Calles atiborradas, parece que la rosa de los vientos nos acerca a venezolanos, peruanos y extranjerianos, checos y metecos. Todos revueltos, risas, dientes, colchones en las aceras y cuerpos enamorados.
Hay tanta diversidad como personas. Unos son más diversos que otros y otros con su diversidad se quedan.
Convivencia y comunicación son el prodigio de la ciudad de los prodigios.
Todo el mapa está lleno: calles, cines, teatros, museos, comercios, restaurantes, bares, comisarías de policía, barberías, tiendas abiertas las 24 horas para que los adolescentes puedan comprar alcohol a cualquier hora, tiendas de cánnabis, clubs privados de consumo de droga, floristerías, etc. Naturalmente con el consiguiente beneficio para todos, tanto para los vernáculos como para los foráneos.
Todo se llena, los transportes públicos que funcionan y los que no funcionan.
Todos nos atropellamos, los de Nordia y los de Moria, los que acuden desde la tramontana, los trasbalcánicos y los de la Patagonia. Chocamos todos, los tolerantes, los veganos y los diversos; los de una acera y los de la otra acera. Entre todos circulan patinetes, coches, motos, monopatines, furgonetas y bicicletas de reparto de comida y de otras cosas, algunas inconfesables, todos lo van llenando todo.
Aglomeración, multitudes, tropiezos, incordios, pérdidas y ganancias. La demografía es una máquina conejera, que es como las hectáreas, que cuando empiezan a parir metros cuadrados no hay quien las detenga.
¡Vivat academia y vivan los colores, las lenguas y las vestimentas! La diversidad enriquece al que se beneficia de ella y al que la padece. En esto hay, sin embargo, una cierta desproporción, creo que son más los que padecen el atropello que los se se benefician de ello. Unas cuentas son largas y las otras son anchas.
Los de un hemisferio bajan y los del otro hemisferio suben. Orondos de ancas hemiesféricas tropiezan con los adelgazados que hacen dieta. En fin, una olla de grillos o un cafarnaún repleto, diverso y movido.
Otra de tus odas a la locura colectiva circundante , llena de sonriente ironía aunq con ese poso amargo que deja la constatación de una realidad incómoda q nos aturde y que a pesar de ello, debemos soportar estoicamente, más q nada porque no hay otra. La diversidad enriquece , sin ninguna duda, pero el revoltijo y la desorganización saturan y generan bastante más malestar y problemas, q beneficios.
ResponderEliminarOtro beso FRANCESC!
PD. No sé por qué pensé al ver el cuadro de Manet q ibas a hablar de su controvertida perspectiva..jaja bueno sí, has hablado de otra perspectiva..la social bastante más distorsionada : ) Feliz día, a pesar del bullicio circundante: )
Querida María, vivo en una zona muy céntrica de Barcelona y hoy al salir de casa me encuentro: tres jovencitas cubiertas con velo islámico, cuatro nórdicos que parecen unos pasmarotes, dos niños con estuches de violín que entran a una escuela de música que hay al lado de mi casa, más de seis ancianos en silla de ruedas que van acompañados de cuidadoras americanas, unos okupas que están pintando grafitis y pegando carteles en las fachadas, dos subsaharianos empujando carritos repletos de perfiles metálicos, unosjóvenes son sus risas que parece que van a la escuela o a la universidad... en un radio de 100 metros de casa me encuentro con una riqueza extraordinaria de gentes diversas a veces incordio, pero nos adaptamos a la idiotez, a la alegría y a la mezcla de colores y lenguas.
ResponderEliminarCasi siempre la imagen que pongo no suele tener nada que ver con el texto que le sigue, se puede decir que la pongo a boleo.
Abrazos mil
Pero las bicis y monopatines, tienen que ir por su carril diferenciado. Es lo que pasa si vives en el centro, que has de añadir el precio elevado de la vivienda, consecuencia de lo que indicas. Todos ricos por patrimonio, plusvalia latente, para estar contento y feliz.
ResponderEliminarSaludos
Car res, en efecto las bicicletas y los monopatines tienen que ir por su carril, pero muchos, muchos no van.
ResponderEliminarAl elevado precio de la vivienda tienes que sumar los impuestos.
Saludos
Uno de los motivos, porque lo puse en la báscula, de mí huida, Francesc. Al final se me hacía duro. Vivía a escasos metros de tu casa, y conozco la zona.
ResponderEliminarPD: Has dejado de lado el sonido incesante de las maletas con ruedas, las cagadas de los perros y el orín de los humanos.
Un abrazo
Amic Miquel, intento contemplar la diversidad en toda su dimensión de molestias y ventajas. Son molestias las que has citado, yo también he puesto otras y más que se podrían añadir, en cuanto a ventajas cabe destacar el enorme potencial de comunicación que tiene la ciudad.
EliminarAbrazos.
Creo que enriquece más que otra cosa, quizás en las ciudades grandes sea más pronunciado y las molestias sean mayores, pero hasta en los pueblos más pequeños ya hay inmigración. El tema es que, además, necesitamos trabajadores, ya que en España se tienen más perros que niños...
ResponderEliminarHasta el año 82 emigrábamos más que los que llegaban. De todas formas, es lo que hay, así que habrá que buscar siempre la parte positiva.
Saludos Francesc
Amigo Fernando, mi balance es positivo, la diversidad siempre es enriquecedora, no hablo contra la inmigración, hablo de la diversidad.
EliminarSalud.
Leonardo Sciascia dijo una vez que prefería una ciudad como Siena o Valladolid para vivir. Pero ni Siena ni Valladolid se libran de las aglomeraciones, de los tránsitos, de las modas, de los rituales y de las convergencias o, como se dice ahora, transversalidades de personal que es reflejo del tiempo que vivimos. Veamos el lado positivo, que todavía lo hay, porque al final solo podremos recurrir al dicho aquel: ¡Es el mercado, imbéciles! Y es así: el mercado ha marcado el origen, evolución y destino de las ciudades. Como si las ciudades fueran un largo viaje desde la Antigüedad. Un abrazo.
ResponderEliminarAmigo Fackel, ahora parece que la aglomeración llega a todas partes, todo el personal se mueve de aquí para allá, algunos dicen que quieren viajar pero no saben adonde, dicen que a cualquier parte. que el caso se conocer "culturas" nuevas. Se van a una ciudad determinada para estar tres días y conocer la "cultura" de un país.
EliminarEl lado positivo es la cantidad de gente que vive de todo este trasiego.
Abrazos.
Ah, te recomiendo este texto del erudito Robert Burton, no tiene pérdida y a mi modo de ver consuela un tanto. Ya ocurrían cosas de ahora en el pasado.:
ResponderEliminarhttps://uvadoc.uva.es/bitstream/handle/10324/51837/Anatom%C3%ADa-de-la-melancol%C3%ADa.pdf
Gracias Fackel, voy al enlace.
EliminarSalud
Veo que ilustras tu texto con un delirio fotográfico de Vik Muniz versioneando muy bien el bar del Folies-Bergère de Manet. Daba gusto ver cómo vestían las camareras de ese cabaret, con su cintura de avispa, tan elegantonas. No sé si en todos esos tugurios era igual; en cualquier caso, comprendo que les gustara ese ambiente a los impresionistas y a los que llegaban a París con el pelo de la dehesa incorporado y ganas de ampliar horizontes.
ResponderEliminarHay que ver qué llena está Barcelona, un delirio "transversal y multicultural", todos moviéndonos entre colchones, bicicletas con caja amarilla adjunta, patinetes, coches bisbiseantes y ruidosos, igual que las motos, persianas "decoradas" por nuestros incansables grafiteros, en fin. Hasta el punto de que hasta en las "islas verdes" es peligroso pasear, si no es arrimado a las fachadas, tal como lo hacíamos por las antiguas aceras de toda la vida. No sé, no sé, cuando vuelvo a casa siento un cierto alivio, tanto frenesí me supera. Incorporo aquí la PD de Miquel, que comprendo que se fuera de aquí y que sienta también alivio paseando hacia y desde el mar, con el único sonido de los pajarillos y el rumor de algún que otro avioncito (y eso que le gustan los aviones, pero no éstos).
Un abrazo
Amigo Gran Uribe, las imágenes que pongo no suelen tener relación con el texto que les sigue. Supongo que esas camareras además eran educadas y de buen trato.
EliminarMe gusta Barcelona, a veces me molesta la aglomeración y la mala educación de muchos transeúntes que van paseando su torpeza espacial, pero a pesar de todas estas molestias admiro la diversidad y la enorme capacidad de comunicación que tiene esta ciudad.
El paisaje urbano está hecho una desgracia, recuerdo aquella campaña del Ayuntamiento de "Barcelona, posa't guapa" añoro aquella iniciativa, en la oficina del "Paisatge urbà" había unos grandes técnicos. Todo ha ido decayendo, continuo pensando que la causa de todo esto parte de las aulas y de la mala educación que reciben los pequeños.
Salud.
Francesc:
ResponderEliminarlo más importante es que haya "respeto" y no hay demasiado.
Salu2.
Sí, Dyhego, el respeto ante todo y luego procurar aprender de la diversidad.
EliminarSin respeto podemos acabar a tortazos.
Saludos.