Dante,
Petrarca y Boccaccio por Giorgio Vasari
Los teóricos del arte y de la res publica del quattrocento definieron el concepto de
nobleza estética: la nobilità.
No me refiero al concepto nobilitas latino cuyo significado se relaciona un “origen noble”, me refiero al
concepto renacentista de nobiltà tal
como fue utilizado por Vasari, Castiglione, L.B. Alberti o Maquiavelo.
Para aquellos renacentistas florentinos, la nobleza estética debía estar vinculada a la autonomía de los actos de creación
artística. El arte debía ser noble (autónomo), pasar del plano menestral al
intelectual. En contraposición al teocentrismo medieval, el acto creativo hacía
al hombre más humano. Esto se conseguía cuando el artista era consciente de que
su obra trascendía los límites del trabajo manual y se proyectaba hacia una
esfera donde el hombre era el centro de su creación.
Según el concepto renacentista, el ejercicio de la política -la res publica- es un acto de creación, y la nobleza se alcanza cuando el
Príncipe tiene como objetivo supremo el bien de sus súbditos y para conseguirlo
no se deja vencer por el miedo, ni se somete a los poderes gremiales.
La nobilità es un concepto que nos remite a la eficacia de la estética y esto es indispensable en toda creación humana, en el arte y en la política. Pues si no hay estética sin ética -nulla aesthetica sine ethica-, tal como nos aseguraron los clásicos, también deberemos decir que toda ética debe sustentarse sobre unos pilares estéticos que le den la nobleza necesaria para que penetre en el corazón de los hombres y mujeres que habitan en este mundo.
La nobilità es un concepto que nos remite a la eficacia de la estética y esto es indispensable en toda creación humana, en el arte y en la política. Pues si no hay estética sin ética -nulla aesthetica sine ethica-, tal como nos aseguraron los clásicos, también deberemos decir que toda ética debe sustentarse sobre unos pilares estéticos que le den la nobleza necesaria para que penetre en el corazón de los hombres y mujeres que habitan en este mundo.
Con el proceder noble del Príncipe, los
vasallos se conviertieron en súbditos. No era suficiente, en efecto, pero esto supuso un avance muy notable, y faltaba mucho
por recorrer: convertir los súbditos en ciudadanos y esto no se conseguiría
hasta tres siglos más tarde y sólo fue posible gracias al triunfo de la razón y con la desesperada acción afilada de la guillotina.
Creo, sin embargo, que es indispensable recuperar el
concepto renacentista de nobleza -nobilità- en el sentido de autonomía de la acción
política desligada de los poderes económicos.
Cuanto más sometido esté el político a los poderes
económicos, menos noble es. El político se debe a los ciudadanos y, si esto no
lo tiene presente en todas sus
actuaciones, podemos decir que se trata de un personaje vil –innoble- que debe
desparecer de la escena pública. Si el político innoble no se retira a tiempo, corremos el peligro de que una acción desesperada corte el aire con una hoja muy afilada.
Es lo que tenemos: marionetas que asumen el poder político en manos de los poderes económicos. Luego, de premio, una jubilación dorada.
ResponderEliminarSaludos, Francesc.
Sí, amigo Cayetanos, somos una sociedad rica que se puede permitir el lujo de tener marionetas muy caras.
EliminarSalud
Aristóteles visitó las 156 Constituciones de las Polis griegas. Las visitó todas.(1303b Política. Aristóteles. Ed. C.E.P.C) y convino en que para ser un buen político, en todas y cada una de las Constituciones lo primero que se necesitaba para su noble ejercicio era ser un ciudadano ejemplar.
ResponderEliminarEntendía por ejemplar el cumplimiento obligado de la Ley y la imperiosa necesidad de tener una Educación ejemplar, no pudiendo mandar quien no había aprendido a obedecer, y quien no fuera prudente.
Si uno analiza friamente a nuestros políticos, da igual el partido donde estén, verán que pocos aprobarían las reglas básicas completas, pues la prudencia, la educación, la obediencia y el cumplimiento estricto de la ley por parte de la gran mayoría de nuestros ediles no se dan al completo.
Amic Miquel, yo no seré el examinador que ponga la prueba aristotélica a estos que mandan, además suelo puntuar muy bajo y creo que los que aprobarían se podrían contar con los dedos de una oreja.
EliminarAbrazos
Desde hoy, y gracias una vez más a tu clase magistral, la palabra "nobiltà" estará en las lista de las más bellas y profundas palabras que acostumbro a coleccionar y usar con la mayor coherencia posible.
ResponderEliminarUn abrazo, maestro
Amigo Luis Antonio, ya sabes que nunca pretendo dar ninguna clase magistral, yo no sé de estas cosas, lo mío es el cálculo. Me limito a pequeñas reflexiones que suelen partir de una simple contemplación de la realidad o del arte, siempre con una mirada descreída, con mucho humor y relativizando todo lo que puedo, acorde con mi escepticismo.
EliminarLa palabra "nobiltà" es bella, la lengua de Dante nos ofrece un buen número de maravillas.
Un fuerte abrazo
Necesitamos nobiltà con urgencia, que impregne el ambiente, que la respiremos todos, y en especial quienes albergan la pretensión de interpretar la realidad -de manera innoble e interesada-.
ResponderEliminarEs un gozo pasar por aquí y leerte.
Abrazos
Querida Amaltea. La nobilità no solo se debe exigir en la estética, está vinculada también a la autonomía de los actos políticos, requiere la responsabilidad y la tolerancia propias de un pensamiento libre, autónomo.
EliminarUn fuerte abrazo
Malos tiempos estos, pues, para la nobilità.
ResponderEliminarSaludos desesperanzados.
Sí, corren malos tiempos. Creo que sin un pensamiento libre y racional es muy difícil alcanzar la "nobiltà"
EliminarSalud