miércoles, 6 de abril de 2022

Languidez

 Muchacha con flores. Federico Zandomeneghi (1841-1917)


 

Cuando el romanticismo arrebatado hacía estragos, la gente moría de amor. Muchos adolescentes sentados a la sombra de un sicomoro contemplaban las margaritas y languidecían.


Aquel estado de ánimo que los poetas románticos expresaron con una adjetivación triste parece retornar. Lo vemos en la sensiblería ramplona actual que inunda los medios de comunicación y las aulas.


Los planes de enseñanza actuales brillan por su ñoñez. En los medios se fomenta la molicie y la tristeza espectacular. Este panorama donde priman las emociones crea un esto de ánimo viscoso que no moja ni deja de mojar.


Estos estados de ánimo, los pinten como los pinten, son viejunos. Aunque sean cosa de jóvenes  no dejan de ser ánimos viejunos.


En sus rostros, las lágrimas disecadas embadurnan las mejillas de los adolescentes que se pasan todo el horario lectivo discutiendo sobre la diversidad de las identidades de género: que si fulanito es bisexual, que si el otro es queer o quizás heterobásico, o trans-lesbiano, o gai-anarcosexual, o no, quizás intersexual o de género fluido…


“-Dónde está Segovia. –No lo sé, pero creo que Segovia es aquella chica que tenía una novia de género inverso”.

Luego lloran y lloran

y vuelven a llorar,

los niños en las aulas,

desde Vigo a Gibraltar.


Lo negativo no es que discutan sobre la diversidad de género, como si quieren hablar de la misteriosa vida de la polilla, lo malo es que perdiendo el tiempo con tanto bizantinismo no sepan dónde está Vigo o Gibraltar y que languidezcan y se conviertan en unos individuos abúlicos y vencidos por la sensiblería.


Sensibleros y trasnochados que se disgustan por una mirada no correspondida y pierden el apetito y pierden la atención. Sus suspiros quedan suspendidos en el aire mientras aumenta su indiferencia ante la realidad y luego será, precisamente, el principio de la realidad el que repartirá las tortas.


La abulia, la falta de concentración y el horror ante el esfuerzo son carencias que quizás podrían remediarse con unas dosis racionales de buen humor, ironía y buena educación.


Mientras tanto, estas gentes que lo fían todo a la inteligencia emocional, son carne de cañón para los psicólogos que se empeñan en ir calificando los efluvios romanticoides y escriben libros de autoayuda.

10 comentarios:

  1. Una de las cosas que han ido de la mano en esta generación es la proporcionalidad directa que existe entre el estado de bienestar y la capacidad de sacrificio.

    Como bien dices, la abulia, la falta de concentración y el horror ante el esfuerzo hacen de estas nuevas generaciones personas frágiles, incapaces de concentrarse y con facilidad al trauma cuando las cosas vienen mal dadas.

    Creo que hace falta, aunque se me tilde de nostálgico, un poco más de disciplina y la obligatoriedad de hacer un trabajo social (antes se le llamaba Servicio Militar), pero no lo digo como social lo del servicio militar, sino un trabajo social como obligatoriedad. Hay mucho imposibilitado, mucho abuelo/solo/a, mucho necesitado mayor con falta de compañía, muchas personas con deficiencias varias a las que les hace falta una ayuda incluso física (ducharse, la compra, la búsqueda de medicamentos, el acompañamiento al médico...etc) y a eso me refiero.

    Pondría a "revenir" la fragilidad de una juventud a la que todo "se la suda", en que lo "lúdico" es su mayor alcance, en donde lo importante es ser "influencer", "diseñadora de temas", "creadora de contenidos" y demás zarandajas que se curan sólo con trabajo esfuerzo y lo dicho anteriormente, capacidad de sacrificio.
    Y ahora se me puede llamar "fascista", que es lo clásico cuando se habla de disciplina.
    Un abrazo

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    1. Amic Miquel, la falta de atención y de interés por el conocimiento se ve no solo en las aulas, también en las conversaciones privadas y en los servicios de atención al público.
      Sé de alguna escuela que ha promovido las actividades de servicio social y sé de algunos jóvenes que han dedicado parte de su tiempo a ellas, pero, por lo que yo he visto, el resultado tampoco ha sido tan fructífero como el que se esperaba. Supongo que algún sociólogo inteligente podría dar una solución más o menos eficaz, pero tengo mis dudas de que le hicieran demasiado caso.
      Un abrazo

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  2. Estimado arquitecto, el mundo ya no es el que era, aseveración que dijeron mis padres y antes sus padres a mis padres, ... y antes...
    Por qué a los jóvenes atraen más las canchitas de fútbol que las aulas?, la respuesta es porque lo que se da en el aula poco sirve para el mundo de estas personitas de hoy, fuerza trabajadores de mañana. Qué sentido tiene recordar dónde está Vigo si eso está en el celular, al enciclopedismo le ganó saber resolver "problemas", separar lo conocido de lo desconocido, buscar conexiones entre partes, reconocer similitudes, le diría que aquí el gran rector es el teorema pi, lo recuerda?
    Mi ingeniero preferido, ing. electrónico, controla variables de fenómenos que le son ajenos, le alcanza con buscar (googlear en un sistema un poco más refinado la ley que les gobierna, diseña y construye prototipos de dispositivos que van desde el campo de la música, la biología, la medicina, la agroindustria, la mecánica, no hay disciplina que le resulte ajena, juega en las grandes ligas de la ingeniería y la verdad es que el único Vigo que conoce es el un fox terrier de un amigo.
    Iñigo de Loyola eligió la Universidad de Paris por sobre la de Salamanca porque en aquella ya existía el alumno tutor de otros, el trabajo en equipo, el libre discernimiento, veritas liberatum. Hoy, como en el 1490, atravesamos un cambio de forma de educar, los profesores universitarios no tecnológicos somos guías, tutores, algo a medida, para lo repetitivo orientado al mundo del trabajo técnico está otro tipo de institutos donde no se crea conocimiento, se aplica, tan valioso como lo otro pero distinto. De manera que a quejarse menos, si Ud. me lo permite, y a zambullirse en la segunda década del XXI, el almanaque no espera. Todo l cual es mi opinión vertida con el mayor respeto hacia su punto de vista. Dicho lo cual no es menos cierto que aún se valora y brilla el individuo renacentista, será porque son rara avis. Sdos.

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    1. Probablemente una “rara avis”, sí, pero provista de sentido común y con esto no quiero decir que los abducidos por google no lo tengan. Ah, y si no saben dónde está Vigo, pues peor para ellos.
      ¿Ha leído usted, Selva, alguna queja en mi escrito?
      Saludos

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  3. Señalas bien la clave: "unas dosis racionales de buen humor, ironía y buena educación"
    Ahora toca ponerla en solfa, ¿sabrán hacerlo? Prefiero no expresar lo que pienso porque no ayudaría nada.

    Un abrazo

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    1. Amigo Luis Antonio, yo creo que para poner en solfa las dosis racionales de buen humor, ironía y buena educación se necesitan unas grandes dosis racionales de buen humor, ironía y buena educación. Ja, ja, ja.
      Un fuerte abrazo

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  4. Estimado Arquitecto, intuyo que sus lectores somos a lo menos 50+ y, aunque así no lo fuera, el mundo es bastante más diverso. En defensa de mi opinión diré que esta viene del palo, tengo más de 40 años de docencia universitaria, actividad que me enseñó a respetar y confiar en los jóvenes, por lo pronto es que no toleren al otro, al diferente, sino que lo respetan y han tomado para sí la defensa y cuidado del ambiente, nosotros lo hicimos bolsa. Pasarlo bien.

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    1. Creo que eso de que los jóvenes respeten a otros jóvenes es algo positivo.
      Saludos

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  5. Mi hijo de 18 años tiene más Cultura que yo y eso es muy bueno, es una persona activa que se mueve por lo que desea y no es muy de quedarse quieto para que otros le solucionen las cosas. La languidez es adictiva, cuanta más tienes más deseas y si no consigues lo que quieres siempre puedes culpar al resto del mundo. Los románticos nunca fueron culpables de nada, tan solo de vivir bajo "ciertas circunstancias". Me parece una visión un tanto egoísta de la vida, Mi "yo" como centro del UNiverso, pero que sean otros los que carguen con la responsabilidad.

    Un saludo.

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    1. Amigo Daniel, es deber de los hijos superar a los padres en cultura y en ganas de trabajar. Bravo por estos jóvenes que lo consiguen y que pueden servir de ejemplo a tanto ocioso y juguetón que llena las aulas.
      Ahora, en las aulas encontramos mucha abulia y mucho juguetón y no sólo entre los alumnos.
      Es muy fácil culpar a los demás del fracaso y las desgracias "románticas" personales, es fácil decir que he suspendido porque los demás me han hecho "bulling"
      Saludos.

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