Joan-Pere Viladecans. Díptico (1998)
En el Paraíso,
donde todo es placentero, no cabe la voz del poeta, en todo caso un corifeo complacido
cantará las excelencias de la Gloria Eterna. En las altas esferas celestes no
hay indignación y ya sabemos que es precisamente la indignación la que hace el
verso.
El primer verso lo
dan los dioses, pero a continuación, solo la acción artística del poeta puede
continuar el poema. En el cielo no cabe la acción, todo está hecho y todo está
servido.
En el Paraíso no hay poesía.
En el Paraíso no hay poesía.
Tampoco la hay
en el Infierno, allí todo es dolor, llanto y crujir de dientes y ya sabemos que
si los dientes crujen no hay palabras que puedan cantar odas o elegías. No hay
libertad en el abismo infernal y sin libertad, el arte no es posible y menos aún
la poesía. El fuego eterno lo quema todo, no hay cuerpos ni paisajes que
cantar, el amor ha desaparecido y la belleza fue injuriada precisamente por un
poeta que se atrevió a bajar unos días al Infierno.
Nota: a propósito de la poesía y el paraíso, dejo este enlace
el librero solícito
sobre una anécdota real.
Me ha gustado mucho lo del librero solícito. No lo había leído.
ResponderEliminarSobre la poesía no se que decir, no soy poeta y no puedo opinar si se hace poesía desde un yate de lujo (creo que no); intuyo también que, desde las chabolas y con el ruido de tripas vacías se pueda llegar a hacer poesía.
Un abrazote
Miquel, lo del "Librero solícito" es un caso real que me ocurrió a mi hace unos años.
EliminarEstoy por asegurar que no hay poesía ni en el Cielo ni en el Infierno.
Abrazos
Muy buena reflexión sobre el arte poética.
ResponderEliminarPobre rodaballo, el de Joan-Pere Viladecans.
Un saludo.
Amigo Cayetano, ya sabes de mi manía de ir dándole vueltas a la cuestión estética.
EliminarEs una pena que el rodaballo haya de verse en estas condiciones.
Abrazos
Qué lástima que vayan desapareciendo los libreros solícitos; a cambio tenemos unos librerías donde las novedades no dejan sitio a los libros raros, los poco leídos y menos conocidos. Cerramos un ciclo.
ResponderEliminarAbrazos
Aquel librero era un hombre de mucha experiencia, observaba a los clientes y recomendaba según su criterio sin importarle demasiado lo qu el cliente buscaba. Sus hijas regentan ahora la librería de aquella ciudad de Castilla pero ya no es lo mismo, ahora tienen mucho libro para turistas. Aquella librería cerró un ciclo.
EliminarAbrazos
Vaya, no conocía el relato divertido, y si es sobre hecho real valor añadido, del librero solícito. Buen regalo te hizo, ¡vive dios! Es un libro que las empresas yanquis han revalorizando, supongo que barriendo para sus asuntos, durante los últimos años. Se lo recomendaban a sus ejecutivos, por algo será y como poco por su actualidad.
ResponderEliminarNi en el Paraíso ni en el Infierno hay poesía ni música (celestial) pero hay que ver el juego que ambos mundos ultraterrestres y ultrauniveresales ha dado a escritores y sobre todo músicos. Tú de eso sabes mucho.
Amigo Fackel, es un relato de un hecho real, aquella librería es muy popular y seguramente la más importante de aquella ciudad.
EliminarEscritores y artistas siempre han imaginado mundos celestiales o infernales y de allí han tomado mucho argumento a sabiendas de que la verdadera inspiración está en los territorios más cercanos.
Abrazos
Muy agradecido, a partir de ahora sabré distinguir al menos si estoy presenciando una parte del Paraíso o una parte del Averno, porque son muchos los lugares en los que no encuentro poesía alguna.
ResponderEliminarAbrazo.
Amigo Pitt, la poesía anda muy escasa. Yo, entre el Cielo y el Infierno, encuentro mucha mugre y mucho bobalicón que se encandila delante de unos versos sentimentaloides.
EliminarAbrazos