domingo, 19 de junio de 2022

Literatura en un país pequeñito

 

Ràfols-Casamada 

 

 

Supongo que ocurre en todas las literaturas de los países cuya lengua es hablada por unos hombres y mujeres que desde el campanario de su pueblo pueden ver el campanario de la aldea vecina. Son literaturas que corren el peligro de caer en un provincianismo doméstico.


No es, sin embargo, una cuestión de extensión territorial, es, más bien, una cuestión de alcance de miras de los escritores y de los lectores. 


Para escapar de la pequeñez, los autores deben entender muy bien que su localismo sólo alcanzará una dimensión universal si logran deshacerse de las naderías pueblerinas.


El peligro está en lo provinciano, en la situación de mezquindad y en el corto alcance derivado de unas formas de expresión cuya máxima preocupación es “marcar la diferencia” lingüística respecto a las literaturas vecinas. Se trata de intolerancia y de supremacismo lingüístico.


Los lectores aplauden las insignificancias de su escritor, al que suelen elevar a la categoría de aristócrata de las letras –aristócrata del país pequeñito.


Entre bagatelas y chismorreos la literatura provinciana discurre por la nadería. El escritor se rebanea el seso para encontrar algo que contar, narrar una experiencia personal que no va más allá de explicarnos cómo prepara una sopa de ajo. Esta es su literatura de la experiencia. O puede optar por un esteticismo inútil enfrascado en describir la dimensión de su maxilar inferior y compararlo con el mentón de alguna estatua griega, como hicieron los noucentistas.


A partir de ello obtiene el reconocimiento de las instituciones públicas. Las autoridades, convencidas de que cualquier insignificancia, contada con el rigor filológico de su lengua, merece la mayor honra y concederán al autor “aristócrata” las más altas condecoraciones.


Aumenta la vanagloria del escritor y, a la vez, este pobre “aristócrata” tiene que inventar más y más experiencias menudas y, si conviene, dirá que tiene tal o cual título académico y lo cierto es que jamás logró terminar los estudios.


Son los aristócratas de un país menudo que se creen que son más que los demás y que su literatura destila las bondades de un pueblo que cree lo mismo: que es más que los demás.

17 comentarios:

  1. Cuando Ortega estableció, a modo de ley sociológica, que en toda nación hay una minoría que ejerce una acción sobre una masa, no dijo más que lo que el Sr Millet corroboró en sus declaraciones ante la prensa años después: "Somos cuatro cientos y siempre somos los mismos".
    Esos cuatro cientos son los que tienen palco de propiedad en el Liceo (los negocios son los negocios); los que rigen los destinos del dinero en Cataluña (la banca siempre ha sido de ellos empezando por El Banco de Barcelona y acabando por la Banca Catalana (ex-Dorna); los que presiden y dan premios a los literatos de la casa en lengua "de la casa" (así se los llevan siempre los mismos, la Rahola, la Moliner, y todo el grupo Koiné) y así se priva de que pueda entrar ningún catalán con el Cervantes bajo el brazo, léase Matute o léase Mendoza).

    Ya lo dejaron claro en el 2006 Beatriz de Moura y el Sr Herralde, con unas declaraciones que nunca se han tenido en cuenta: "El talento no tiene que ver con las lenguas", dice Jorge Herralde (Anagrama), que considera que los libros catalanes no tienen necesariamente que interesar en Francfort. "El interés por invitar a la cultura catalana reside en los editores alemanes que publican disciplinadamente de 80 a 100 títulos de autores de cada lengua. Esta invitación dará la oportunidad de darse a conocer en Alemania. Hay que apostar por ello sin hacerse ilusiones extravagantes". Beatriz de Moura (Tusquets) es escueta y rotunda: "No concibo la cultura catalana sin el castellano. El privilegio de ser bilingües no debería malgastarse".

    Cuando veo a cierta asociación arrejuntada, a la espera de la subvención anual por parte pertinente para seguir viviendo de "la mamella" me vienen a la memoria las palabras del filósofo Ernest Renan: "Una nación es un grupo de personas mintiendo colectivamente sobre su pasado".

    Salut, bon amic

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    1. Amic Miquel, hacer de la lengua un arma ideológica es una de las cosas peores que le puede ocurrir a un pueblo. Esto aplicado a la literatura deriva en un desprecio a la inteligencia.
      Los intereses económicos están en el inicio de todo nacionalismo. El señor Millet hablaba de cuatrocientas familias que eran según él las que “cortaban el bacalao del asunto”, pues bien, uno de estos cuatrocientos me confesaba: “miri, jo soc nacionalista fins a vint mil duros”.
      Miquel, no quiero hablar de nombres propios, pero te digo, que he conocido autores engreídos que parecen estar planeando a un palmo por encima de los demás mortales, se creen los reyes de la lengua y que su “nobleza” literaria es indiscutible y luego te das cuenta que no han sabido salir de hoyo vital en el que se encuentran.
      Un fuerte abrazo

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  2. Algunos de los que intentamos escribir deberíamos preguntarnos por qué lo hacemos. No creo, en mi caso, que sea para enaltecer nada, ni para llegar a ninguna internacionalidad. Además quizá ni tengamos calidad suficiente para ser leídos, pero confesemos que distrae un "montón" y descarga otro.

    Salut Francesc.

    Anna Babra

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    1. Querida Anna, he leído tus poemas y siempre me han gustado, y te digo que ninguno de tus versos tiene las connotaciones negativas que he expresado en mi escrito. Felicito tus escritos.
      Un abrazo

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    2. Tus comentarios siempre han sido buenos. Gracias por tu aprecio y te aseguro que me gusta que te gusten; pero lo que digo lo veo así. Hay mucha gente que escribe y se cree dios. Te aseguro que no hace falta y además algunos de esto arrogantes se jactan de cultos. Me pesan.
      Yo sé lo que soy (o eso creo) y no pretendo nada más.
      Moltes gracies, Francesc.

      Anna Babra

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    3. No sé si has recibido un respuesta a la tuya. Me parece que no se ha enviado. Sí es así y tienes a bien decirmelo , la volveré a mandar.

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    4. Querida Anna, en los comentarios sobre tus poemas expreso lo que pienso.
      En muchos gremios hay gente engreída, la literatura es uno de ellos, no sé que se creen.
      A más de uno -de estos que son conocidos- le deberíamos recordar que lo que hacen no supera la tarea de un charcutero que al fin y al cabo produce unos embutidos que hacen las delicias de un buen desayuno.
      El trabajo que hacemos (en mi caso arquitectura) debemos hacerlo bien y si el resultado es satisfactorio ya nos consideramos pagados, lo demás es pura vanagloria.
      Salud.

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    5. Y no digamos nada sobre premios que se otorgan o acaban como finalistas. Com tú bien dicen si siguen las normas lingüísticas en cuestión ya es bueno, excelente. Luego oyes o lees a quien lo ha escrito en alguna entrevista y entiendes que todo es teatro.
      Y por desgracia en arquitectura tampoco se hace lo que se debiera.

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    6. Amiga Anna, este es un país pequeño, de distancias cortas y miras mucho más cortas. Se contemplan entre ellos y no van más allá, se conceden premios a los de la misma congregación porque están convencidos de que son los mejores. En arquitectura también pasa lo mismo, aunque en esto hay otros factores que pesan muchísimo y los intereses económicos desvían la atención.
      Salud

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  3. Crear una historia, contarla bien y que llegue al lector no es casualidad. Vivimos tiempos donde las modas (impuestas o no) priman sobre la calidad, creo yo. Y todo se utiliza con torticeros intereses.
    Un saludo.

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    1. Amigo Daniel, la cuestión es tener una idea y contarla bien (sujeto+verbo+predicado), esto sólo es posible cuando el pensamiento está libre de cualquier mezquindad y localismo excluyente.
      Saludos

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  4. La genialidad no se expresa en ningún idioma determinado, pero aquí en Cataluña, todo el esfuerzo es encontrar al poeta nacional, al pintor nacional, al músico nacional. . . . y en tan gran esfuerzo estamos que nuestra mirada no detecta la belleza que nos llegue de otros puntos cardinales, o de otro idioma hermano. O quizás sea la ignorancia la que nos hace ciegos y sordos.

    La entrada me ha hecho recordar que nuestra entrañable ex-presidenta del Parlament, Nuria Gispert, hizo tapar con pintura blanca unos frescos en una celda de la Prisión Modelo obra del artista Hélios Gómez en su época como consejera de Justicia e Interior. ¿ Porqué ?, pues porque el niño Jesús que aparecía en el fresco, tenia rasgos gitanos, muy alejados del niñito rubio y de ojos azules de las representaciones tradicionales.

    El supremacismo siempre se sirve de la cultura para extender su mensaje.

    El mural de Hélios Gómez,era una obra magnífica que golpeaba directamente el alma.

    Y alguien tendría que explicarle a la señora Gispert que un bebé galileo del siglo I difícilmente podia ser rubio y con ojos azules, a no ser que su madre hubiese cometido adulterio con algún germano enrolado en las legiones romanas, que es una posibilidad muy remota.

    Estoy de la cultura de campanario hasta los bemoles.

    Saludos.

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    1. Amigo Rodericus, con este fanatismo identitario, la cultura no levantará la cabeza. Todo se reduce a unas cuantas idioteces insignificantes y pueblerinas. Se reduce al juego de unos niñatos ociosos que no ven más allá de sus narices. Como tú dices, buscan al poeta nacional, al pintor nacional, al músico nacional y se puede que encuentres al gran idiota nacional.
      Saludos

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  5. RODRIGO, FRANCESC, la entrada de Hélios Gómez:

    https://totbarcelona.blogspot.com/2017/06/helios-gomez-la-modelo-y-la-capilla.html

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    1. Sí, Miquel, recuerdo la entrada que pusiste en Tot Barcelona sobre Helios Gómez. Un artista voluntariamente olvidado por los que dicen que son los dueños de la excelencia.
      Saludos

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  6. Buenos días : disculpas por mis ausencias , acabada de llegar de Zaragoza, sin antes pasar a saludar a la familia de Barcelona y si que hay un tufillo extrapolabre a muchos oficios. y sobre todo a este regionalismo o autonomias.Y todo gracias a esta casta de iluminados y sus señas identitarias aamemm.La palabra "provinciano", con sentido peyorativo eso en cuanto al cateto para ser más hiriente. un adjetivo que incluyó María de Molina en su estupendo diccionario.Pero en la literatura estos adjetivos curiosamente son empleados con mucha frecuencia por autores nacidos fuera de Madrid :Galdós
    , Clarín e incluso Cervantes-Esa tendencia a etiquetar las cosas, sin tener la decencia de hacer un repaso por provincias, ahora autonomías y dejar de ser tan derrotistas.Cuando no hay más riqueza que sumar que de eso se trata, de ser un país con gente culta, y en ello lo popular lo provinciano también suma al fin y al cabo como me pasaba cuando iba a Madrid para asuntos varios y comentaban los catalanes sois polacos y a mí me daba un ataque de risa.Núnca escupas para arriba, más provincia que Madrid aunque sea la capital de España.
    Un abrazo y mil disculpas he llegado muy guerrera:)


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  7. Amiga Bertha, hay regionalismos, provincianismo, localismo, dile como quieras y desde luego todo en el sentido peyorativo, el caso es que la acción cultural y literaria en particular, tiende a la exaltación de unos valores anacrónicos, lejos de toda modernidad y cosmopolitismo. Aquí se utiliza la lengua para aislar al vecino, se trata de ir marcando la diferencia y hacer creer al personal que pertenece a un pueblo superior. Exactamente esto es el polo opuesto del reconocimiento universal de la cultura.
    Un abrazo

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