«El rinoceronte es el único animal que transporta una increíble suma de conocimientos cósmicos dentro de su armadura» Salvador Dalí
El surrealismo en Cataluña tiene unas características propias que lo sitúan en el mapa del arte europeo de una manera singular. Es un estilo afectado por vientos caprichosos y por la actitud positiva de unos artistas que repudian epopeyas de condes peludos y se complacen sustituyéndolos por constelaciones y rinocerontes.
Constelacions - Joan Miró
Cataluña es un territorio barrido por un viento de tramontana que ahuyenta a los mosquitos y por un mistral que sopla contra el ruralismo. Pero, aun así, los mosquitos que todavía permanecen, continúan picando y la idiotez pueblerina se empeña en convertir los bulevares en huertos urbanos.
Cuando intento relacionar el surrealismo catalán con el carácter de este pueblo me sumerjo en una reflexión interminable que camina a lo largo de esta franja risueña que se extiende de los Pirineos hasta el delta del Ebro.
Por el camino encuentro anarco-carlistas, separatistas-integradores, modernillos-tractoristas, obispos izquierdosos, pijos-andrajosos, pacifistas que quieren tener un ejército propio…
Y por aquí, me encuentro:
Con los versos de J.V. Foix, el poeta pastelero de Sarrià, que era tenido por moderno mientras utilizaba un lenguaje arcaico y que hoy sus compatriotas lo consideran de un extremo y resulta que era del otro.
Con Mercè Rodoreda y su “Colometa” que siendo de una modernidad apabullante nos las presentan como una pareja de pánfilas.
Con la opinión generalizada de que Joan Miró era un alma cándida que perdía el tiempo mirando los pájaros y las estrellas y reducen su universalidad un infantilismo naíf.
Con la crítica oficial que considera el arte de Tàpies como una manifestación de arte pobre y dicen que el arte de Antoni Tàpies es humilde. Y a este humilde le conceden un título nobiliario, un marquesado.
Con la poesía de Espriu que era un federal convencido y que ahora las instituciones nos intentan convencer de que era un nacionalista morigerado. Salvador Espriu fue el gran poeta que era capaz de escribir un drama representado por unos títeres y al mismo tiempo escribir unas elegías a una piel disecada de un toro salvaje y trágico. Un magnífico poeta que los catalanes no parecen entender.
Los catalanes afectados por los vientos de mistral y de tramontana y, sobre todo, los afectados por una ideología romántica de símbolos medievales, son capaces de vilipendiar al más grande de nuestros escritores –Josep Pla– mientras encumbran a escritoras mediáticas que nos cuentan sus aventuras borrachuzas.
Aquí otorgamos modernidad a lo arcaico, buscamos una épica nacional entre la oscuridad de la Edad Media y afirmamos que el Pantocrátor de Taüll es el súmmum de la innovación.
Este es sin duda un territorio de surrealismo aventado y de engreimiento estructural.
Quizá porque no nos damos cuenta de que estamos viviendo en una aldea de siete millones y medio de habitantes, y desde el atril de la plaza Sant Jaume, el que dora los discursos la ve como la Plaza Roja de Moscú.
ResponderEliminarQuizá es que no sepamos medir las distancias, ni comparar las métricas, pensando en que el sistema decimal estña confeccionado a nuestra medida.
Quizá no sepamos ni como salir de un lugar, si con cara de alegría y de triunfo o con cara compungida y de tristeza.
Quizá ni nos conozcamos, y seamos la gran cuna surrealista porque superamos todo aquello imaginable, aunque visto lo visto, la realidad siempre, y en esta tierra, supera la ficción.
Salut
Sí, Miquel, vivimos en una aldea muy pequeña que forma parte de un mundo donde hay otras personas que no son peores ni mejores que nosotros. Aquí hay charlatanes, gentes que representan un papel y que les interesa más la representación que la realidad.
EliminarMuchos se empeñan en continuar encerrados en el corralillo y ponen un semblante compungido cuando ven que más allá de esta franja risueña hay otras sardinas que son tan buenas o mejeros que las que se pescan por aquí y que las habichuelas crecen como las de otros campos.
Aquí solemos embobarnos con cualquier manifestación simbólica y toleramos cualquier barrabasada si quien la comete es un bobo manipulador de los nuestros.
Estos comportamientos bobalicones, pánfilos y alelados no tienen nada que ver con el surrealismo. Los primeros dan pena y el surrealismo es una forma de arte.
Abrazos.
Por mal camino van los que se miran continuamente el ombligo y no van más allá de sus cuatro cosas locales.
ResponderEliminarUn saludo.
Así es, Cayetano, esta gente se encuentra dando vueltas por un corralillo muy pequeño.
EliminarSaludos
Te has olvidado de Subirachs y sus peñascos con aristas, que en su momento fue el "escultor nacional de Cataluña".
ResponderEliminarCuando son necesarios "genios nacionales", la mediocridad es ensalzada hasta el apoteosis.
Los "genios nacionales" desaparecen, los políticos se van, pero los peñascos quedan.
Si Gaudí levantase la cabeza....
Saludos.
Amigo Rodericus, seguro que me he olvidado de muchos.
EliminarHay una voluntad institucional de atropar a cualquier artista, escritor, pensador, científico o lo que sea y llevarlo a la "causa", pero las cosas son como son y al final cada uno queda situado donde le corresponde, ya sea por su acción o por su inteligencia.
Y entonces, como tú dices, estos que creen ser más que los demás se ven obligados a ensalzar la mediocridad (algunos no alcanzan el nivel de mediocres).
Ay si Gaudí levantara la cabeza, seguro que volvería al reino de las tinieblas donde seguro que allí debe haber gente más
"neta
i noble, culta, rica, lliure,
desvetllada i feliç!".
Saludos.