En 1964 Herbert Marcuse ya nos hablaba del hombre unidimensional. Han pasado años y a la vista del panorama social, político y cultural y vistos los resultados de los informes sobre la educación en las escuelas, me atrevo ha decir que de lo unidimensional hemos pasado a lo adimensional.
Cada año va bajando el nivel de conocimientos, las notas de los exámenes son peores a cada curso que pasa, las aulas son un campo de Agramante. Son lugares de trastorno general, donde conviven la pamplina y la violencia, la imbecilidad y lo políticamente correcto.
Por donde parecía pulular el hombre unidimensional, allí donde había una escasa y única dimensión, ahora, podemos decir que ya no existe ninguna dimensión, ninguna, por lo menos en cuanto a conocimientos se refiere.
Actualmente tenemos argumentos suficientes para hablar de un espécimen muy abundante que aún no ha alcanzado ninguna dimensión intelectual, es decir mujeres y hombres incompletos.
Son sujetos a medio hacer, quiero decir individuos a los que la educación aún no los ha acabado de formar como personas cívicas.
Los veo en las calles, en los comercios, en los parlamentos, en las instituciones y en los medios de comunicación. Lo constato cuando observo a muchos sujetos que no saben qué cosa es el sentido común y que desconocen el nombre de las cosas. Pobres, paupérrimos de vocabulario, sustituyen la onomatopeya o la opinión por el emoticón. Enseguida gritan, pero se equivocan al soltar el improperio, porque no saben qué palabras deben utilizar.
Son seres en crudo, dominados por el azar absoluto. Son como una transmutación de la piedra pómez. Pura torpeza espacial en marcha y carentes de sentido de proximidad social. Tropiezan, chocan entre sí, se atropellan... Es como ver una masa de carne, una hamburguesa poco hecha, subiendo al autobús.
El hombre adimensional está convencido de que cada día se puede vivir mejor trabajando cada vez menos, otros sólo piensan que han venido al mundo a pasar unas vacaciones; unos y otros están convencidos de todo ello porque se lo han dicho en las aulas, los medios de comunicación, los políticos y los anuncios publicitarios.
Se me antojan seres de una prehistoria rediviva que gira en espiral y que da vueltas y crece.
O habitantes de una ciudad distópica por cuyas calles camina, entre basuras y detritus, el sujeto asilvestrado, oscuro, sordo, cegado de ira, una ira que no sabe lo que es.
Interesante punto de vista, y palabra a no olvidar: adimensional
ResponderEliminarSalut
Amic Miquel, hay sujetos adimensionales, que no tienen ninguna dimensión ni les interesa.
EliminarAbrazos.
Acabas de describir en planta, alzado y perfil el mundo, no sé si desde Marcuse, desde más atrás o más adelante. Quizá siempre hemos llegado muy abajo antes de remontar y de nuevo...
ResponderEliminarMannelig, procuro hacer un dibujo de lo que me encuentro por las calles y plazas, lo hago tal como lo veo hoy, considerando el presente y la carga histórica que nos toca acarrear, lo hago naturalmente bajo mi óptica personal, más o menos limitada.
EliminarSaludos.