Edificio de la Cancillería (1938). Berlín.
Arquitecto Albert Speer
El neoclasicismo, manipulado de una manera o de otra, ha sido habitualmente utilizado por los regímenes totalitarios. Por lo que parece, al autoritarismo le complace la monumentalidad del neoclasicismo que suelen agrandarla y utilizarla como herramienta de propaganda política.
La arquitectura del III Reich adoptó el lenguaje neoclásico, exageró sus proporciones, añadió un cierto folclorismo e impuso unos órdenes clásicos desmedidos como forma de intimidación.
Los ideólogos del nacionalsocialismo consideraban que el nuevo estado imperial alemán debía disponer de un arte redentor y la arquitectura había de ser el “Arte de estado” que representara la “nueva cultura” alemana. En este escenario de supremacía y fanatismo, el Führer sería el escultor del pueblo y éste sería la masa con la que Hitler modelaría la Neue deutsche Kultur, la “nueva cultura” de los siglos venideros.
Thomas Mann decía no tener absolutamente ninguna duda de que el deseo principal del Hitler no era la guerra sino, la cultura alemana. Naturalmente una cultura germana supremacista.
Esta quimera del Führer no deja de ser una entelequia, sí, pero se trata de una fantasía criminal que produjo millones de muertos. Y a la vista de tanto dolor y de tanta muerte nada importa la arquitectura y toda la Neue deutsche Kultur. Nada. Todo es miseria y barbarie.
El principal ideólogo de la Nueva arquitectura alemana (Neue Deutsche Baukunst) fue Albert Speer. Este arquitecto desarrolló un lenguaje neoclásico híbrido, contaminado con elementos del iluminismo francés (Étienne-Louis Boulleé, Claude-Nicolás Ledoux y otros visionarios) y también con componentes provenientes de las arquitecturas egipcias y mesopotámicas. De este batiburrillo resultó una arquitectura ecléctica tremendamente desproporcionada y monumental.
La arquitectura alemana del III Reich es un discurso a favor de lo descomunal y la desproporción. El pretendido neoclasicismo de Albert Speer es un esfuerzo por añadir desproporción a la habitual y consabida desproporción del neoclasicismo Beaux Arts que encontramos en muchas ciudades europeas y americanas.
El neoclasicismo manipulado y el eclecticismo del Tercer Reich hicieron las delicias de la arquitectura franquista. La arquitectura española de posguerra adoptó el lenguaje neoclásico adaptándolo según diversos matices, ahí encontramos: "neoherreriano", "regionalista", "neovilanoviano", "ruralista" y con ellos, una serie de variantes que corresponderían a las diferentes facciones del poder franquista, por ejemplo, "tradicionalistas", "africanistas", "carlistas", "juanistas", "falangistas", etc. Todos ellos opuestos a cualquier signo de modernidad.
Arco de la Moncloa. Madrid
Vi en una ocasión un documental en la 2 sobre el arquitecto alemán que mencionas y su arquitectura monumentalista. Me resultó interesante.
ResponderEliminarAl interrogante que siempre me he hecho y que pregunté a Manolo Reguera (profe que tuve de Historia del Arte -él era arquitecto-) sobre El Valle de los Caídos y su monumentalidad me contestó: que él consideraba que dentro de sus dimensiones era funcional y se aprovechó para que Ávalos hiciera sus esculturas que él consideraba que eran muy buenas.
¿Entra también la desproporción en El Valle de los Caídos?, porque yo (neófito) no se la veo, o quizá es que la cruz es demasiado grande para todo aquello.
Siempre ha sido un edificio que me ha tenido en dudas. No se como mirarlo.
Gracias
Amic Miquel, Albert Speer, fue uno de los más conspicuos diseñadores y definidores de la estética nazi, puso su conocimiento al servicio del totalitarismo. Fue, eso sí, un gran arquitecto, pero su obra está, a mi modo de ver, contaminada por una enorme desproporción. Ya sabes, Miquel, que yo siempre he considerado que la proporción es fundamental, tanto en la creación artística como en las relaciones humanas. Equilibrio, discreción, mesura, ponderación, temple, sensatez…, en esta línea procuro comportarme. Por esta razón me molestan los sentimientos arrebatados y la desproporción.
EliminarBusco la proporción en el arte y en la naturaleza. Matemáticos y artistas, ya desde la antigüedad, han buscado la proporción perfecta, le han llamado segmento áureo, divina proporción o número de oro, Luca Pacioli, el fraile y matemático del Renacimiento ya le puso números a todo esto y más modernamente el rumano Matila Ghyka que era militar, escritor, matemático y muchas otras cosas más escribió “El número de oro”, dos volúmenes donde explica la persistencia de la proporción áurea en el arte y en la naturaleza. Te recomiendo mucho este libro “El número de oro” y también “Estética de las proporciones en la naturaleza y en las artes”.
En cuanto al Valle de los Caídos, te diré que lo encuentro sumamente desproporcionado, en cierto modo brutalista, considero, sin embargo, que la obra de Juan de Ávalos es de gran calidad. En esto pasa como en el caso de Speer. Unos buenos artistas al servicio de unos disparates desproporcionados que se erigen en instrumentos de propaganda.
Abrazos.
Gracias, Francesc. Apunto el de Matila. Voy a ver si lo encuentro en la Biblio, o bien en PDF. En último término, de segunda mano.
ResponderEliminarSalut ¡¡
Tuve la ocasión hará unos veinte años de leer las memorias de Albert Speer, con cierto morbo : ¿ como demonios alguien con su inteligencia había acabado colaborando con aquella pandilla mezcla de delincuentes y de psicópatas que eran la jerarquía nazi ?. También saber como había escapado a la pena de muerte en Nuremberg.
ResponderEliminarSpeer se preocupa mucho en su escrito de exculparse y negar todo conocimiento del holocausto y del trabajo-esclavitud en las fábricas de armas, y la Organización Todt a pesar de haber dirigido la producción en los últimos meses dela guerra.
Hitler fue un arquitecto frustrado, que se sirvió de la técnica de Speer para edificar mastodónticos edificios oficiales, especulando también con levantar Germania, la nueva capital del Reich sobre los escombros de Berlín una vez acabada la guerra en ese mismo estilo neoclásico inflado y desproporcionado.
El único edificio superviviente de Speer en Berlín, el Ministerio del Aire, tal y como dices, intimida al visitante por sus formas y sobre todo, las dimensiones.
Un saludo.
Amigo Rodericus, las memorias de Albert Speer dan una gran información de aquellos años de intolerancia. Speer fue un hombre inteligente, dibujaba muy bien y argumentaba de manera muy convincente. Estuvo al servicio de una causa criminal como muchos otros intelectuales y artistas. No siempre inteligencia y sabidura van juntas.
EliminarLa negación del holocausto que hizo Speer tuvo un efecto de exculpación muy difícil de entender. No sé.
Saludos
Si mal no recuerdo, a Albert Speer lo condenaron a muerte en los Juicios de Nuremberg. Terrible arquitectura por todo lo que significa, como la arquitectura de los Campos de Exterminio con los hornos Crematorios.
ResponderEliminarAbrazos
RECTIFICO: Speer no fue condenado a muerte sino a 20 años de Prisión.
ResponderEliminarSí, Myriam, Speer se libró de la pena de muerte.
EliminarAbrazos
No hi havia estat mai. Fa uns anys vaig anar al "Valle de los Caídos", pura curioositat. Impresionant desmesura voluntaria. Calfred pel que representa i per la pedra que s'erigeix per damunt de qui la mira, per damunt de tot. Sense mesura dimensional, sense proporció adient.
ResponderEliminarSalut.
Anna Babra
Sí Anna, és un disbarat monumental. La desproporció caracteritza aquest tipus d'arquitectura.
EliminarSalut
Supongo que conocerás el libro de las Memorias de Speer publicado por Acantilado.
ResponderEliminarSí, sí, lo he leído. Este es uno de los libros que tuve que tirar porque se me estropeó con la inundación. Luego lo he vuelto a adquirir.
EliminarSaludos
¿Merece po9r lo tanto la pena saber del autor y de sus visiones?
EliminarAmigo Fackel, yo creo que merece la pena saber cuanto más mejor. Saber de algo no quiere decir aceptarlo o compartirlo.
EliminarSalud