domingo, 1 de diciembre de 2013

Síndrome del “edificio enfermo”

Muchos edificios modernos se han visto afectados por esa patología llamada “síndrome del edificio enfermo”. Se ha empleado el calificativo de “enfermo” al ver cómo aparecían síntomas patológicos y enfermedades en sus usuarios, entre ellas:
lipoatrofias, incremento de los procesos varicosos, asma inducido, alergias, legionella, etc.

Muchas de estas afecciones vienen provocadas por el uso de ciertos materiales sintéticos empleados en revestimientos, pavimentación o sellado de instalaciones; otros son debidos a los sistemas de renovación de aire, a las conducciones de fluidos, a las pinturas, aislamientos térmicos y acústicos y en definitiva a un sinfín de causas, tantas como de efectos, muchos de ellos perniciosos.

Opino que la palma de todo se la llevan las deficientes e ineficaces instalaciones de renovación de aire. Conductos sucios que tienen su superficie interior de imposible limpieza, poca aportación de aire primario exterior, ventanas clausuradas, fachadas herméticas, equipos de aire acondicionado mal dimensionados, mezcla defectuosa de los aires viciados y los aires exteriores, humidificación mal calculada, etc.

En cuanto a los materiales, creo que deberíamos rechazar productos sintéticos cuya eficacia no haya sido probada o los que acumulen electricidad estática. Desconfío de muchos materiales de aislamiento acústico, sobre todo los de absorción acústica: fibras de vidrio o fibras sintéticas o minerales mal compactadas, polímeros poco estables, masillas no experimentadas, pinturas... Muchos de estos materiales provocan alergias, migrañas y problemas respiratorios.
En cuanto al diseño de los espacios, su geometría y sus dimensiones, el tema es mucho más complejo. Las áreas de trabajo deberían estar proporcionadas respecto a las alturas, se deberían racionalizar los recorridos y los espacios de circulación y sobre todo no diseñar espacios que no tuvieran ventilación natural, directa y, si puede ser, cruzada.

Otra cuestión es la iluminación, los sistemas artificiales de confort lumínico, los contrastes de luz, la iluminación natural cambiante, el asoleo, etc. todo esto requiere páginas y páginas de explicación, que aquí no voy a desarrollar.

Los niveles de complejidad son enormes, tanto en lo referido al proyecto como en la ejecución. Por otra parte cabe decir que jamás habíamos exigido los niveles de confort que exigimos ahora y jamás la tecnología había tenido que resolverlos. Ahora estamos ante de un reto, tecnológico, económico, de confort y de masificación extraordinarios.

Hay ejemplos de edificios enfermos como la torre Agbar, el edificio corporativo de Gas Natural y también algún edificio público que no se menciona en los medios y que además se ha sido presentado con una gran aparatosidad mediática y que contenían, ya desde su proyecto inicial, el virus del “edificio enfermo” en su interior. 

Conocidas estas malas experiencias arquitectónicas, un sentimiento maligno me hace pensar que quizás el “virus” anida en la vanidad del promotor o en la mentalidad del diseñador.

Es significativo que estos edificios pertenezcan a corporaciones o compañías de servicios a quienes pagamos nuestros recibos mensuales y que normalmente se trata de edificios ostentosos donde se han empleado soluciones constructivas lujosas y materiales de alta tecnología.

Sin embargo, tampoco debemos ser reduccionistas y volver a los edificios de fábrica de ladrillo o de piedra berroqueña, que están muy bien, pero que aquellas estructuras no resolverían los problemas que ahora exigimos ¡Cuántos de aquellos edificios no cumplen las normativas actuales! Los edificios de Gaudí y de Miguel Ángel o del conspicuo y costumbrista “mestre d’obra” no permiten aparcamientos, no permiten la inclusión de ascensores, no cumplen las condiciones de accesibilidad, o no tienen el confort lumínico que hoy pedimos, etc. 

Proyectar y construir un edificio es muy difícil y resolverlo bien, todavía lo es más. En definitiva, se trata de adaptarse, usar los materiales y el diseño con racionalidad, corregir cuanto convenga y actuar con sentido común y dejarse de farolear con florituras estructurales, con galimatías constructivos innecesarios y procurar que el “virus” no te contamine el sentido común y el cálculo.

11 comentarios:

  1. ¡Chapó!
    Yo creo que la arquitectura es uno de los más fieles reflejos de una sociedad. La nuestra es fantasmona y jactanciosa. Salvo honrosas excepciones, la sencillez y el bien hacer, madres de la elegancia, más que brillar deslumbran por su ausencia.
    Salut!

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    1. Amigo Loam, la arquitectura expresa el signo de su tiempo, en la era de la ostentación se levantaron edificios ostentosos pagados por multinacionales o instituciones con el único fin de servir de propaganda del lujo. De hecho siempre la arqutiectura ha servido de símbolo del poder. Aspiro, con todo mi conocimiento y esfuerzo técnico y profesional, ha hacer una arquitectura que sirva al hombre, en toda su dimensión: satisfacer las necesidades de habitación y sus necesidades culturales y artísticas.
      salud

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  2. Francesc, estoy de acuerdo contigo. Es imposible lo contrario., hay que resolver, no mirar atrás, es cierto que hay edificios en este estado. Recuerdo perfectamente haber estado en este edificio. Un día que ofrecían una conferencia unos ingenieros y médicos, incluso psiquiatras relacionados con este tema. Descartadas varias cosas, se centraron en dos que muy posiblemente podían las causas. (Y es posible que haya otras, porque tengo que decir que hablo de unos 10 años atrás) Los contaminantes pueden tener su origen en una variedad de fuentes de dentro o fuera de un edificio. Materiales químicos, bacterias, hongos, el polen y el polvo todos pueden contribuir al problema, al igual que factores que no tienen que ver con la calidad del aire, tales como la temperatura, la humedad, la iluminación, el ruido, el estrés personal y el relacionado con el trabajo y condiciones de salud pre-existentes. Incluso plantas, las típicas macetas que adornan diferentes partes del edificio o campos electromagnéticos. Que yo personalmente y por experiencia en estudios elijo este último, aunque también se aseguraba que eran demasiado herméticos, pero esto yo no puedo asegurarlo. Poco o nada más puedo aportar, Francesc, y créeme que me gustaría, Fue o es un tema que me apasionaba dentro del “peligro” que esto conlleva

    Salutacions

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    1. Amic Josep, los técnicos tenemos la responsabilidad de elegir la mejor solución, ahora el abanico de posibilidades que se nos ofrece es extraordinario y a la vez es un reto, pero hay que tener el objetivo claro: hacer una arquitectura digna, que resuelva las necesidades de confort y además que quede inserida en el momento cultural en que se construye.
      Salud

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  3. La verdad es que veo complejo el hacer un edificio. No ha de ser fácil. pero con la cantidad de información de que disponen hoy los arquitectos lo que es extraño es que después salgan estas anomalías. Y ya me va bien lo del Agbar, será un hotel con virus...a ver que pasa ¡

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    1. Sí Miquel, es muy complejo llegar a definir la forma, los sistemas constructivos y estructurales, las condiciones económicas y técnicas, resolver las instalaciones, definir los materiales y su aplicación, determinar los tiempos, cumplir las normativas urbanísticas, las normativas técnicas y de confort, resolver la accesibilidad, determinar la entrada de todos los intervinientes en la obra, programar los trabajos en el curso de la obra, detallar las mediciones y los presupuestos, redactar las memorias generales y las individualizadas, determinar los pliegos de condiciones generales y particulares, realizar los planos de definición geométrica, estructural, constructiva, etc. La documentación gráfica debe ser precisa y exahustiva, los cálculos de estructura y de las instalaciones no deben dejar nada en el aire y hay que dimensionarlo todo con los márgenes adecuados, etc. parece que no acabaríamos nunca.
      Al final se construye, y en el mejor de los casos, nadie te dice nada, mejor que ni te feliciten.
      Salud

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  4. Sentido común sin perjudicar la funcionalidad y fastidiar la forma, el modelo estético, parece algo posible, no una entelequia de locos. Claro, pero eso es cuando tú lo explicas; la verdad es que da la sensación de que en algunas obras los arquitectos e ingenieros que las diseñaron eran los perfectos psicópatas que disfrutaban imaginando el sufrimiento de los futuros habitantes o usuarios.
    En lo que puedo, huyo de los edificios con pinta hermética, en especial me refiero a esos hoteles en los que a la fuerza hay que respirar el aire viciado y soportar los acondicionadores y las ventanas selladas.
    Un abrazo

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    1. Querida Amaltea, hay edificios que son una locura, todo cerrado, se confía la ventilación a sistemas mecánicos, son herméticos y entonces los bomberos se quejan y dicen que si hay que intervenir no tienen ninguna ventana por donde meterse, ahora hay normativas que obligan a dejar alguna ventana practicable.
      Salud

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  5. Tiene que ser muy difícil pero también bonito hacer algo, idear algo que mire por nuestra salud. Si no está bien hecho, nunca podremos decir con total seguridad aquello de "hogar dulce hogar" :D

    Besos!

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    1. Me gusta el comentario de Gemma.

      Saludo.

      Andri

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    2. Si Gemma es muy bonito, tanto que no deseas que nadie te lo agradezca. Pongo siempre el ejemplo del músico y el arquitecto: el primero, cuando acaba una obra lo aplauden; el segundo casi siempre lo denuncian y acaba en los tribunales.
      La práctica de la arquitectura es una actividad profesional tan difícil que te provoca muchos dolores de cabeza, muchas satisfacciones, demasiada responsabilidad, muchas noches sin dormir, muchísimo trabajo, un gran conocimiento de las necesidades del ser humano (¿para que quiero yo saber cuáles son estas necesidades?) Cuando redactas un proyecto acabas conociendo demasiado al cliente, tanto que muchas veces te arrepientes de haberlo conocido.
      Salud

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