viernes, 17 de marzo de 2017
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Siempre me quedará la esperanza de unos vanos abocinados para la contemplación de alguna anémona de coloración vivaz...
ResponderEliminarMiquel, el vano abocinado o debajo de una pérgola, lejos de las correrías del fauno.
EliminarSaludos
Sin embargo, el fuste acanalado con estrías de arista viva y el éntasis van muy bien con las hortensias y los gladiolos. Las volutas del jónico pueden marear demasiado al visitante, embriagado ya con el exceso de los jazmines. Me sigo quedando con el dórico o, si me apuras, con el toscano. Sobriedad ante tamaño despliegue de exuberancia vegetal.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, evitamos el corintio y el compuesto, pues no son recomendables sus hojas petrificadas de acanto. En el jardín cerrado no pondremos el dórico griego porque en el tercer punto de las recomendaciones lo dice. Tal cómo tú dices corremos un peligro de mareo con el jónico, así que solo nos queda el toscano.
EliminarPara las pérgolas va muy bien el orden toscano, sin embargo, yo no descartaría el dórico para colocarlo en el pabellón para el jardinero.
Saludos
Cuántas arquitecturas suplen, o suplantan, a la naturaleza. Cuántos edificios pretenden simular con sus ornatos y elementos pseudonaturales el paisaje del que se carece. Cuán poco se inventa cuando se roba con la mirada lo que el jardín natural nos ofrece. Pero el pulso urbes/naturaleza se vende como el triunfo del progreso humano frente al salvajismo. Después de ver las barbaridades cometidas y acometidas en nuestras ciudades uno sabe dónde reside el perverso salvajismo, o mejor, vandalismo urbanístico y arquitectónico. Porque el concepto del salvaje es mucho más puro y benévolo que cuanto ha acontecido en forma de desastres urbanos.
ResponderEliminarClaro que tu ironía genera una mezcla imprecisa entre lo natural y lo edificado, y de alguna manera con tus tres reglas de oro te carcajeas de tanta teoría y práctica que, no obstante, tanto gustan en las creaciones y recreaciones humanas.
Amigo Fackel, con Rousseau a veces me embarga una contradicción igual que con los paisajistas ingleses, los admiro y su deleite ante la maraña de la naturaleza me desconcierta. Un abrazo
EliminarY a veces es aconsejable no traspasar según qué jardines... :-)
ResponderEliminarQuerida, hay jardines cerrados y peligrosos, donde la prudencia aconseja no traspasar. Son inaccesibles y privados. Tras los setos se ocultan las meditaciones de Lorenzo di Piero de' Medici il Magnifico, que un verano se alejó del Arno y como una lechuza abandonó la ciudad.
EliminarOtros jardines más amables se extienden por laderas que miran al mar y abren sus terrazas como un horizonte escalonado.
Otros situados al lado de palacios de los que toman su sombra y su nombre.
Un abrazo.
No tengo jardín, pero alguna vez he soñado con alguno en el que siempre estaba presente una pérgola de madera de teca...No sé que opinaréis los entendidos.
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Luis Antonio, una pérgola de madera es un elemento magnífico. Si se trata de madera de teca ya podemos decir que es una maravilla. La teca es una madera preciosa quizás la mejor para soportar la intemperie.
EliminarUn abrazo