martes, 26 de noviembre de 2013

El Greco

 
Laocoonte 1608. Domenikos Theotokopoulos (el Greco)

El Greco es el pintor de los cuerpos enjutos. Aprieta las líneas y constriñe los perfiles. Es como si las figuras que pinta sufrieran el síndrome de la austeridad espacial o padecieran escalofríos estomacales. Los cuerpos representados son cerúleos, del color de la carne mórbida, casi traslúcidos y violáceos de piel, de tal manera que transmiten al espectador unos retortijones difíciles de aliviar.

Llegué a creer que el síndrome de austeridad espacial, que el Greco contagia a sus cuadros, tiene su origen en los años de aprendizaje en su Creta natal, donde el pintor se instruyó en la pintura e iluminación de iconos pequeñitos. Podría ser lógico pensar que, acostumbrado a resolver sus composiciones en el espacio reducido de un icono, donde el pintor se ve obligado a mesurar las líneas con austeridad, ahora, al pasar a la dimensión del lienzo o de un retablo, la composición continuaría enjuta. Siendo así podríamos afirmar que se trata de un problema de cambio de escala mal resuelto.

No creo que vayan por ahí las cosas, y tampoco acabo de estar convencido de que el constreñimiento de sus figuras sea un reflejo del restriñimiento digestivo que el propio pintor padecía o del mal de la santa locura que sufría este pintor recaído en Toledo.

Prefiero sublimar el problema y creer que la obra magnífica de Domenikos Theotokopoulos es la expresión de un alma demasiado atormentada y de un espíritu nervioso que no entiende el orden racional del mundo, aunque Aldous Huxley insistiera en los problemas del aparato digestivo de el Greco, asegurando que “todo ha sido transformado por el Greco en mucosidades, peritoneos... Como una resurrección del tubo digestivo”,

Contemplando su Pentecostés, Ortega y Gasset aseguró que esta obra era fruto de “un ataque de nervios” en la cumbre “frenética del espasmo”

Sean espasmos o frenesí religioso, agitación ascética, arrebatos o paroxismos de austeridad, fallos en el digestivo o una visión estrábica de la realidad, el caso es que la obra de el Greco, como en todo el arte que se hacía en Europa, la influencia religiosa pesa demasiado.

Frente a los tenebrismos y al dogmatismo de la Contrarreforma, preferimos un arte lene y benévolo, aspiramos a un Miguel Ángel profano, laico, tratable, mundano y social.

10 comentarios:

  1. Respuestas
    1. Sí, Miquel, claro que tiene personalidad y además es un artista que expresó una manera de entender el mundo propia de unas creencias de su tiempo.
      Salud

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  2. Inconfundible esas figuras que se alargan y se elevan en un impulso ascensional como si se tratara de un arrebato místico. El sello de un pintor genial, si bien tanta intromisión del espíritu religioso en el arte conduce al empacho.
    Un saludo.

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    1. Amigo Cayetano, las figuras alargadas de el Greco, me llevan a pensar en ciertos estados estomacales del pintor, siempre atiendo primero a aspectos físicos, fisiológicos, climáticos, alimenticios antes que otros componentes de orden psicológico, no digo que no existan, pero en mi análisis suelo anteponer los primeros. Ciertamente creo, como tu, que algunos aspectos religiosos, más o menos exagerados, llegan a empachar y podríamos decir que el empacho de la barriga produce monstruos en el lienzo.
      Salud

      a mi siempre me resulta difícil abordar aspectos

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  3. Me encanta mucho su blog. Le mando un poquito, señor Francesc.

    Andri Alba

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  4. Un adelantado a su tiempo, sus cuerpos están a medio camino entre la realidad y lo onírico. Fantástico.

    Un saludo desde Reinado de Carlos II

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    1. Carolus II, te doy la bienvenida como seguidor de mi blog.
      Sí, el Greco fue un adelantado, anticipó una estilización extraña, algo parecido a algunos ejemplos del primitivismo que acompaña al anti-romanticismo de principios del s. XX. Paradoja: un adelanto que nos conduce al primitivismo.
      Salud

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  5. Fuera víctima de un mal físico o no, la capacidad del arte, de artistas como el Greco es que queda fuera de las consideraciones prácticas.
    No interesa nada un análisis forense de por qué pintó así o asá, frente a la emoción - y reflexión- que provoca.
    Qué grandeza percibimos en composiciones musicales, literarias o pictóricas que fueron creadas en medio de grandes sufrimientos físicos. Queda la obra, lo único importante.

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    1. Querida Amaltea, naturalmente que poco importa el análisis forense, incluso te diría que poco importa el artista, lo que importa es su obra, claro que sí y por ello concluyo con esos dos últimos párrafos:

      "Sean espasmos o frenesí religioso, agitación ascética, arrebatos o paroxismos de austeridad, fallos en el digestivo o una visión estrábica de la realidad, el caso es que la obra de el Greco, como en todo el arte que se hacía en Europa, la influencia religiosa pesa demasiado.

      Frente a los tenebrismos y al dogmatismo de la Contrarreforma, preferimos un arte lene y benévolo, aspiramos a un Miguel Ángel profano, laico, tratable, mundano y social."
      Salud

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