Antes de la Revolución Francesa se comía poco y mal en Europa, después de ella, continuó la rutina del poco y mal.
Sin embargo, las mesas de la Europa aristocrática se adornaban con vajillas de Delft y de Beziers, con guirnaldas de flores y abalorios de coral y mientras los aristócratas comían crestas de faisán, las mesas de las posadas y las fondas y las mesas pobres de la plebe continuaban con la cebolla medieval y con las patatas cocidas, con algún trozo de tocino y alguna sardina.
Los revolucionarios que participaron en la toma de La Bastilla, esperaban que la Revolución alcanzara todos los estratos de la sociedad. Querían que la revolución fuera universal, uno de los revolucionarios llegó a decir la Révolution est une copulation universelle (La Revolución es una copulación universal).
La Revolución Francesa no socializó las mesas, hubo que esperar a la nouvelle cuisine.
Mucho después, los nuevos cocineros acabaron con las salsas pesadas de la cocina clásica. Creían que con la crema de leche arreglarían las cosas. Con los cucharones en ristre salieron a la calle y con la crema de leche pretendían socializar y acortar las diferencias.
Añadieron crema de leche a todos los platos. Segregaron algunos ingredientes de la cocina europea y los bañaron con crema de leche, tomaron recetas de la abuela y les pusieron crema de leche, inundaron los contorni italianos con crema de leche, empaparon la cocina tradicional mediterránea con crema de leche.
La omnipresente crema de leche rebosaba por todos los platos. Digamos también que la crema de leche se utiliza para enmascarar los sabores y esconder mucha de la podredumbre que hay en los guisos.
La crema de leche se convirtió en el ingrediente unificador y socializador.
Mala solución socializadora para quienes aborrecen la leche y sus derivados. Hay que tener cuidado con los elementos socializadores que son a su vez unificadores, hay que tener cuidado con no empaparlo todo con la misma salsa.
Por eso,
ResponderEliminarno creo
en las
revoluciónes,
un saludo.
Amigo Orlando, yo tampoco creo en las revoluciones, mi rechazo absoluto a todo altercado público.
EliminarSalud
Ningún Revolución redujo dictaduras, solo cambio dictadores. Ninguna revolución mejoro las condiciones de vida de la gente. Como le decía a un comentarista en mi blog, lo único que ha revolucionado el mundo, de verdad, han sido hombres libres que se han dedicado a fabricar cosas útiles. Ha hecho más el inventor de la lavadora y el lavavajillas por quitar esfuerzos en el hogar que todas las manifestaciones juntas, ha hecho más por los arboles el "pen drive" que todas las manifestaciones ecologistas juntas, los que inventaron la excavadora, la grúa o los camiones de obras por reducir los esfuerzos de los empleados de la construcción que todos los sindicatos juntos. Por otra parte me aborrece profundamente esa idea que todos tengamos que ser iguales. Una cosa es la Igualdad de Oportunidades y otra muy diferente que todos tengamos que ser iguales. Imponer la Igualdad es una locura solo apta para mentes tristes y faltas de conocimientos.
ResponderEliminarLa buena cocina consiste en desarrollar la riqueza de los diferentes ingredientes, no en homogenizar los sabores. Pues las personas igual.
Un saludo
Amigo Daniel, no sé de ninguna revolución que haya traído nada nuevo ni que haya mejorado la convivencia y la vida de las personas, si, en cambio que podríamos hacer una lista larguísima de adelantos técnicos que han mejorado la vida de los hombres y mujeres que hemos de soportar las inclemencias de la naturaleza y la barbarie de las revoluciones. Éstas, sólo han dejado, a su paso, dolor y pobreza.
EliminarAplaudo el avance tecnológico desde la cesárea hasta la informática.
Verás que en el lateral de mi blog, pongo el lema: "materialismo, vulgaridad y técnica" en esto es en lo que creo.
Salud.
Creo que está todo dicho, mi buen Cornadó.
ResponderEliminarLas revoluciones van bien para el tocadiscos, pero incluso estas han quedado obsoletas. Ha venido otro tipo de plataformas y se acabó el Lenco.
Me sumo a lo dicho por Daniel y me apoyo en tu lateral.
Un abrazo
Salut
En la corte de Versalles, especialmente en el reinado de Luis XVI, existía una práctica llamada el grand couvert, que consistía en que el rey (y a veces también la reina María Antonieta) cenaba en público en una tribuna sobreelevada, en la llamada precisamente Salle du Grand Couvert. Los cortesanos y ciertos visitantes escogidos y fiables miraban y admiraban cómo se llenaban la panza con los guisos de los más consagrados chefs y bebían los mejores caldos de Borgoña escogidos por acreditados sommeliers. No sé si alguno de estos envidiosos espectadores colaboró años después en que esos dos sujetos acabaran con sus cabezas seccionadas en una bien afilada guillotina. Allí empezó otra cosa, nunca sabré si para bien, para mal o para nada.
ResponderEliminarCreo que fueron los chefs franceses los que inventaron el uso de la crema de leche para sus primeras y afamadas elaboraciones. Lo puso de muy moda, pienso, un tipo llamado Paul Bocusse, y aquí todos querían ser como él. Todos los suplementos de diarios hablaban de eso y lo mitificaban (aún no habían aparecido las esferificaciones de Ferran Adrià). Hubo un frenesí tremendo. Los restaurantes caros, un punto afrancesados, consideraban que quedaba muy elegante y te la ponían "hasta en la sopa" (incluso en la de cebolla). Así hasta que la cosa se vulgarizó y acabó siendo utilizanda por doquier, incluso en restaurantes de medio pelo, en general para enmascarar guisos con unos pescados de esos que llevan días en las neveras y ya empiezan a oler, o disimular si son de "La Sirena". Eso sí, pobres de los que tenían severa intolerancia a la lactosa (yo... casi casi). Les sentaba y sienta como un tiro. La detesto.
Un abrazo.