miércoles, 31 de enero de 2018

La pastelería en Barcelona


 
Salvo contadas excepciones, las elaboraciones pasteleras que encontramos en las pastelerías de Barcelona son de una calidad que deja mucho que desear.

Se ha llegado a unas cotas de mala calidad que no se pueden aguantar. Echo en falta la buena pastelería, la tradicional, la elaborada con esmero, con educación culinaria y con ingredientes de buena calidad. Me refiero a la pastelería común a la que despachan en los establecimientos especializados y no a la pastelería de diseño, que no es otra cosa que una forma chic de la ostentación culinaria.

En las pastelerías tienen prohibida la utilización del huevo, (Real Decreto 1254/1991), que para bien o para mal, lo sustituyen por esta pasta asquerosa y aséptica llamada huevina (ovoproducto pasteurizado), la harina está adulterada, las mantequillas son industriales y malas.

La baja calidad de la pastelería contrasta con el gran número de aditivos que se utilizan, tantos, que los obradores parecen laboratorios y los pasteleros parecen químicos.


Se utilizan levaduras químicas, colorantes, acidulantes, reguladores o correctores del PH, emulgentes, estabilizantes, espesantes, gelificantes, edulcorantes, agentes de carga y de volumen, agentes de tratamiento de harinas, almidones modificados, antiaglomerantes, sales de fundido, antiapelmazantes, antibióticos, blanqueantes, antiendurecedores y endurecedores, sulfitos, espumantes y antiespumantes, antimelanósicos, depresores de la actividad del agua,  texturizantes, antioxidantes y sinérgicos de antioxidantes, esponjantes, glaseantes, hormonas, humectantes y retenedores de humedad, ligantes, potenciadores de sabor, soportes  para disolver, diluir, dispersar o modificar físicamente de otra manera un aditivo alimentario sin alterar su función tecnológica, y sin ejercer por si mismos un efecto tecnológico, a fin de facilitar su manejo, aplicación o uso y muchos otros aditivos de función no específica.

Probablemente con la utilización de tanto aditivo se consigue una mayor higiene y se controlan, quizás, las intoxicaciones, pero al mismo tiempo se consigue también dar gato por liebre, y engañar al consumidor. ¿Cómo iba a liberarse la pastelería del gran engaño que inunda todos los sectores de la producción y el consumo? 

¿Cómo iba a liberarse la pastelería del pasteleo?

15 comentarios:

  1. Como siempre, Francesc. A la mediocridad política y cultural que impera en la piel de toro, correponde sus equivalentes en temas culinarios y pasteleros. A veces, surge un emprendedor de los de verdad que rompe con esa mala costumbre de la repostería masificada y tóxica. En mi localidad han abierto recientemente una tahona con un pan candeal de los de antes.:hogazas, colones...Te lo llevas y al día siguiente sigue estando en condiciones. Ya no compro pan en otro sitio.
    Un abrazo.

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    1. Sí, amigo Cayatano, la mediocridad se contagia, lo invade todo, va de la política a la ganadería, de la cultura a los saltimbanquis callejeros y como no a la cocina. En Barcelona encontramos panaderías que hacen unos panes de extraordinaria calidad, pero las pastelerías, en general, dejan mucho que desear.
      Salud

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  2. Creo que mi pan de tahona se lo han llevado estos impresentables de la masa congelada llena de porquerías, porque no aparece. Jejeje.
    Otro abrazo, Francesc.

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    1. Amigo Cayetano, esta vez ha sido culpa mía, he sido lento.
      Saludos

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  3. Razón tienes, cuando sabes la cantidad de sustancias que le echan, por ejemplo a una simple magdalena, cuesta aceptar que esa cosa sea lo que indica su nombre. Hace tiempo que cuando en casa nos apetece un dulce, lo hago yo. No es nada difícil y sale la mar de rico. El bizcocho de naranja, por ejemplo.

    Receta:

    Envase de yogur como medida de referencia.

    1 (envase de yogur) de zumo de naranja recién hecho y la ralladura de la piel -bien limpia-.
    1 de aceite de oliva
    2 y medio azúcar de caña
    3 medidas de harina
    4 yemas de huevos
    4 claras montadas (lo hago con varilla manual)
    Se mezcla todo con cuidado y al final se añaden las claras montadas con mucho tiento para que quede esponjoso y se mezcle bien.

    Precalentar horno a 200º
    Bajar a 170º cuando esté caliente
    meter el molde con la masa, 30-40 minutos

    Mientras, hago un almíbar con medio limón, agua, un poco más de zumo de naranja y azúcar y chorrito de cointreau o pizca de anís.
    Cuando esté hecho el bizcocho se echa el almíbar por encima.

    Abrazos

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    1. ¡Hum!, Amaltea, seguro que está riquísimo. Los ingredientes de calidad y sobre todo el cariño en la elaboración siempre dan un magnífico resultado, complacen a quien lo elabora y a quines lo degustan.
      Buen provecho.

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  4. Coincido en la variedad de panes que se nos ofrece y la mediocre oferta de pastelería. Pensaba, sin embargo, que nos ibas a sugerir alguna excepción...

    Entiendes de todo, Francesc

    Un abrazo

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    1. Amigo Luis Antonio, en Barcelona podemos encontrar una gran variedad de panes, algunos son muy buenos. Me quejo especialmente de las elaboraciones pasteleras (bizcochos, tratas dulces, brazos de gitano, tortells o roscos, pastelillos, repostería, etc.)

      No te creas Luis Antonio que entienda demasiado de las cosas ni de la realidad, me fijo en lo que veo, atiendo a mis sentidos, pongo las cosas en cuarentena, no me creo casi nada, me interesan los autores clásicos y comer bien; considero que la amistad es una obra de arte y que hay que cuidarla, aborrezco la intolerancia, el sectarismo, lo esotérico; no entiendo nada de los mundos simbólicos, desconfío de los medios de comunicación y de los políticos, creo que la enseñanza es primordial, que los maestros y profesores deben ser responsables, buenas personas y que deben estar muy bien pagados, que la escuela no debe adoctrinar, creo que la razón debe presidir las relaciones sociales, me molesta el excesivo culto a las emociones y a los sentimientos individuales y peor aún si son sentimientos colectivos manipulados. Todo esto que digo es bien sencillo, envitar el pensamiento único y comer bien y ya está.
      Un abrazo

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  5. El pastel de AMALTEA tiene que estar de muerte ¡¡¡

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    1. Amic Miquel, yo creo que debe ser una magdalena muy buena. Habrá que probarla.
      Salud

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  6. jajaja del pasteleo no nos libramos nadie, incluso yo a veces son un tanto empalagosa y mira que me repele si lo siento enfrente, pero en fin...mea culpa ;)

    Por lo que se refiere a a confitería .. es verdad, ya nada se hace como es debido por culpa de los controles sanitarios... mi padre siempre decía que somos idiotas, hemos cambiamos el jamón de Jabugo por el jamón york y lo mismo con el dulce industrializado en la calle, e idiotizado en las sofisticadas creaciones de alta cocina que de tan etéreo lo que paladeas se ha terminado y ni te has enterado .. en fin, una pena y fíjate te habla una nieta de pastelero.. buenísimo por cierto ( creo, porque yo no tuve el gusto de conocerlo, lo fusilaron con 30 años en la guerra y no por hacer malos pasteles precisamente ; )

    En fin, espero que disfrutes el bizcocho de Amaltea, es verdad que la cocina como todo, si se hace con cariño sabe mejor!

    Un abrazo grande que hacía mucho que no te saludaba aquí en tu casa!

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    1. Querida María, me hacen mucha ilusión tus visitas y tus comentarios.
      Los amigos del blog son una delicia, desde luego mucho mejor que cualquier pastelillo.
      Hay que evitar lo empalagoso y la pastelería industrial y sobre todo no dejarnos engañar con mejunjes y adulteraciones y alejarse, desde luego, de cualquier pasteleo.
      Abrazos

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  7. Es obvio que toda la ingente y variada cantidad de sustancias que componen la pastelería está en función de mantener una producción alta y relativamente duradera. Hasta las pastelerías más exquisitas y artesanas, digamos, utilizan cierta cantidad de producto preelaborado. Que yo sepa, al menos por mi ciudad, los únicos reductos, y no todos, que elaboran repostería más que pastelería lo más aproximado a lo natural son ciertos conventos de monjas, que prefieren la mano y la duración corta, creo que más o menos tienen calculada la venta, a una industrialización que la mayoría ni se lo proponen ni podrían. Los controles sanitarios sobre productos que se quiere que duren para venderse más son muy necesarios, y el precio es precisamente ese que señalas, que se incrementen edulcorantes, aditivos, saborizantes, los que mantienen la estructura del producto, etc. En fin, que en cada cual está buscar en su ciudad el pequeño horno de verdad, no el que figura en el rótulo de la tienda, y comprobar por el sabor y la textura de qué va la pasta o el pastel.Ahora bien, me asombro de lo poco exigente que es la gente, veo un tipo de hornos con mucha preelaboración y poca calidad, tipo franquicia Granier, en cuyos establecimientos hay cola todos los días. La gente no sabe lo que come o no le importa, y luegos se sorprende de cómo va haciendo oscuras mellas en su organismo.

    Los pasteleos, esos sí que están a la orden del día, ¿y cuándo no lo estuvieron? Porque es un término que vengo oyendo toda la vida. ¿Se trata del hermano menor de la corrupción, el enchufismo y clientelismo?

    Por cierto, ¿y de que aquella confitería rica que había por el Born, Hofmann creo, o ya no está?

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    1. Amigo Fackel, ¿tú crees que lo más natural es lo que se hace en los conventos de monjas?
      ja, ja, ja,
      Sí, Hofmann continúa funcionando, hacen unos pastelitos exquisitos. Hay otras pastelerías muy buenas, ciertamente buenas. Hace poco descubrí una cuyos "pastelitos de la gloria" eran una delicia. Hay pastelerías muy buenas en Barcelona, pero en mi escrito me refería a lo que encontramos en general. Recuerdo cuando niño, que siempre que entrabas en cualquier pastelería el éxito estaba asegurado, ahora solo ocurre en unas pocas, pocas y muy buenas. La bollería industrial, las franquicias y el mal gusto han hecho mucho daño.
      Estoy a punto de sostener que quien come bazofia, vota bazofia.
      Salud y buen provecho
      Abrazos

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    2. Es posible que sea un incauto, sí. Teóricamente, se tendría que hacer en ellos lo más virginal, ¿no? Y también lo más natural, porque si obran moralmente y con la consabida gracia divina, que no les permite aceptar el pecado, la condición propia de sus productos debería ser lo más próximo a lo natural, sin ocultación al consumidor.

      Por cierto, nunca me ha quedado claro si pasan controles de calidad rigurosos como en cualquier otra industria. Porque pagar impuestos IBI y demás no creo. Las obras divinas deben estar exentas en esta Tierra prometida de facto.

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