Manfred es un poema romántico de esos que huelen a salones y tapizados decrépitos. Lord Byron escribió estos versos de fantasmas y de cosas sobrenaturales que tanto gustaban a sus amigos Percy Bysshe Shelley y Mary Shelley, la autora de Frankenstein.
El poema Manfred también gustó a los compositores Robert Schumann, que compuso un poema dramático con música en tres partes; gustó a Mili Balákirev, a Nietzsche y a Piotr Ilich Chaikovski que compuso su Sinfonía Manfred.
Me centro en el caso concreto de Chaikovski, que en 1885 compuso la Sinfonía Manfred.
Creo que lo que Chaikovski denominó sinfonía es más bien una música incidental. Me pregunto por qué Piotr Ilich Chaikovski afirmó con tanto énfasis:
yo mismo creo que es mi mejor obra sinfónica.
esta aseveración me hace sospechar que, en lo más profundo de su entendimiento musical, el propio compositor estaba convencido de que aquella partitura no era una sinfonía.
Admiro la música de Chaikovski y su capacidad creativa, sobre todo en el aspecto melódico. Debo decir, sin embargo, que su sinfonía Manfred es quizá la obra que menos me gusta de él.
Chaikovski es el menos ruso de los compositores rusos, pero es ruso, y en mi opinión, su acercamiento al poema de Byron es fatídico, -yo creo que el acercamiento a Byron siempre es fatídico- son romanticismos diferentes con distintas amarguras. Podía haber dejado que aquellos románticos ingleses debatieran en sus salones que olían a abrigos viejos.
El director Arturo Toscanini consideró que la Sinfonía Manfred era el mejor trabajo de Chaikovski. Otros opinan lo contrario, por ejemplo Leonard Bernstein que se refería a esta sinfonía como "basura".
Muchos directores de orquesta, al enfrentarse a la Sinfonía Manfred, dicen sentirse inclinados por hacer una interpretación exageradamente dramática.
Después de un tiempo alejado de la composición de sinfonías, Chaikovski se propuso volver a la forma sinfónica y, manos a la obra, surgió la partitura de la Sinfonía Manfred.
Manfred es el héroe, su alma atormentada vaga por los Alpes. En el primer movimiento de la sinfonía -que es el que más me gusta- el compositor se propone expresar una sensación de tormento y nostalgia y transmitirnos la inquietud de Manfred y la visión de su amada Astarte. ¿No es esto una música incidental? ¿No es esto una música programática?
En el movimiento scherzo (un vivace con spirito) el Hada de los Alpes en un arco iris se le aparece a Manfred y ahí, el compositor nos presenta una orquestación muy elegante con unas magníficas melodías, propias del mejor Chaikovski.
En el tercer movimiento, la sinfonía discurre entro lo rústico, las sombras y lo lúgubre y al final se dispara como si fuera una orgía de demonios, una especie de apoteosis romántica que ningún romántico inglés y ningún romántico pietista podrían lograr entender. Byron, desde luego, no la toleraría. Algunos intérpretes -directores de orquesta- optan por cortar este final y repetir la coda del primer movimiento.
El que sorprèn, almenys en la interpretació de la Berliner Philharmoniker, és la modernitat de la música, la seva actualitat.
ResponderEliminarSalut.
Los románticos siempre están a la espera de que les salve un hada madrina, pero estas no existen, aunque dicen que haberlas, haylas.
ResponderEliminarQuizá, no lo sé, con menos romanticismo, la tristeza de Manfred buscando el olvido se hubiera trasformado por otro tipo de ansias.
Un abrazo.
Salut