Siento
en el rostro la brisa de Poniente,
me
trae el aire fresco de la isla de Lesbos.
Quién
sabe si este vientecillo llevó a Pérgamo
los
versos de la excelsa poetisa,
la
hermosa Safo, belleza de doble espejo.
Cuando
te veo y escucho tus palabras, te venero
viendo
la casa estela de la virgen:
porque
es realmente el cielo que te corresponde…
¿Quién
sabe si estos versos fueron puente
entre Pérgamo y las piedras helenas?
En
medio de este paraje dócil, de ruinas nobles,
se
oyen las voces gloriosas.
Me
llega al oído la algazara de una ciudad
bien
gobernada, que huye del conflicto
y
que jamás ha levantó la espada,
un
pueblo amable con los comerciantes
que
acudían a sus plazas de sereno pavimento.
Estas
laderas de tierras rojas,
de
arbustos que crecen entre el pedregal
conservan la huella de unas gentes
que
supieron acomodarse entre capiteles jónicos,
Pérgamo
abrió el horizonte más allá de seléucidas,
mirando
al mar, creció entre el Caico y el Cetio,
y
hoy duerme en el olvido, con sus tesoros expoliados
y
se pierde en la noche de la memoria de Lisímaco,
que
confió al eunuco Filéteros el gobierno de la ciudad.
Hoy,
por los caminos de Misia, escucho el eco antiguo
de
la prosperidad perdida y del lamento
del
eunuco que fue amante del arte y la poesía,
que
infundió este amor a los ciudadanos
y
gobernó bajo la luz de la belleza.
Veo
los sillares esparcidos por el ancho cerro
y
lloro por la pérdida de la magnífica biblioteca
que
conservaba el conocimiento de la antigüedad
y
el esfuerzo de los sabios que transcribieron
sobre
el suave pergamino, las caligrafías
cuneiformes
de las losetas de arcilla.
A
pesar de la luz tan clara de este paisaje,
cuando la primavera se puebla de golondrinas,
siento
la oscuridad del expolio arqueológico
que
los pueblos bárbaros han atesorado.
Mi
lamento se esparce por el aire
mientras
resuena entre las piedras viejas
y
pobres el canto del eunuco.
F.C.
Versos amplios, abiertos al Egeo, en la Eólida, con esos capiteles jónicos que traen aromas de un tiempo antiguo lleno de de sal y de historia.
ResponderEliminarUn abrazo, Francesc.
Amigo Cayetano, hoy, en Pérgamo encontramos unas ruinas esparcidas, lo mejor de aquella ciudad está en Berlín en el Pergamon Museum, es precioso.
EliminarAbrazos
Luego, tengo una visita pendiente.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando quieras Miquel, ya sabes que siempre serás bien recibido.
EliminarSalud