sábado, 12 de enero de 2013

Der Wanderer - El caminante-


El mar de otoño. Emil Nolde

Conducía sus pasos siguiendo el ardiente estrépito
de un faro de luz equívoca, que poco a poco se iba
apagando bajo las sombras.

Se dejaba llevar por la voz de los poetas románticos
que obsesionados mataron la pasión del claro
de luna y las quimeras.
   
El caminante vagaba de los tilos hasta el borde
rocoso de las breñas, y buscando más allá del horizonte
lanzaba su mirada al mar.

Alguna nave ingrávida de velas inconstantes
desaparecía por la línea lejana de siroco
a resguardo de la noche.

Los versos de la oscuridad invocaban leyendas
de caballeros rampantes y de guerras verídicas
en el mar de Citerea.

El caminante también hubiese cambiado
su anhelo de libertad por una brizna de belleza
y por un momento de placer.

Sí, en el acantilado las olas abrasivas del mar
disgregan las rocas y todas las geologías
del grito y la memoria.

Y todo lo que es bello y todo lo que es pasión
se convierte, a los pies del caminante, en un estropicio
de crisantemos morados.

10 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Miquel, es uno de esos paseos por el borde del acantilado.
      Salud

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  2. Me gusta mucho este inusitado final, Francesc, que es comoun suicidio de flores de esos que encontramso de vez en cuando por la calle. Precioso poema, sí.
    Un abrazo
    Manuel

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    1. Manuel, las dos últimas estrofas son una fractura en los pasos del caminante, tengo mis dudas en cuanto a que esta fractura seda demasiado marcada.
      Salud

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  3. Muy hermoso señor Frabcesc. Sabe usted dar bellos regalos a los ojos que visitan su entorno.

    El caminante también hubiese cambiado
    su anhelo de libertad por una brizna de belleza
    y por un momento de placer.

    Abrazo bien fuerte.

    Andri Alba.

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    1. Gracias Andri. Muchos hubiesen vendido su libertad por embarcarse hacia la isla de Citherea.
      Salud

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  4. Preciosa esta prosa... pero este cuadro tan distorsionado se presta a ver todo de una forma caótica.

    Saludos.

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    1. Querida Bertha, estas son las aguas caóticas que amenazan los pasos del caminante.
      Salud

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    1. Amigo Dapazzi, aunque sería mejor lo segundo, el caso es que ante la mirada del caminante se abre un abismo.
      Salud

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