jueves, 18 de octubre de 2018

El negocio editorial y la vanidad


Limones . Miquel Villà i Bassols (1901-1988)
 
El negocio editorial forma parte del engranaje económico general, esto no es ni malo ni bueno, pero es algo que tiene muy poco que ver con la creatividad literaria.

Naturalmente la difusión de la literatura necesita del soporte de la industria editorial, como la arquitectura necesita de la industria inmobiliaria, y también casi todas las otras formas de expresión artística, necesitan de unos correspondientes agentes mercantiles o industriales, sin ellos, la creación de los artistas quedaría en un cajón, unos papeles garabateados, unos croquis, unos bocetos... La cuestión reside en que el impulsor (editor, promotor, gestor cultural, instituciones) tenga la suficiente sensibilidad y cultura para apreciar e impulsar la buena literatura o la buena obra de arte.

Ya sé que alguien dirá que “a ver quién es el guapo que decide qué literatura es la buena”. En esto juega un papel importantísimo la crítica, ésta debe ser ponderada, entendida y no dejarse llevar por tópicos adocenados o por las estrategias del marketing, aunque ya sabemos que muchas veces es la propia crítica quien crea tópicos y estrategias. La crítica la deben ejercer individuos preparados, sensibles, cultos y responsables. Y deben, los promotores, apostar por la calidad.

Entre autores de campañillas interesados por el relumbrón y editores que les interesa más su cuenta de resultados que la buena literatura, encontramos a los gestores culturales frívolos y a los responsables institucionales incultos, formando, todos juntos, un circo mediático que da pena.

Con tanto interesado y con la vanidad que no cesa, la literatura de calidad y otras formas de expresión artística conscientes de su responsabilidad estética se resienten, se marchitan en un erial y acaban muriendo. Fuera queda un teatro artístico poblado de saltimbanquis culturales.

Tampoco cesa la vanidad de muchos autores mediocres que se pasean ufanos con su jactancia y van con el lirio en la mano, ciegos y felices. De su candidez y narcisismo se aprovechan las editoriales que publican la obra al tiempo que les exigen una contribución en la edición, ya sea en forma de dinero contante y sonante o ya sea obligándoles a la compra de un buen número de ejemplares de lo publicado. Una cantidad de libros tal, que con esto ya financian la edición.

Ocurre que el autor ufano, cuando ve su nombre impreso en los papeles inicia un vuelo gallináceo y empieza a planear por encima de los demás mortales. Naturalmente autor y editor niegan el intercambio dinerario de la operación.

Pero no todo es así. Ciertamente existen autores y que se esfuerzan y se expresan con sensibilidad, son conscientes del valor del arte y producen una obra que es una reflexión constante sobre la naturaleza y la realidad humana. Muchos de estos autores permanecen en el anonimato o tienen, para mal de todos, una difusión escasa.Y existen editores serios y cultísimos que hacen de su labor un verdadero trabajo artístico coherente con la obra literaria.

Lo que estalla es la traca, los fuegos de artificio y la pachanga mediática.

11 comentarios:

  1. Cuando todo se mueve por intereses (económicos, políticos o mediáticos), me es complejo el discernir como se puede impulsar la buena literatura.

    Has tocado un tema que pocas personas saben como funciona, el de las editoriales, y de como, y bien que lo has reflejado, de una manera sibilina el autor está casí pagando la obra que se le va a editar.

    Quizá el papel de criba esté en manos de esas editoriales y sus gestores culturales, eso de hacer posible lo que jamás se había dado por dado, que un libro que en realidad es autoeditado lleve en la solapa el anagrama de una editorial.

    Un abrazo

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    1. Miquel, tú y yo, sabemos de muchos autores que con su vanidad llaman a las puertas de las editoriales y allí los ven llegar con el lirio en la mano y se aprovechan de su candidez.
      Con tal de que publiquen su obra, el autor ufano es capaz de aceptar condiciones contractuales miserables y acaba pagando la edición y casi nunca se entera de la cantidad de ejemplares que se venden, el editor no suele informar de las ventas. Además el editor suele pedir al autor que se ocupe de la promoción, le pide que redacte notas de prensa, que organice presentaciones, que difunda y publicite el libro en las redes sociales, que envie mensajes a sus amigos, etc.
      ¿Por qué se publican tantos libros al año? La respuesta es sencilla, cuantos más títulos pagados por sus respectivos autores más beneficios obtienen los editores y los libreros.
      En la edición de un libro cobra el librero, el distribuidor, el impresor, el diseñador, la editorial y el cátering que sirve los canapés el día de la presentación, etc. cobran todos menos el autor. Ja, ja, ja, menudo negocio.
      Salud

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    1. Miquel, tú y yo sabemos, sin embargo, que hay honrosas excepciones, autores y editores serios y conscientes del valor de la obra literaria y su comportamiento es de excelencia.
      Salud

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  3. ¿Conoces algún programa de  televisión que potencie el amor a la cultura? ¿Y algún otro que facilite el andamiaje necesario para hacer disfrutar, por poner un ejemplo, a tres generaciones (abuelos, padres e hijos) de un mismo libro? Yo no. ¡Ni uno!

    No hablo de negocios ni de spoilers ni de críticos, hablo de los contenidos educativos con importantes dosis de talento y sabiduría que nos regaláis periódicamente a cambio de nada y que nos permiten elegir, valorar y disfrutar de cualquier manifestación del arte por nosotros mismos. Y hablo con conocimiento de causa porque eso por aquí sí lo he visto.

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    1. No, Chiloé, no conozco ningún programa de estos que dices, pero tampoco me hagas demasiado caso, ya que se me estropeó el televisor y hace unos meses que no veo ningún programa.
      La voluntad de divulgar la buena literatura y de fomentar la cultura brilla por su ausencia.
      Cuando tú dices que eso sí lo has visto, estaría encantado de saber dónde, creo que merecería la pena difundirlo.
      Muchas gracias.
      Abrazos

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    2. ¿Que dónde lo he visto? Pues cerca. Muy cerca. Lo veo en todos los que vivís en la república de las artes y las ciencias porque para hacer poesía o filosofía solo tenéis que pulsar unas teclas.

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    3. Y ya te pondré ejemplos gráficos. Para que tú también lo veas.

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    4. Te lo agradezco my de veras, Chiloé. Ver estos ejemplos será aleccionador.

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  4. En todo ese panorama más o menos oportunista y de macronegocio en que se mueve la gran industria editorial ¿querrás creer que no presto ni apenas me entero de la concesión de premios literarios, tipo Planeta con autores que en principio no me reclaman y probablemente quedarán olvidados con prontitud. Ahora, eso sí, se trata de poner torres de libros en El Corte Inglés o la FNAC para consumo de incautos.

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    1. Amigo Fackel, el negocio editorial es otra forma más de negocio, sigue las reglas y estrategias de mercado, ahí hay una lógica comercial que corre al margen de las ensoñaciones del escritor.
      Los premios literarios son una forma de marketing. Y los grandes centros comerciales, como los que citas, tratan el consumo de libros como cualquier otra mercadería de las que exponen en sus estanterías o escaparates.
      Salud

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