Contra lo que podría parecer a primera vista, lo contrario del pesimismo clásico no es el optimismo, éste es sólo una hoguera de estopa. No, lo opuesto al concepto de pesimismo clásico es el pesimismo romántico.
El pesimismo clásico se produce por el convencimiento de que la razón puede llegar a quebrarse ante la mezquindad y las formas más ramplonas y alienadas de la complejidad humana.
El pesimismo clásico se cimienta en la creencia de que el ser humano ha perdido la fuerza necesaria para afrontar la vida en toda su complejidad y que el hombre no ha sido capaz de apuntalar la bóveda de esta realidad tan compleja.
El pesimismo romántico, en cambio, se fundamenta en el cansancio de la cultura. Lo encontramos en el pensamiento de Schopenhauer y en la poesía de Leopardi. El pesimismo romántico es nihilista, persigue la nada como fin.
Caminar sin vislumbrar un paraje concreto, conducir los pasos hacia la nada, produce indefectiblemente grietas profundas que deterioran la voluntad y cuando se producen fisuras en la emoción y cuando la quiebra afecta a la sensibilidad, aparecen entonces, tras los escombros del castillo en ruinas: el pesimismo romántico.
Este pesimismo de la emoción, romántico, apasionado y fantástico se esconde detrás de los tapices -hermosos tapices- que decoran los paramentos del palacio de la razón. Es un pesimismo que queda oculto tras los revestimientos de las paredes provocando un moho húmedo que va deteriorando los muros de palacio. Pura putrefacción.
Cansancio o debilidad, románticos o clásicos: pesimismos al fin.
El pesimismo clásico se produce por el convencimiento de que la razón puede llegar a quebrarse ante la mezquindad y las formas más ramplonas y alienadas de la complejidad humana.
El pesimismo clásico se cimienta en la creencia de que el ser humano ha perdido la fuerza necesaria para afrontar la vida en toda su complejidad y que el hombre no ha sido capaz de apuntalar la bóveda de esta realidad tan compleja.
El pesimismo romántico, en cambio, se fundamenta en el cansancio de la cultura. Lo encontramos en el pensamiento de Schopenhauer y en la poesía de Leopardi. El pesimismo romántico es nihilista, persigue la nada como fin.
Caminar sin vislumbrar un paraje concreto, conducir los pasos hacia la nada, produce indefectiblemente grietas profundas que deterioran la voluntad y cuando se producen fisuras en la emoción y cuando la quiebra afecta a la sensibilidad, aparecen entonces, tras los escombros del castillo en ruinas: el pesimismo romántico.
Este pesimismo de la emoción, romántico, apasionado y fantástico se esconde detrás de los tapices -hermosos tapices- que decoran los paramentos del palacio de la razón. Es un pesimismo que queda oculto tras los revestimientos de las paredes provocando un moho húmedo que va deteriorando los muros de palacio. Pura putrefacción.
Cansancio o debilidad, románticos o clásicos: pesimismos al fin.
Estupenda entrada, Francesc. Casualmente, ayer colgué en mi blog un relato romántico-pesimista que te invito a leer si tienes tiempo. "La incertidumbre" se titula. Quizá te agrade.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
puesto que de la nada venimos y a la nada volvemos, que más se puede perseguir en esta vida.
ResponderEliminarJavier, tras la puerta falsa no he encontrado ninguna incertidumbre. ¿Dónde está este relato?
ResponderEliminarMe gustaría leerlo.
Salud
Puigcarbó, amic.
ResponderEliminarNo perseguir nada, pues nada vale nada y de la nada del pasado no puede llegarnos nada del futuro.
Salud
Interesante diferenciación, pero me pregunto si con el pesimismo hubiéramos avanzado en algunas cuestiones.
ResponderEliminarPara afrontar tareas y retos de futuro hace falta ilusionarse, desear, y ¿no es acaso la voluntad un deseo mayor que otro?
Salud
Querida Isabel, coincido totalmente contigo: para afrontar retos hay que ilusionarse y naturalmente tener el deseo, yo creo que el pesimismo no excluye la ilusión, creo además que una dosis de pesimismo ayuda a la felicidad, pues si pensamos que cualquier tiempo futuro será peor, concluimos que con lo que tenemos ahora nos podemos sentir afortunados. De todas maneras los dos pesimismos que planteaba eran de categoría estética. Estoy muy agradecido por tu comentario.
ResponderEliminarSalud
Francesc, aquí puedes leer ese incierto relato mío:
ResponderEliminarhttp://revistamicrorrelatos.blogspot.com/2011/04/la-incertidumbre.html
Saludos
Javier, he leído el microrrelato, me ha gustado.
ResponderEliminarAún dormidos, unos dicen que sí y otros dicen que no, y la NAVE VA.
Salud