La jirafa en llamas (1935) Salvador Dalí
Identificar los rasgos surrealistas de una obra de arte
puede ser más o menos sencillo: visiones oníricas, expresión de una realidad
ilógica, dominio del subconsciente sobre lo razonable, etc. Estas
características definidas en el Manifiesto Surrealista resultan fácilmente
reconocibles en las artes plásticas y en la literatura, pero cuando se trata de
música, su identificación se complica.
Ha habido músicos que han compuesto obras para ballets
con decorados y vestimenta surrealistas, compositores que han formado parte de
grupos surrealistas, pero de esto no se colige que su obra sea surrealista.
La naturaleza abstracta de la música resulta difícil de
quebrantar por una realidad ilógica. Incluso, podríamos hablar de ciertos
sonidos oníricos que el compositor haya percibido en sus sueños, ahí están
algunos fragmentos de El Mesías de Händel o algunas piezas de Tartini pero, desde
el punto de vista formal, no hallamos una partitura surrealista hasta el siglo
XX, en pleno fragor de las vanguardias europeas.
Hay contadas obras musicales, muy pocas, que puedan
considerarse surrealistas strictu sensu.
Quizás el más conspicuo de los músicos surrealistas sea el marsellés Milhaud.
Darius Milhaud (1892–1974) perteneció al Grupo de los Seis, aquellos artistas que
se oponían al wagnerianismo y al impresionismo musical.
La politonalidad, la incorporación de ritmos brasileños o
del jazz y la mescolanza de lenguajes musicales, dispuestos de manera que
discurren entre ensoñaciones e imágenes oníricas, hacen de la música de Milhaud
un conjunto surrealista singularísimo.
Obras como Brebis
égarée (Oveja descarriada), la música para algunos poemas de Paul Claudel, la
Suite provençale (1937), Le pauvre matelot (El pobre marinero), Le délivrance de Thésée (La liberación
de Teseo), La mère coupable (La madre
culpable) y muy especialmente Le Bœuf sur
le toit (El buey en el tejado) son partituras claramente surrealistas.
El
surrealismo no es exclusivo de ningún territorio determinado. En todas partes
hay artistas que se inspiran en lo que sueñan, y hombres y mujeres que viven de
ensoñaciones, pero es en este litoral mediterráneo, azotado por un siroco que a
veces produce dolor de cabeza o por una tramontana que se lleva los mosquitos y
enloquece a los más cuerdos, en esta franja risueña y soleada que se extiende desde
el norte de Cataluña hasta Marsella y recorre los campos de lavanda de Provenza,
es precisamente en esta tierra, donde más virulencia ha tenido el surrealismo. Aquí se
han hecho obras de arte como las pinturas de Dalí o partituras como "El buey en el tejado" de Milhaud y se han realizado acciones
de gobierno a partir de los sueños más estrambóticos.
Difícil cuestión si no hay palabras o imagen. Al menos para los no entendidos en lenguaje musical.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano. Podríamos hablar de imágenes musicales. La música es un arte muy abstracto, pero también en la abstracción encontramos lo ilógico o lo onírico.
EliminarSaludos
No sabes cuanto agradezco tu entrada.
ResponderEliminarJamás se me dio por pensar en la música como partícipe del movimiento bretoniano.
Lo primero que he hecho es apuntarme la partitura y el autor, pues tengo muchas ganas de saber como se articula en música el surrealismo, no veo la manera, acostumbrado como estoy en observarlo en los movimientos pictóricos.
Voy a buscar ¡
Un abrazo
salut
Amigo Miquel. La música la encontramos en casi todos los ismos artísticos, su diversidad y expresión es riquísima. En el surrealismo como en el expresionismo o en el arte románico hay una expresión musical que corre paralela y completamente imbricada, trabada diría yo, con el panorama artístico de cualquier momento histórico y el surrealismo musical no iba a ser menos.
EliminarEs una pena que cuando hablamos de arte, limitemos, en general, nuestra mirada solamente a las artes plásticas.
Te recomiento "Le Bœuf sur le toit" (El buey en el tejado), te gustará.
Salud
https://www.youtube.com/watch?v=Bv9ii_uc2Rc
ResponderEliminarExtraordinario. No sabía nada ¡
Muy, muy bueno
Salut y gracias
Celebro que te haya gustado. La obra de Darius Milhaud es sorprendente.
EliminarSalud
Sólo en los sueños se alcanza la libertad. No me sorprende que muchos artistas recreen lo que sueñan...
ResponderEliminarEn efecto, Luis Antonio, muchos artistas se valen de las ensoñaciones y de visiones oniricas. Otros, sin embargo, desarrollan un arte excelso a partir de la realidad y la razón, estoy pensando en Bach o en Miguel Ángel. Al final, lo que importa es el resultado.
EliminarAbrazos
Gràcies Francesc.
EliminarHe aprendido un poco más y he descubierto a Milhaud y ese Boeuf sur le toit que es de lo más original que había escuchado, desde luego no deja para nada indiferente.
Un abrazo
Amiga Conxita, Milhaud és un gran músic.
EliminarCelebro que el meu escrit t'hagi servit.
Abraçades
No soy muy de surrealismo pero en el dibujo/pintura me gusta la delicada ensoñación de Remedios Varo. En cuanto a música, tendré que escuchar atentamente la obra de Darius Milhaud que no conozco, y que por lo que dices creo que me encantaría.
ResponderEliminarUn abrazo
Amiga Myriam, tampoco a mí me entusiasma el surrealismo aunque debo reconocer que ciertas obras me resultan agradables y sugerentes. En música, creo que Milhaud es un buen repesentante del surrealismo, no hay demasiados compositores que podamos calificar de surrealistas, la naturaleza abstracta de la música choca bastante con las imágenes oníricas.
EliminarAbrazos
Tienes mucha razón; en música es más difícil encontrar ecos surrealistas, por su naturaleza esencialmente abstracta.
ResponderEliminarNo sé a qué fragmentos de El Mesías de Händel te refieres; en cuanto a Tartini, pasó encerrado mucho tiempo y quizá allí se acrecentarosn esos ecos, como el que se percibe en la «Sonata del Diablo».
No conozco mucho de la música de Milhaud y te agradezco mucho que nos ilumines al respecto.Tomo nota.
En cuanto a la tramontana o al mistral, le vuelve loco a cualquiera, empezando por el pobre Van Gogh, que no sé cómo se las apañaba para pintar «au plein air» en plena ventisca.
Y, por cierto, Gerona tiene muchos locuelos de sueños estrambóticos...
Amigo Granuribe. La tradición cuenta que unos cuantos días antes de la composición del Aleluya del Mesias, Händel se encontraba indispuesto, se lo pasaba muy mal, tuvo fiebre y temblores, hasta que una noche, fatigado quedó sumido en un sueño profundo, durmió muchas horas y se despertó sobresaltado, y tomando un papel pautado escribió el fragmento del Aleluya, se dice que lo pergeñó en un sueño creativo. Tartini llegó a decir que la Sonata del Diablo se la había dictado el propio demonio en un sueño.
EliminarDarius Milhaud es casi imprescindible.
En Gerona, la tramontana sopla muy fuerte, bate los porticones de las ventanas y trastoca la mente, de hecho, algunos quedan afectados y luego hacen lo que hacen, "estrambocidades"
que maravilla de arte Me has encantado con tu texto
ResponderEliminarGracias, Recomenzar, me alegro que te haya gustado.
EliminarEl texto es una breve y humilde reflexión sobre el surrealismo visto desde el punto de vista sonoro.
Hola! Te agradecería mucho si me dieras algunos nombres de artistas musicales de hoy en día en el que haya surrealismo, más que nada música para jóvenes.
ResponderEliminarAdemás de Milhaud, encontramos características surrealistas en la obra de:
EliminarLouis Durey,
Germaine Tailleferre,
Georges Auric
y también en algunas partituras de
Arthur Honegger y Francis Poulenc.