Las
arquitecturas anteriores al Renacimiento siguen una lógica estructural muy simple
y precisa. Consiste en ir disponiendo el pedrusco adecuado en el lugar preciso
y conseguir con ello una organización espacial que, debido a su monumentalidad,
provoque miedo y sometimiento.
Un sistema de empujes, contra-empujes, arbotantes y contrafuertes impuso durante muchos siglos la lógica del diseño arquitectónico. Todo era cuestión de controlar las fuerzas:
A todo empuje le contraponían
una masa.
Todo lo que empuja por el interior del edificio se contrapesa en el exterior
del mismo. Si dentro de la nave hay imágenes de santos y mártires, en el
exterior colocamos gárgolas espantosas, demonios y monstruos bicéfalos.
Para contener los empujes de las bóvedas interiores colocamos los arcos
arbotantes exteriores, que a pesar de su desproporción, obedecen a una razón
estructural.
Si las bóvedas de dentro se ornamentan con ángeles y serafines, en los arbotantes exteriores colocaremos demonios y dragones como contrapeso.
Así dispuesto el espacio, en el interior de los templos se produce una catarsis
y algún mareo. A esto también contribuye el efecto del incienso y de los cirios
encendidos.
El espacio interior de la nave y los sermones desde el púlpito, cuyo eco rebota
en las paredes y vitrales, no contribuyen a la reflexión ni a la racionalidad,
sino más bien al furor místico o algo así. Sólo la razón puede contrarrestar la
catarsis y la mística.
Me desagrada la petrificación de la escolástica de las catedrales góticas, la reverberación de los sermones y de las iglesias románicas, me disgusta el monolitismo y el grosor de sus muros.
Hoy se repiten algunos desagrados. De las sedes corporativas de las grandes multinacionales me desagradan su furor tecnológico y su ostentación.
Celebro, sin embargo, que aquel monolitismo medieval diera como resultado algunas magníficas arquitecturas que hoy perduraran y celebraré que el furor tecnológico y la ostentación de los edificios corporativos actuales no sea otra cosa que una fragilidad que flota sobre las aguas de un tiempo líquido.
Una observación que agradezco; la de ese contraste polar entre el ornamento exterior y el interior. Harto de verlo y, sin embargo, nunca se me ocurrió su relación de contrastes.
ResponderEliminarAmigo Noxeus, casi siempre los ornamentos y las molduras obedecen a criterios constructivos y estructurales, si no es así, el ornamento es una filfa, pura mandanga. Todo en arquitectura debe tener su función (estética, estática y adecuación al medio o a la función).
EliminarUn abrazo
Me ha gustado, como ha dicho anteriormente Noxeus, el contraste de ángeles y demonios.
ResponderEliminarNo me lo hubiera planteado nunca.
Yo lo observo en los personajes de la obra, cuanto más poder tienen más abalorios encajan.
Cruz, mitra, báculo, anillo, solideo y palio, todo eso para obispo.
Un simple "sari" es la total vestimenta que regentan las misioneras Teresas de Calcuta.
Entre "el uno" y "las otras" hay tantas , tantas diferencias que incluso se diría no pertenecen a la misma secta, la Cathólica.
PD: Gracias por las observaciones, es un lujo tenerte cerca.
Salut
Miquel, es una cuestión de contrapesos. Salud,
EliminarLa Iglesia Católica se estructura sobre una jerarquía ,lógico de sus uniformes,símbolos, reglas,legalizadas por medio de bulas y leyes.Lo contrario sería una secta.No es el caso.Que quede claro.
ResponderEliminarComo va de gustos,cantar y escuchar el órgano de la Catedral-Mezquita de Córdoba es todo un placer para los sentidos.
Los monumentos,catedrales,basilicas e iglesias católicas,no dejan de estar en las mismas ideas y reglas que emanan de su jerarquía:crucero,capillas,imágenes. Todo tiene un sentido propio.Se nota en cuanto entras en la Mezquita-Catedral indicada,hay diferencias claras de las dos religiones.Por ejemplo en la parte cristiana(lugar santo,para cristianos),hay tumbas de personajes representativos.Al contrario,en la parte mezquita,no las hay,porque estaba prohibido por la religión muslmana,por ser lugar santo para ellos.Dos ideas contrarias.
Saludos
Amigo Car res, poco puedo hablar de la Iglesia y su jerarquía, tampoco de su liturgia, bulas o leyes eclesiásticas, no sé nada de todo esto. Aparte de tramitaciones más o menos administrativas, jamás he tenido trato con esta institución milenaria.
EliminarEn cuanto a la arquitectura de los templos sí que puedo comprobar si se adecuan a su función y a juzgar por su uso a lo largo de los tiempos podemos asegurar que se trata de unos edificios adecuados. Parece que estas construcciones tienen “un sentido propio” como tú dices.
Me interesa el juego de contrapesos y la interpretación de los esfuerzos estructurales bajo una visión simbólica.
Saludos.
Me parece fantástica esta entrada tuya, mi querido FRANCESC! Aunq a mi sí me gustan las catedrales góticas, el románico lo encuentro mucho más mazacote, ahí sí que hay contundencia y sometimiento, muros fortificados y solidez primando frente a cualquier otra cuestión. En el gótico catedralicio lo esbelto y la luz, se imponen frente a la oscuridad rotunda del románico y aunq tienes razón que resultan un tanto apabullantes , tb favorecen la serenidad y el recogimiento, aunq solo sea por lo minúsculo q uno se siente ante tanta inmensidad pétrea.
ResponderEliminarLas multinacionales tecnológicas, tienes razón, usan esa misma técnica del apabullamiento en lugar de con piedras con bits, metadatos e infinidad de sistemas q manejan como sumos sacerdotes de todos los pobres mortales q dependemos absolutamente de su santa voluntad, ahí si q no tenemos alternativa tienes q ser feligrés e ir a sus misas te guste o no...respecto de los edificios corporativos , son todo ventanas y vidrio inmensos q si un día se desmorona tan nos harían cisco...carne picada para hamburguesas jajaja creo q para ese momento nos valdría el Requiem de Mozart y su preciosa Lacrimosa ( cómo no lo viste bajo "somos polvo de estrellas' estaba pensando en lo mucho q ibas a disfrutar, justamente tú, con ese vídeo, cuando lo colgué ; )
Muchos besos y que ninguna piedra con forma de gárgola te importune , porque a ti no creo q ya nada te asuste
Amiga María, aunque sea la expresión pétrea de la escolástica, yo también prefiero el gótico.
EliminarLa búsqueda de la luz con esos grandes vitrales góticos, son un prodigio.
El primer románico es tenebroso, muchas veces da miedo hasta al más fornido entrenador de fitness. El amontonamiento de piedras del románico y su solidez son desproporcionados.
Cambian las técnicas, pasamos de los arbotantes góticos a los actuales muros cortina de vidrio parhelio y aluminio anodizado, pero al final siempre es lo mismo, unas arquitecturas para decir al mundo quién es el que manda.
Nos miraremos estos monstruos de cristal a cuatro vientos escuchando el Requiem o el Stabat Mater de G. B. Pergolesi.
Besos.
En esencia la idea del templo alzado no ha variado. Templos a los dioses y a sus castas antes y ahora, pues hay que ver qué mezquitas levantan aún por ahí. Templos al mercado de multinacionales los conoces mejor que yo. Lo civil y lo religioso se funden en su "espiritualidad" del dinero.
ResponderEliminarY que a mí me gusten tanto los arbotantes, sobre todo en aquellas monumentalidades de Chartres o Amiens...Tienen su gracia.
Muy bien por tu parte la comparación de las fuerzas físicas de la arquitectura gótica o románica con las fuerzas simbólicas: santos dentro, demonios fuera. La dualidad humana, al fin y al cabo.
Amigo Fackel, a lo largo de la historia, siempre se han levantado templos a unos o a otros dioses. Estos templos siempre se caracterizan por su monumentalidad. En cada momento se han utilizado los materiales y las técnicas que tenían a mano y siempre las obras se han cimentado sobre símbolos y dinero. Siempre ha habido una “multinacional” detrás y dentro de cada templo.
EliminarSalud