sábado, 23 de agosto de 2025

No tienen donde agarrarse

Ángel de la Sonrisa. Catedral de Reims, fachada oeste


Todo se les viene encima, hasta lo más inesperado y luego dicen: "no lo sospechaba".

El empuje es fenomenal. Se los puede llevar por delante. No tienen donde agarrarse.

Carecen de conocimientos, confunden la mala estética con la mala estática.

No saben del tiempo ni del espacio, no saben de fuerzas ni de deseos, lo suyo es la torpeza.

Son los que mandan.

Su opacidad mental les hace perder el equilibrio y ya no puedan permanecer de pie y tienen que agarrarse donde sea, ya sea a la joroba de Quasimodo o al miembro viril del diablo.

Lo suyo es la vanidad, el engreimiento y la erótica del poder.

Creen en un glamour que nunca conocieron y lo confunden con la estética devastada del arribista, es decir, la del nuevo rico.

Para conseguir un asidero harán lo que convenga. Sin escrúpulos buscarán la complicidad de Lucifer, Mefistófeles, Satanás, Belcebú. Leviatán o Azazel el corruptor.

Si no tienen agarradero se lo inventarán aunque sea una estaca blandengue de plastilina o de moco. Comprarán agarraderos al precio que sea, acudiendo a la corrupción si hace falta o directamente los robarán.

Inventarán realidades ficticias, si conviene, una épica nacional con ingredientes supremacistas, una entelequia de género, una epopeya fundacional de ideologías panfletarias, una epifanía lingüística o cualquier cuento para manipular la historia.

¡Bah, phony bolony!, Sí, sí, cuentos chinos, pero que hacen mucho daño.

Saben que si mueren, no tendrán dónde caerse muertos, así que algunos, antes de morir, opten por la tierra quemada en cuyas cenizas podrán enterrar las propias, las de sus columbarios.

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