludos
La última fotografía, ese edificio al que se le otorgó un premio, me provoca una sensanción de axfisia tremenda, parece un bunker. Como dijo Tot, yo tampoco entiendo de arquitectura, pero pienso que el sentido de la proporción es importante y siempre hay una opción intermedia entre llenar las paredes de ventanales y cerrarse a al exterior, pues la espectacularidad si no va acompañada de funcionalidad se queda coja.
ResponderEliminarPienso que estamos en un momento en que los pilares de nuestra sociedad se tambalean, un derrumbe que empezó hace tiempo pero que en la actualidad es bien visible en mi opinión. A mi me parece que nos hemos ido radicalizando en todos los aspectos de nuestra vida y ese ir a los extremos claramente nos perjudica.
Un abrazo
Estimada Ana, el edificio de Wang Shu, es a mi modo de ver, una reacción contra la arquitectura ostentosa como la que podemos ver en Qatar o Dubai, aquellos son unos edificios insostenibles, ejemplos de vanidad y ganas de impresionar al mundo mostrando un poder económico desmesurado que clama al cielo ante las desigualdades tremendas que azotan a más de la mitad de los hombres y mujeres que deben soportar las injusticias económicas y sociales. Hoy estos edificios espectaculares son una provocación.
EliminarYo calificaría la reacción de Wang Shu como de “sostenibilidad esencial”.
Soy fiel a los principios de Vitrubio (Vitruvio) “firmitas, utilitas, venustas”, esto es: la arquitectura debe ser sólida, bien construida, útil y confortable para que sirva de cobijo al ser humano, que se ajuste al entorno físico, social y signo de su tiempo. Y bella (venustas) y ahí está la proporción, la armonía de las partes, la composición de los espacios, etc.
Abrazos.
Al releer mi comentario compruebo que escribí asfixia de forma incorrecta, así que rectifico ahora. Entiendo la idea de solidez que comentas, sin duda es un valor necesario en la arquitectura. Pero al observar esa foto, la impresión que me da desde el exterior es de aislamiento, seguramente perdurará en el tiempo pero creo que no estaría muy cómoda si tuviese que permanecer muchas horas en él, no obstante, igual para un museo es lo apropiado, en función de de como quieran jugar con la luz supongo.
EliminarAbrazos
Entendido, Ana, a todos nos ocurre, parece como si las teclas se burlaran de nosotros y luego, aparecen "palabros" inadvertidos.
EliminarYo tampoco permanecería demasiado tiempo dentro de un edificio como el Museo de Ningbo, es una arquitectura para otras latitudes que no se adecua a nuestra mentalidad y sensibilidad mediterránea.
Salud.
Comparto al cien por cien tu escrito. Y ya que en él citas a Robert Venturi, como uno de los tipos que dio pie "para que muchos arquitectos se dedicaran a proyectar una arquitectura anecdótica y divertida", he aquí un párrafo de ese libro que citas, y que en mi opinión tanto daño hizo, al menos según mi manera de ver la arquitectura, más próxima a los principios que citas de Vitruvio en la respuesta a un comentario precedente (“firmitas, utilitas, venustas”).
ResponderEliminarBueno, he aquí el párrafo de Venturi:
«Los arquitectos no pueden permitir que sean intimidados por el lenguaje puritano moral de la arquitectura moderna. Prefiero los elementos híbridos a los ‘puros’, los comprometidos a los ‘limpios’, los distorsionados a los ‘rectos’, los ambiguos a los ‘articulados’, los tergiversados que a la vez son impersonales, a los aburridos que a la vez son ‘interesantes’, los convencionales a los ‘diseñados’, los integradores a los ‘excluyentes’, los redundantes a los sencillos, los reminiscentes que a la vez son innovadores, los irregulares y equívocos a los directos y claros. Defiendo la vitalidad confusa frente a la unidad transparente. Acepto la falta de lógica y proclamo la dualidad».
Amigo GranUribe, “Complejidad y contradicción en la arquitectura” es un libro lleno de anécdotas formales en el que Venturi quiere hacernos entender que la arquitectura es un juguete para niñatos ricos. Venturi ha hecho mucho daño al verdadero sentido de la arquitectura, ésta no es un juego sino un arte cuyo objeto es proporcionar un cobijo confortable al ser humano y hacerlo bajo los principios de buena construcción, adecuación a las funciones y al entorno y belleza en sus formas.
EliminarCuando leí el libro, subrayé entonces este párrafo que citas. Me pareció una majadería y de una incultura total de alguien que se toma la arquitectura como una forma adocenada de espectáculo caro y alienante.
Muchas gracias, amigo, por tu aportación.
Salud.
Solo veo la fachada del Museo Ningbo, pero no me gusta. Ignoró cómo será por dentro.
ResponderEliminarSaludos cordiales
Amigo Luis Antonio, yo tampoco sé cómo será el interior del Museo Ningbo, sólo he visto unas fotos de la fachada y un plano de una planta. Esta obra me parece una reacción contra la arquitectura ostentosa que tanto abunda en occidente y sobre todo en los países del Golfo Pérsico.
EliminarNo se puede expresar mejor: "el erial requemado donde el arte tiene que plantar sus sitiales, una tierra donde edificar arquitecturas de emergencia." Hacia allá vamos, pues.
ResponderEliminarUn abrazo
No se puede expresar mejor: " el erial requemado donde el arte tiene que plantar sus sitiales, una tierra donde edificar arquitecturas de emergencia" (Claro que sin descuidar la estética). Hacia allá vamos, pues.
ResponderEliminarUn abrazo
Amiga Myriam, ciertamente hay que recurrir a la emergencia. Creo que el museo de Ningbo expresa muy bien esta emersión.
EliminarAbrazos