Junto a la escasa sombra del ciprés blanco
se encuentra la fuente del Olvido
donde beben los impíos,
aquellos que no estiman la plenitud
de los cuerpos enamorados.
Al otro lado, está la fuente de la Memoria
que ofrece su agua fresca
a los que desean la plenitud
del recuerdo y la perfección de un torso.
De ambas fuentes, todos bebieron sus aguas
y confundieron las caricias con los mármoles
y, desorientados, emprendieron la larga marcha
hacia las sombras frondosas del bosque de metal.
Entre los árboles de cobre y níquel
hallaron la puerta del infierno,
donde vive la belleza que les esperaba
sentada en un sitial de lodo,
Los bebedores, conocedores de las sombras,
sólo encontraron, entre el légamo,
una sombra espesa en la que se perdieron.
F. Cornadó
Cuando se tiene sed no se mira la procedencia del manantial. En ocasiones se bebe del olvido para no recordar. En otras, bebemos del agua del recuerdo para no olvidar.
ResponderEliminarMe ha gustado el poema, es, ya ves, metafísico.
Un abrazo
Buen poema, ¡enhorabuena!
ResponderEliminar«Al otro lado, está la fuente de la Memoria que ofrece su agua fresca, a los que desean la plenitud del recuerdo y la perfección de un torso». Bien, creo que yo bebí y sigo bebiendo en esas aguas y emprendo, junto a otros, la larga marcha hacia las sombras frondosas del bosque de metal. Quizá allí encuentre "la Puerta del infierno", al modo Rodin, o "la Puerta del Cielo", al modo de ese lugar de Ibiza que ahora venden los touroperadores. Me da igual lo que encuentre, la verdad; el almanaque sigue desgranando sus hojas sin piedad alguna. Ya se irá viendo.
Un abrazo
Francesc:
ResponderEliminar¡qué bueno sería poder beber de las dos fuentes, pero en dosis precisas y personalizadas!
Salu2.