jueves, 16 de enero de 2014

Jardines clásicos


El homenaje de las Musas a Lorenzo de Médicis, con Apolo, la Virtud y la Fama, (fragmento)1638-1641,  
Cecco Bravo, (Florencia, palacio Pitti, sala de Giovanni di San Giovanni)
El jardín es la representación del paisaje natural. Se trata de la añoranza de la naturaleza que se conserva en la mente. El jardín es un paisaje enmarcado, una pequeña maqueta o un teatrino de la naturaleza.

El jardín es refugio y confidente, es el mito de la infancia que se opone a los mitos sociales y a las convenciones, se opone a la machine d’habiter porque sus construcciones son de rocalla y por sus parterres pasean las ardillas y en sus taludes hay vegetación rara.

Hay jardines emplazados en suaves pendientes que miran al mar y abren sus márgenes de piedra seca hasta más allá del horizonte. Hay otros jardines que se encuentran cerrados, son inaccesibles y privados, son jardines que entre la maleza ocultan las meditaciones de Lorenzo el Magnifico que un verano se alejó del Arno, como si fuera una lechuza, y abandonó la ciudad. Se trata de pequeños jardines situados junto a los palacios y de los cuales, toman su nombre y su sombra.

Lo más profundo que tiene el jardín no son las raíces de las plantas sino la superficie de sus sendas y parterres y el color de las flores: encarnados, gualdas y morados de Carpaccio, de Giorgone y de Tiziano.

El jardín que fue pretexto para el Magnifico, es excusa para los amantes que, en tiempos pasados, sentados en los márgenes de mampostería se añoraban. Entonces, invadidos por el aroma intenso del jazmín, escribían en un cuaderno, que apoyaban en la falda, diarios inspirados en su amor y en sus anhelos y no mencionaban, sin embargo, el jazmín. Esto la flor nunca lo perdonó.
La naturaleza del jardín está construida con pérgolas verdeadas de enredaderas, con márgenes de lajas de piedra granítica o feldespática que se alternan con acacias y adelfas, con fuentes que manan sus aguas a la sombra de los cedros del Líbano, con esculturas de faunos y pórticos de columnas proporcionadas con capiteles de orden toscano. La arquitectura debe ser sencilla sin ostentación alguna de capiteles con hojas de acanto y evitar el dórico austero ya que el contraste de sus proporciones rompería el equilibrio delicado de rosas y crisantemos.

6 comentarios:

  1. La arquitectura debe ser sencilla sin ostentación alguna de capiteles con hojas de acanto y evitar el dórico austero ya que el contraste de sus proporciones rompería el equilibrio delicado de rosas y crisantemos....."

    Te aseguro que jamás se me habría ocurrido...
    ¿ Qué hormiguita pasa por tu mente para escribir este detalle que a decir verdad debe de ser significativo para que las personas admiren en toda su profundidad un jardín clásico ?...
    Salut

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    1. Sí Miquel, la arquitectura debe ser sencilla, en los jardines y en la ciudad. No debe ser ostentosa y deben evitarse capiteles desproporcionados o revestimientos que luego se caen aunque estén pegados en fachadas de edificios modernos y caros, aunque estos edificios hayas de servir para las Ciencias y las Artes.
      Salud

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  2. Encantador e instructivo post, Francesc. Muchas Gracias

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    1. Gracias a ti, amiga Casilda. Celebro que te haya gustado este escrito, tómalo como una provocación para andar buscando vilanos, semillas pequeñitas o rípios escondidos entre la mampostería de los muretes de un jardín oscuro.
      Salud

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  3. Soy amante de los jardines barrocos y renacentistas de las "ville" italianas, aquellas de los grandes señores y potentados italianos, de los cardenales romanos...Palazzo Pitti, Villa Medici de Roma, etc...esa mezcla entre realidad y ficción, verde, agua, escultura...

    Un saludo desde reinado de Carlos II

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    1. Como vos sabéis, en el reinado de Carlos II se importó a España la idea del jardín italiano y también algunos ejemplos del jardín francés. Vinieron paisajistas y arquitectos eminentes que diseñaron unos jardines que recibían una luz demasiado intensa. El jardín italiano es apolíneo, pero mantiene un cierto arrobo natural que equilibra parterres trazados a escuadra y cartabón con la vitalidad de la vegetación. Este equilibrio se pierde en el jardín barroco, el Versalles borbónico ya no es lo mismo, en él la vegetación se recorta y se obliga que los ciprerses y los tejos pongan sus copas a disposición de la geometría y entonces el diseño actúa con intolerancia sobre la naturaleza. Otra cosa es lo que nos llegó luego, cuando su reino ya cedió, el espíritu de los románticos se cernió sobre los jardines y los ingleses propusieron veredas, taludes como huellas insignificantes que discurrian entre alcorques e incluso dejaron que unas arquitecturas ficticias fueran invedidas por una naturaleza asalvajada, o pretendidamente espectacular.
      Salud

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