Postaler. Perejaume
El paisaje natural está
configurado en nuestra mente como una tipología. Entendido como una entidad estética, no es más
que una abstracción formada por ausencias, a saber: añoranza de ilustración,
destierro de urbanidad, desaparición de construcciones, alejamiento de
referencias, deserción de especulaciones, falta de civilidad, expatriación de
cultura, vacío de palabras, despojo de juicio, abandono de ingenio, defecto de
presencias, huida de comunicación, nostalgia de arte, retirada de raciocinio,
privación de reflexión científica, separación de soledades y, por fin, ausencia
de destreza y disposición humanas.
El goce de la belleza natural
está hecho de referencias, se trata de goce abstracto, sin concesiones sensuales.
Nace de una visión introspectiva.
Nunca necesitó, el
artista clásico, de la observación del paisaje, no precisó la contemplación de
un panorama abierto para sentirse vivo. No necesitó la contemplación de la
naturaleza para estimular su creatividad. El paisaje natural es, para el
artista clásico, una estilización. Del paisaje obtuvo los contenidos para su
arte, pero no el flujo vital.
No fue, sino, hasta
los románticos teutones, que, para contemplar el paisaje, tuvieron que subir a
lo alto de los campanarios o a las torres más altas de su ciudad para afirmar
las fuentes de la vida y ver como la individualidad del poeta se extendía desde
sus pies hasta los confines más lejanos de la naturaleza.
Necesitaron establecer
una alianza entre el Arte y la Naturaleza. En cenáculos reservados custodiaron
el arca que guardaba los pactos. Para expresar el ideal romántico de superación
del hombre a través de la belleza o mediante la redención por amor, crearon
abstracciones e incertidumbres que se apoyaban en los ribazos, pendientes y
laderas aterrazadas de un paisaje ideal que solo existía en el universo del
artista. Algunos se valieron, de paisajes inventados o de ruinas.
Y yo me valgo de ti para intentar entenderlos...
ResponderEliminarsalut
Miquel, es cuestión de ir mirando y tu lo demuestras con tu cámara y tus comentarios acertadísimos, lo comprobamos cada día en el Tot Barcelona.
ResponderEliminarSalud
No sé, no sé. Deberías decírselo a un japonés, a ver qué te responde.
ResponderEliminarAdmirada amiga Blanca. No tengo ni idea de lo que pensaría un japonés, mi desconocimiento del mundo oriental es imperdonable. Soy un pecador del eurocentrismo, concretamente del helenocentrismo.
Eliminarsalud
me sirvió la respuesta gracias
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