Lluís Domènech i Montaner (1849-1923) fue uno de los arquitectos más representativos del Modernismo. Considerada su innegable calidad como arquitecto, no voy a hablar ahora de su obra arquitectónica específica, sino de su ideario estético que tanto influyó en el todo aquel movimiento artístico que cronológicamente se desarrolló a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX.
Antes de pasar a sus ideas estéticas quiero, sin embargo, manifestar algunas apreciaciones personales sobre su arquitectura.
Creo que, en el aspecto constructivo, su arquitectura es racional. Domènech domina muy bien el detalle constructivo que para él es determinante en la definición de los espacios. En cuanto al aspecto estructural lo considero jactancioso, diríamos que “chulesco”. Hace alarde de algunas soluciones que podrían resolverse sin tanta alharaca, quiero decir que algunas de las soluciones que plantea son estructuralmente vehementes y, por lo tanto, inconvenientes, como por ejemplo el apoyo de los arcos, sobre un salmer en voladizo.
Tiene, eso sí, algunos aspectos, que en mi modesta opinión son geniales, como por ejemplo los arcos invertidos de los cimientos de la casa Fuster.
La ornamentación diseñada por Domènech queda completamente integrada en la arquitectura de manera que llega a constituir un elemento definidor del espacio.
Salvada mi consideración particular sobre la obra arquitectónica de Lluís Domènech i Montaner, entro en su ideario:
Su pensamiento estético se sitúa en el romanticismo tardío derivado de la Renaixença y con las naturales influencias de las estéticas europeas del Art Nouveau.
El romanticismo tardío se expresaba con unas formas que en Cataluña se desvanecían en una atmósfera de codicias, mercaderías, frenesí industrial y trata ilegal de esclavos. El modernismo fue un entusiasmo romántico, un encandilamiento fantasioso empeñado en echar la vista atrás, hacia un pasado de trovadores y princesitas cándidas.
En 1878, Domènech i Montaner publicó en la revista “La Renaixença” el famoso artículo Vers una arquitectura nacional (Hacia una arquitectura nacional), texto que ha sido considerado como el manifiesto fundacional de la arquitectura del modernismo. En él manifestaba:
Siempre que una idea organizadora domina un pueblo, siempre que irrumpe una nueva civilización, aparece una nueva época arquitectónica.
Domènech habla de “época arquitectónica”, naturalmente esto se refiere a un cambio estilístico en relación con su época precedente, un nuevo proceder en la construcción, sí, pero fundamentado en aquella epopeya fundacional que planteaban los félibriges nacionalistas de la Renaixença: la retrocesión estética a una Edad Media de siervos y trovadores. De fantasías de condes peludos que pintaban escudos con sangre coagulada.
Su artículo Vers una arquitectura nacional es un discurso nacionalista que caló demasiado hondo. El provincianismo de su discurso es paradójicamente contrario al cosmopolitismo que podría suponer la apertura a las corrientes europeas del Modern Style, de la Sezession, del Art Nouveau o del Jugendstile, cuyos elementos estéticos están profusamente presentes en la arquitectura modernista catalana. La contradicción de Domènech entre lo provinciano y lo cosmopolita es muy difícil explicar, yo solo la puedo llegar a entender desde un vitalismo formal eficazmente productivo.
Eclosionó el huevo de la Renaixença y de él salió una estética evanescente.
El modernismo catalán fue un arte entusiasmado que miraba más allá de las tristísimas fronteras de un país pequeño. Su mirada alcanzaba a Ruskin, Victor Horta, Mackmurdo, Mackintosh, Violet-le-Duc, William Morris… Fue un arte que nacía de un romanticismo decadente -¡exquisita decadencia!-
Fue un arte exquisito como una golosina para los paladares de los nuevos ricos.
Lluís Domènech i Montaner también se dedicó a la política, pero esta es una actividad de menor categoría que ahora no viene a cuento.
Como siempre, he de imprimir esta entrada y guardarla en el Hauser.
ResponderEliminarLa parte : "De fantasías de condes peludos que pintaban escudos con sangre coagulada." es de traca y mocador, y nunca he visto reflejada con tanta exactitud la historia medieval de un pueblo al que le han hecho creer lo que no es.
Un abrazo.
Copio, pego y guardo
salut
Miquel, qué ilusión me hace que esta entrada te haya gustado.
EliminarAbrazos
Comparto lo que dice Miguel.
EliminarAbrazo fuerte!
Andri, el repertorio formal de Domènech i Montaner es formidable.
EliminarAbrazos
Para los paladares de los nuevos ricos:una arquitectura evanescente.
ResponderEliminarEsto es un poco: como leer mucho y no alimentar la mente.
Como técnica plausible , pero hoy, es una arquitectura para contemplación porque estos edificios son de un alto precio en su conservación.
Bueno sabiendo lo reacio que eres a las florituras si que deseo que pases unas tranquilas fiestas con tus seres queridos dentro de lo posible.
Un abrazo
Amiga Bertha, la ornamentación modernista me empalaga un poco, a veces pienso que todos estos adornos de dragones y coronas se me van a caer encima.
EliminarSin embargo, debo decir que Domènech i Montaner era un gran arquitecto y construía con mucho conocimiento estructural.
Abrazos
Estoy con Miquel: aparte de los apartes es como los ascensores e los edificios Gaudianos que a mi me da yiuyu subir me parecen tan inseguros...
ResponderEliminarPero es, una pasada el diseño y sus acabados.
Otro abrazo
Amiga Bertha, los acabados de aquellos edificios son magníficos, sabemos, además, que en las obras de los modernistas intervinieron un importante número de artesanos extraordinarios.
EliminarA mí no me dan miedo aquellos ascensores, total es una cabina colgada de un cable.
Abrazos
Si no me equivoco, tengo entendido que había una cierta rivalidad entre Domènech i Montaner, Puig i Cadafalch y Antoni Gaudí por ver quién ocupaba el trono modernista, sobre todo en relación con la "manzana de la discordia", esa parte del ensanche con edificaciones de estos y otrs arquitectos del momento.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, no sabía de esa rivalidad entre Domènech i Montaner, Puig i Cadafalch y Anroni Gaudí.
EliminarLa "manzana de la discordia" en el Paseo de Gràcia, no sé por qué se llama así. Creo que este apelativo se le colgó con posterioridad, incluso, después del modernismo.
Abrazos
Yo no se mucho de arquitectura, me gusta la arquitectura que es eficaz, que perdura, la que requiere poco mantenimiento y dura siglos. No me gusta ese modernismo, no me gustan los retablos barrocos.
ResponderEliminarMe gusta la sencillez, la robustez y la eficacia. Cuando veo este tipo de edificaciones siempre pienso en lo que costará mantenerlas bien con los años, yo nunca me haria algo asi, la verdad.
Es muy preocupante cuando hasta a la forma de los edificios y su construcción se les quiere dotar de "pensamiento político", yo diría que es hasta enfermizo y demencial, por no decir que es de idiotas, que es más brusco.
Un saludo.
Amigo Daniel, coincido contigo. Estoy de acuerdo con lo que dices en los tres párrafos.
ResponderEliminarLa arquitectura debe ser sencilla, sólida, adecuada al uso y al lugar, sobran todos los aditamentos y todo el simbolismo más o menos ideológico que se quiera pegar a sus paredes.
Saludos
La casa rosada, casa del Presidente del Ejecutivo argentino, es desde su origen de ese color, pues a la cal agregaban sangre. No humana, vacuna, pero puestos a... no es muy diferente a la del escudo de esos bárbaros.
ResponderEliminarNo sé si fue Gaudí o un gran profesor uruguayo que admiraba su obra, decía que lo estático es estético. De manera que mensukad como apoyo de arcos es desconocer la teoría de segundo orden. Salut
Selva, desconozco el origen del color rosado de esa casa citada.
EliminarEn cuanto a la relación entre estática y estética digamos que no existe una relación biunívoca. Me remito a Vitrubio.
Saludos
Gracias,Francesc.Has dado la descripción justa, sobre todo en algunos de sus edificios, como el Palau de la Música, sí tiene aspecto de golosina que encandila (encandilaba) a quienes buscan en el ornamento el signo de opulencia y del buen gusto. Recuerdo en mi infancia a una conocida que era pura cursilería y que cuando algo le encantaba decía: distinguido a la par que elegante. Pues eso.
ResponderEliminarAbrazo
Amiga Marga, reconozco que la arquitectura de Domènech i Montaner es un ejemplo de buena construcción, decae, a mi entender, por el exceso de ornamento y simbología.
EliminarAlgunas de sus obras me producen escalofríos. En el caso concreto del Palau de la Música la cosa se complica: veo aquel escenario con unas musas con cara de pánfila y vestimenta de baldosa troceada y unas Valquirias dispuestas al ataque. Todo aquello distrae la buena audición. Allí no se puede escuchar con atención la música de Cesar Franck ni la de Debussy, tampoco Bach, recuerdo una audición con Leonid Kogan y más recientemente con Barenboim que aquellos caballos de la boca del escenario parecían que iban a atropellar a Kogan o precipitarse sobre piano de Baremboim. Aquel lucernario tan ostentoso parece la lágrima de un gigante que va a caer sobre el público. Una auténtica locura de vidrio.
Abrazos
En diseño lo inestable no es estético, es hipo estático. Lo hiperestatico es sobrestatico, sobra. Es como una mesa de tres patas paralelas, no es estático o por el contrario de cinco, sobra una. La de tres vale si las rectas que les definen no son concordantes.
ResponderEliminarEstá claro, Selva, si no es estático no es estético. Mencionas ejemplos de estática elemental.
EliminarSaludos
Los ingenieros no sabemos apreciar sin antes entender cómo funciona.
ResponderEliminarNaturalmente Selva, no puedo imaginar una máquina de hacer fideos ddiseñada por un ingeniero que no sabe cómo funciona, ni sabe que un fideo es una cosa de diámetro pequeño en proproción con su longitud.
EliminarLo que se aprende leyendo tus artículos, Francesc. Y es que aunque muchos nombres de individuos y movimientos me suenan tampoco he leído mucho al respecto. Doy por válida e interesante tu información. Salud.
ResponderEliminarGracias amigo Fackel, ya sabes, sin embargo, que yo no pretendo enseñar ya que poco sé, sólo me interersa poner al descubierto ciertos encandilamientos que no acabo de comprender.
EliminarSalud
Estimado arquitecto, el ejemplo que doy es la definición de chapa con vínculos externos isostáticos, tres bielas no paralelas ni concurrentes, de elemental diría que nada, demostrable, no obvio. Tiremos una piedra y veamos con cuántos damos que podrían demostrarle.
ResponderEliminarSalut
En efecto, Selva, tratándose de vínculos externos isostáticos no resulta tan obvio.
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