La
cabeza de un individuo pesa,
más
o menos, ocho quilos,
que
es el peso aproximado de un buitre.
Todo
aquel que tenga capacidad de pensar
debe
soportar el lastre de su testa,
incluso
los intelectuales existencialistas han de aguantarlo.
Los
huesos de la cabeza protegen
el
órgano más pesado del cuerpo humano, el cerebro,
que
pesa igual que un ladrillo macizo.
El
peso y las medidas de un cuerpo generoso
no
son distintos a las de un criminal.
Los
dos están cubiertos por una capa de piel que pesa once quilos.
La
lengua, por afilada que esté,
mide
tres veces menos que una cotorra.
Lengua
y cotorra articulan voces aladas y canciones de despedida.
El
amor no precisa la fuerza del motor de sangre
para
mover el sol y las demás estrellas.
El
esfuerzo sanguíneo y la práctica del amor hacen sudar.
Aún
no se ha podido pesar el alma,
hay,
sin embargo, quien asegura que pesa veintiún gramos,
tampoco
sabemos dónde se aloja, si en la cabeza o en los pies.
No
hemos podido medir la dimensión del odio,
sólo
conocemos sus efectos y las calamidades
que
produce, que a menudo se resuelven a navajazos.
Las
teorías fisionómicas no han conseguido esclarecer
de
qué manera los mapas del rostro expresan
el
engaño inconmensurable de una mirada.
Conocemos
la capacidad de la vesícula biliar,
pero
no sabemos dónde se halla la bilis negra
que
provoca tristeza y mal genio.
Todo
es bastante desconocido,
el
comportamiento de un virus y el peso del llanto.
Pero
sabemos de la infinitud de la estupidez humana.
Debemos
diseñar instrumentos de precisión
para
continuar pesando y midiendo
y
poder conocer la dimensión de los cuerpos y las cosas.
F.C.
F.C.
¡Touche¡, amic Francesc. Touche.
ResponderEliminarHubiera querido rebatir el argumento, de verdad que lo hubiera querido, sabes de lo especulativo que soy con la dichosa metafísica, pero me es imposible ante los últimos párrafos: "pero sabemos de la estupidez humana".
Lo desconocemos todo, todo, incluso nos desconocemos a nosotros mismos.
Un abrazote.
Miquel, tan cerca tenemos el objeto a medir y cuánto nos queda por conocer.
ResponderEliminarSalud
Sabia reflexión la tuya, amigo Francesc.
ResponderEliminarMe quedo con lo anecdótico: lo del "ladrillo macizo". Creo que no pocos tienen más ladrillo que cerebro. A lo mejor, uno mismo no está exento de ello...
Saludos cordiales
Amigo Luis Antonio, estos versos son solamente una comparación de pesos y medidas.
EliminarLas propiedades del ladrillo rozan la nobleza: su modulación permite aparejos muy bellos, es un material prácticamente imperecedero, buen aislante acústico y térmico, su comportamiento mecánico es muy notable, tiene buena manejabilidad, valoramos su acabado, en obra vista gusta a casi todos los públicos, su proporción entre peso y resistencia es muy equilibrada, etc. ¿Cuánto daríamos para que muchos cerebros tuvieran alguna de las propiedades del ladrillo?
Saludos
Me temo que cuando a uno se le dice "cabeza de ladrillo" lleva otras intenciones...
EliminarSeguro, Luis Antonio, seguro que cuando dice "cabeza de ladrillo" convierte el ladrillo en una metáfora poliédrica. Ja, ja, ja.
EliminarAbrazos
Precioso poema lleno de ironía. Me encanta, y refleja mi propio pensamiento, pero bien dicho.
ResponderEliminarAmiga Viky, ironía contenida y constatación.
EliminarAbrazos
¿Me permites publicarlo en facebook?
ResponderEliminarAmiga Viky, cuando lanzo un poema o un escrito ahí queda, se puede usar y tirar, total tampoco tienen demasiado valor, puedes hacer lo que quieras, no pretendo exclusividades ni nada, de hecho, no pretendo nada de ninguna cosa.
EliminarSi lo publicas estaré encantado. Abrazos
El sistema métrico decimal está hipervalorado.
ResponderEliminarUn abrazo, Francesc.
Amigo Cayetano, yo creo que hay mucho comunicador y maestrillo que no saben cómo funciona el Sistema Métrico Decimal y confunden las hectáreas con conejas.
EliminarMucho hay de cierto en esto. Sobre todo en cuanto al peso que ha de cargar el que sí sabe pensar.
ResponderEliminarAlexander, he preparado los pesos y medidas con rigor, hay, sin emabargo, aspectos difíciles de medir por ejemplo el peso de pensar.
EliminarSaludos
Pesa igual una cabeza vacía que una llena. Saquemos las consecuencias.
ResponderEliminarAmigo Pedro, ¿cómo es una cabeza vacía?, ¿tiene menos huesos y menos músculos?, ¿el cerebro de una cabeza vacía, es más pequeño que el de un filósofo estructuralista?
ResponderEliminarYa ves amigo mío, en vez de sacar consecuencias, lo que saco es más preguntas. Ja, ja, ja.
Saludos
Preocupantes los pesos y medidas en tiempos de excesiva mala bilis y elevada dosis de vacío en muchos cerebros. Como nos dediquemos en el futuro a valorar a los humanos del entorno con arreglo a un sistema de pesos y medidas nos vamos a abrumar. ¿Sacaríamos algo en limpio?
ResponderEliminarMe ha gustado mucho el poema. Ni Brecht lo habría dicho de manera tan precisa y contundente.
Amigo Fackel, no sé cómo valorarán los cuerpos en el futuro, sospecho que por su capacidad de consumir.
EliminarLos pesos y medidas son una forma objetiva de conocer el cuerpo humano, cualquier otro sistema de medición se me antoja poco riguroso.
Celebro que te haya gustado el poema, los tiempos de confinación me permiten una cierta objetividad.
Salud
Creo que el peso del alma de cada uno no puede ser el mismo, hay quienes tienen una densidad que va más allá de 21 gramos. La bilis negra, se aloja creo yo, en el cerebro de quienes la desarrollan. Sigamos desarrollando instrumentos pero también trabajemos nuestro interior que incluye cuerpo, mente, alma y espíritu.
ResponderEliminarUn abrazo con petons
Amiga Myriam, en 1907 el médico Duncan McDougall publicó un artículo titulado «Hypothesis concerning soul substance together with experimental evidence of the existence of such substance» (Hipótesis relativa a la sustancia del alma junto con evidencia experimental de la existencia de tal sustancia), McDougall era uno de esos sabios que dicen que tenemos un alma, hizo varios experimentos -a mi entender algo toscos- y llegó a la conclusión de que el alma pesa 21 gramos. Yo como soy de los que no tienen alma, podría ser un individuo de difícil medición.
EliminarHipócrates ya contó con la bilis negra como uno de los cuatro humores que regulan el equilibrio del cuerpo humano, los otros tres son la sangre, la bilis amarilla y la flema. Entre el 180 y el 210 d.C. Galeno dedujo que la bilis negra era responsable de algunas enfermedades, probablemente el cáncer, dijo que la bilis negra es “ese líquido horrible que perturba el equilibrio del cuerpo”.
Opino como tu, yo también creo que hay que seguir desarrollando instrumentos de medición para conocer nuestro interior, algunas biópsias son muy dolorosas y habría que perfeccionarlas, otros sistemas de radiología, TACS, o scanners también deberán mejorarse.
En cuanto al alma y al espiritu no tengo demasiada opinión, estas cosas se me escapan, además creo que si las conocieramos aún nos horrorizaríamos más de lo que nos horrorizan los pellejos y excrecias del cuerpo.
Abrazos