lunes, 12 de marzo de 2018

En la estación del metro

Desde el extremo del andén observo el túnel, tiene un aire espeso.

Respiro el oxígeno comprimido por los trenes que pasan en una y otra dirección.

De tan lleno que iba, no he podido subir al metro que acababa de pasar,

La gente se va acumulando en el andén mientras los altavoces repiten: por su seguridad, esta estación dispone de cámaras de video-vigilancia.

Ahora siento un fuerte olor a metano. Sí, creo que es metano.

Me tranquiliza, sin embargo, saber que cada siete minutos los extractores de humos aseguran una renovación del aire de la estación.

15 comentarios:

  1. Es bueno intuir que cuando falla lo humano queda lo técnico, pero solo eso, porque lo técnico, nos guste o no, siempre está en la mano de los humanos.
    salut

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    1. Amic Miquel, tenemos mucho que agradecer a la técnica, sin ella muchos de nosotros estaríamos más muertos que la lengua minoica.
      Salud

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  2. Respiramos porquería urbana a mansalva. Algunos la necesitan, como el adicto la metadona. Los hay que, cuando salen al campo, enferman. Les sale un sarpullido o les provoca alergia el polen.
    Un abrazo, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, soy de los que no soporto el campo, me molestan los mosquitos, el polen, las hormigas, el olor a estiercol, el sol intenso, los arbustos espinosos y los productos rústicos de granja. Soy más urbano que un semáforo.
      Un abrazo

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  3. Amigo Francesc, hoy nos traes una atmósfera potencialmente contaminante, no puedo creer que te gustan los bloques de hormigón y las plazas áridas, pero si es tan bonito construir una casa de madera, cuidar un árbol del que broten las almendras o sembrar lavanda en un semillero. No sé qué decir para convencerte, si acaso, que la carbonilla que hay en ese túnel va directa al pulmón. Mucha fe tienes en esos extractores que cumplen la normativa europea pero dudo que den calidad al aire, puestos a elegir un túnel, prefiero el de vías férreas, por lo menos al final hay luz, campo y mejor destino.
    Un beso.

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    1. Querida Loli, me gusta el hormigón, no en balde, durante toda mi vida profesional he proyectado edificios con estructura de hormigón armado. Considero que es un material noble y que bien utilizado da felicidad y confort a los hombres y mujeres que habitan en este mundo. Me gustan las plazas duras como San Marco de Venecia, San Pedro del Vaticano o la Piazza del Campo de Siena, son preciosas, ninguna de ellas tiene árboles, no hay peligro de que el pólen produzca alergias. Algunas casas de madera me gustan bastante aunque hay que tener cuidado con las termitas y los hongos, los árboles también me gustan mucho, sobre todo si dan frutos que se puedan comer. La carbonilla no me gusta nada, afortunadamente, hoy los metros funcionan con electricidad, no producen humos y los extractores de la red de metro funcionan perfectamente, creo que renuevan todo el aire cada siete minutos. Confío mucho en la técnica, gracias a ella podemos conocer nuestro interior (radiografías, ecografías...)
      Un abrazo muy fuerte

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  4. jaja por eso no soportas el romanticismo artístico, tu racionalidad minimiza los daños colaterales de la civilización urbanita neutralizando el efecto nocivo de los gases que inhalas a la vez que imposibilitan el desarrollo expansivo de tu lado emocional ; )

    A mi me ocurre lo contrario q a ti, por eso muero si permanezco más de cuatro días en una gran urbe ; )

    Muchos besos FRANCESC!

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    1. Querida María, la civilización ha permitido que el mamífero humano no se deje dominar por los instintos, aunque algo de animalidad continúa determinando nuestros actos, pero por lo menos la civilización ha conseguido que el ser humano defeque con cierto orden y que coma y duerma más o menos con alguna monotonía horaria.
      La ciudad ofrece una variedad y una riqueza de comunicación humana que yo, personalmente, no encuentra en un entorno bucólico.
      Afortunadamente la "urbanidad" limita la expansión de mis arrebatos exaltados, las pasiones y la vehemencia; la emoción es otra cosa, me complace disfrutarla en privado, sin que los demás lo noten demasiado.
      Cuando voy a un pueblo o paseo por el campo, me atancan los mosquitos y los arbustos. En los pueblos me encuentro vigilado por los vecinos cotillas y mirones y sé que entre ellos no paran de criticarse.
      Abrazos urbanos.

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  5. Debe tranquilizarte saber que eres un superviviente. Pero esto es lo que tenemos en las ciudades actuales, en mayor o menor medida. Y hay que ver lo que molesta a autoridades y a empresas contaminantes que se mida la polución y se denuncie...La conclusión de tu sarcasmo, que hago propio, es que acabamos adaptándonos. Está por ver si las alteraciones genéticas producirán un derivado del sapiens o si nos llevarán a los presentes antes de lo debido al vacío.

    Salud y respiración profunda, pero no en el metro ni entre el tráfico.

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    1. Amigo Fackel, somos supervivientes a la fuerza, tanto los de la ciudad que respiramos un aire más o menos contaminado, como los de los villorrios que respiran un aire con olor a estiercol de vaca. Todos nos vamos adaptando, qué remedio.
      Salud y buena respiración.

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  6. Del monte en la ladera,
    por mi mano plantado tengo un huerto,
    que con la primavera...

    Solo somos lo que somos por dentro. Y por si alguien tiene dudas: A los lugareños de las suaves veredas de cemento y hormigón jamás nos deja de latir el corazón.

    Lo que has escrito me gusta.

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    1. Celebro que te guste.
      Yo creo que somos lo que somos por dentro y también por fuera.
      Salud

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  7. Yo soy equidistante, aunque esta expresión tenga mala prensa, me gustan muchas cosas de las urbes y de la naturaleza. Y otras me repugnan, tanto de un espacio como del otro....

    Saludos

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    1. Amigo Luis, tu equidistancia indica una alta capacidad de adaptación, o sea, una magnífica inteligencia que te permite respirar bien.
      Saludos

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    2. Me gustaron estos dos comentarios.

      Salut

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