Ticio. José de Ribera
Escribiré renglones de asfalto, para que manchen los folios de la desesperanza. Toda esperanza es un protocolo a setecientos años vista. Mientras tanto, una miseria creativa recorre las centurias de la carne y el deterioro.
La lectura es una anotación en una hoja de cálculo. Pura estadística para maestrillos que claman escondidos detrás de un biombo de pamplinas y acomodos.
Escribiré con vocablos de baquelita, con letras moldeadas en caliente para que las ideas se fundan en las ánimas de los infortunados.
El infortunio es el mejor de los maestros.
De las penas se aprende mucho, al menos a sobrevivir.
ResponderEliminarUn saludo.
No se me ocurre nada más al respecto del año 2725 en adelante, cumplimentado ese protocolo al que te refieres. Intentaremos, entre tanto, soportar con dignidad la travesía del desierto. Albergo cierta esperanza de que, a pesar de esa etapa oscura que se avecina (si es que no estamos ya inmersos en ella), los estudiantes sigan por entonces sabiendo hacer la O con la inestimable ayuda de un canuto. Rompo una lanza en favor de los maestros, que luchan para que eso siga siendo así, como hice yo en su día, aunque con éxito dispar. Eso en el caso de que aún existan los rollos de papel higiénico (a lo mejor hemos vuelto al "Elefante", ya que todo es cíclico, confiemos que sí).
ResponderEliminarUn abrazo
No sé sí el infortunio es el mejor de los maestros, sí sé, que las mejores estrofas me han salido en momentos complicados.
ResponderEliminarNo se escribe bien con la barriga llena.
Salut