Hay tiempos para todos los gustos y situaciones.
Matemáticos y filósofos escudriñan la sustancia del tiempo, también los poetas, Lorca y Camarón de la Isla se metieron en ello:
el sueño va sobre el tiempo flotando como un velero,
el tiempo va sobre el sueño hundido entre los cabellos...
Tiempos líquidos para Zygmunt Bauman que inundan desde Sion a la posmodernidad y la globalización.
Tiempos ondulantes para Montaigne que supo mirar la historia, sus oscilaciones y cambios que discurren sobre la línea ondulada del devenir humano.
Tiempos de combinatoria para unir burocracia y demografía, para mezclar las oscilaciones del mercado con las ganas de comer.
Tiempos factoriales, que crecen que es un contento, y que puestos en el denominador nos sirven para definir el número e.
Tiempos para el amor y la gloria, para el recuerdo y la venganza, para la ternura y la amistad.
Tiempo para Kant que dice que el tiempo es una forma "a priori" de la sensibilidad.
Tiempos cambiantes para que después de cada cambio todo siga igual.
Líquidos, ondulantes, sensibles, matemáticos y burocráticos como una sonatina de Erik Satie. Siempre tiempos propensos a la tergiversación.
El tiempo es el escultor de cincel implacable.
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