Panagia Kerà, dibujo a pluma estilográfica
Los olivos más hermosos que he visto son los de Panagia Kerà. Son árboles pequeños de abundante follaje, ricos en frutos y en sombras. Sus hojas son de un verde brillante y graso que tiñe el color del ambiente.
Cuando cierras los ojos y aspiras el aire parece que estás aspirando el color de las hojas. Los troncos de estos olivos presentan diversas oquedades y crecen retorcidos, muy retorcidos, parecen haber crecido a fuerza de lucha con los elementos, levantándose con esfuerzo desde el suelo hasta la copa para dejar caer el ramaje hasta el suelo otra vez.
Desde de la cepa a ras de suelo crece un tronco diversificado que va subiendo como si se tratara de un conjunto de contrafuertes que, haciendo una ostentación de estática, apuntalan una copa que no parece requerir un esfuerzo estructural tan formidable. Es una pura exageración del paisaje del Mediterráneo oriental.
El olivo es un árbol robusto y chaparrito que crece con mala baba y produce una hoja pequeña y un fruto pequeño. Viendo esta escasez productiva podemos deducir que la especie humana hubo de pasar mucha hambre para llegar a extraer, con tanto esfuerzo, ingenio y elaboración, un jugo tan preciado de este fruto tan esmirriado y raquítico.
Las aceitunas producidas en Panagia Kerà son alargadas como los ojos almendrados de los kuroi. Su tamaño es mediano, el hueso y la pulpa están proporcionados. Todo en estos olivos parece guardar la misma proporción: el tronco con el ramaje y la cepa con la copa.
El campo de Panagia Kerà está muy bien cultivado y no parece, sin embargo, que se hayan dedicado en él demasiados jornales. En estas tierras cretenses hay olivos del siglo XIII que aún producen tres cientos kilogramos de fruto por año.
Parece que estos árboles reciban los cuidados de los dioses minoicos, no olvidemos que la isla de Creta, en el antro de Dikteon, nació Zeus y bajo los olivos gritaban y cantaban los cueretes, aquellos seres semidivinos que, por encargo de Rea, bailaban y golpeaban sus escudos y lanzas con ritos tumultuosos con el fin de ocultar, con su estruendo, los lloros del Dios recién nacido.
Lógicamente Zeus hubo de recompensar a los cretenses que lo encubrieron ante la voracidad del padre Cronos que devoraba a sus hijos cuando nacían.
Los olivos de Panagia Kerà crecen en las laderas que suavemente suben hasta Kritsà, donde también hallamos otros olivos de la variedad koroneika.
Entre los árboles, perfumada por las aceitunas, encontramos una pequeña iglesia bizantina que fue construida en el siglo XIII. Se trata de un edificio de tres naves que se rematan con sus tres ábsides respectivos.
Fachada posterior
Sobre la nave central se construyó una cúpula, pequeña acorde, que se apoya sobre cuatro pilares y un tambor cilíndrico, todo ello en un equilibrio falso que hace peligrar la estabilidad del conjunto. El peso de la cúpula estropeó los muros y obligó a construir en el siglo XVI unos contrafuertes triangulares que llegan hasta el suelo y caracterizan la forma singular de esta iglesia tan pequeña.
La fachada principal queda compuesta por el frontispicio central que contiene la puerta y por los dos laterales que, con los contrafuertes, producen el efecto de prolongar la cubierta hasta el suelo. Este efecto de acercar la cubierta hasta el plano del terreno acentúa la exigüidad de las dimensiones del edificio.
Por lo que afirma la historiografía clásica del arte, la naturaleza y muy especialmente el paisaje, influyen las creaciones humanas; en esto la iglesita de Panagía Kerà es un ejemplo evidente.
No es una arquitectura que se integre en el paisaje. La iglesia de Panagia Kerà es la interpretación arquitectónica del paisaje de los olivos: un edificio de poca altura robusto como el árbol, con contrafuertes laterales que, al igual que los olivos, parecen apuntalar con ostentación estructural una cúpula menuda y que al propio tiempo prolongan la alineación de la cubierta hasta el terreno, como si fuera el ramaje de los olivos que cae hasta el suelo.
El maestro que construyó el templo de Panagia Kerà levantó los muros sintiendo el aroma de los olivos y en su mente atesoraba el sistema de proporciones de estos árboles tan amables.
Natural e indefectiblemente este universo tan rico de sensaciones se materializa en la construcción sin ningún planteamiento previo de integración arquitectónica. El constructor edificó muros y bóvedas según aquellas formas y proporciones que conocía y que con toda seguridad amaba.
Los olivos de Panagia Kerà, produciendo uno de los mejores aceites del mundo, han sido el sustrato de esta bellísima arquitectura bizantina.
¿Como se puede no amar los olivos de Panagia Kerà?
de mi libro Apografías del aceite
¡¡ Pero que iglesia tan bonita y tan original ''''No me imaginaba una iglesia así .
ResponderEliminarSí Miquel, es una iglesia preciosa y muy, muy pequeña. Tiene tres naves y cada una de ella es tan estrecha, que casi que puedes tocar las dos paredes laterales abriendo los brazos.
EliminarDe este paisaje y de esta iglesia tengo un recuerdo imborrable.
Salud
Querido Francesc, me gusta mucho ese dibujo a pluma que supongo es tuyo y la descripción del olivar. Pasar por este espacio es como tener a nuestra disposición un profesor particular.
ResponderEliminarNo sabía que tuvieras un libro sobre el aceite, toda la vida lo he tomado de cosecha propia.
Hay un fuerte simbolismo religioso en el arte bizantino y también en el olivo, esa dureza y la perennidad de sus hojas lo hace inmortal, madera es una de las más decorativas, parece que despide aceite y es original por sus nudos.
Salud y buen día
Querida Loli, este dibujo lo hice con lo que disponía en aquel momento, mi pluma y un cuadernillo que me prestó mi amigo Juan. La experiencia de comer bajo los olivos y contemplar después esta pequeña iglesia, acompañado de unas personas muy queridas, es algo que no olvidaré jamás.
EliminarEl libro "Apografías del aceite" es un conjunto de relatos donde se mezclan elementos históricos con otros ficticios, emarañado todo de tal forma que no llegas a saber donde empiezan unos y donde terminan otros, en cualquier caso todos versan sobre el fruto del árbol de Minerva.
Salud
Espléndido el dibujo y la descripción.
ResponderEliminarEl lugar merece que la plantemos en nuestra imaginación, que se quede allí para siempre, para que sirva de refugio en los tiempos malos. Casi imagino el viento suave entre los árboles y la sombra que proyecta en el suelo esa magnífica iglesia.
Un abrazo.
Querida Amaltea, aquello es un lugar precioso, no olvidaré nunca aquellos árboles. Esto queda en el recuerdo y como tu dices un lugar para refugiarse, a la sombra de los olivos junto a esa "iglesuela" bizantina que quedaron en la memoria.
EliminarSalud
Qué buena pluma, Francesc! virgencita, qué original la capilla. ¿Y por dentro?
ResponderEliminarKalamar, con la tinta el papel se arrugaba, el airecillo suave y oloroso enseguida fue secando el dibujo.
EliminarLa iglesia es una maravilla, por dentro sorprende la pequeñez de las tres naves, es como de juguete. Las paredes están todas pintadas con frescos bizantinos muy deteriorados, es una pena, aunque parece que se han iniciado trabajos de restauración.
Salud
Delicioso y sereno el dibujo, Francesc.
ResponderEliminarComo serena y deliciosa la descripción.
Lo que en pequeñez y recogimiento del espíritu solo de una capillita así puede esperarse.
Y de 'aspirar el color', parece, en los olivos, no puede decirse más poéticamente.
Abrazos
Amiga PMPilar, muchas gracias, celebro que te haya gustado. Allí en las laderas de Kritsà el aire es perfumado, la naturaleza clásica penetra en los sentidos. Con estos ingredientes el dibujo sale solo.
EliminarSalud
Lo bueno del dibujo es que mantiene la esencia del objeto, pero quitando deterioros que impone el paso del tiempo.
ResponderEliminarEl mar Egeo es para mí una asignatura pendiente que no quiero dejar en el olvido.
Un saludo.
Cayetano, el dibujo exige mayor atención, cuando dibujas te fijas más en la forma, en el detalle, en la esencia de objeto como tu dices. Será por mi profesión pero siempre que puedo procuro dibujar, aunque debería practicar más. Nunca me arrepiento por haber dedicado demasiado tiempo al dibujo.
EliminarEn cuanto al Egeo te diré que he ido en diversas ocasiones, este mar antiguo tan nuestro nos reclama. En aquellas piedras nos identificamos -está, ya sabes, nuestra identidad.
salud
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAmigo Kuto, esta iglesia supone un paso más allá de eso que denominan "arquitectura integrada al paisaje". Aquí la forma contiene el paisaje, el arquitecto o constructor no tuvo que plantearse nada para hacer una labor de integración, llevaba en su sensibilidad los contrafuertes del tronco de los olivos, la proporción de los árboles y el cielo cretense, y con estos materiales construyó la iglesita.
EliminarEl texto pertenece a mi libro "Apografías del aceite".
Salud
tu le amas, yo lo descubro
ResponderEliminarfíjate si no es poético
.
los reconocimientos que ha obtenido mi hija con el dibujo ya me han convencido de que la poesía no es solamente palabras
.
el abrazo de siempre
Amigo Omar, el dibujo es una forma humilde y muy directa de expresión, el croquis rápido, el boceto y el dibujo sencillo se pueden hacer sin a penas medios, sólo requieren un momento de calma y atención.
EliminarSalud
¡Más dibujos a pluma estilográfica!
ResponderEliminar(Si us plau, por supuesto).
JL
Amigo José Luis. Tuve un profesor de dibujo, en primer curso de carrera, que cuando nos daba el visto bueno a un dibujo hecho a lápiz, nos decía que lo volvíeramos a repetir esta vez en papel a parte y dibujando directamente a pluma estilográfica.
EliminarIntentaré poner algún dibujillo en este blog, de todas maneras te diré que he tirado muchos bocetos y croquis que he hecho, los suelo tirar.
Salud