jueves, 30 de noviembre de 2023

Poesía sobre un papel en blanco

Salvador Dalí. Dit gros, platja, lluna i ocell podrit, 1928

 

Cuando me dispongo a escribir algo razonable y con intención estética, pienso en las imágenes que me ofrece la realidad y, al poner una palabra tras otra, observo que estas ya son “idea”, excitan, provocan reacciones y dibujan. A veces son una llamada al orden o a la revolución del pensamiento. Reclaman proporción y equilibrio y a la vez transgresión.

La estética reclama la lógica de una metáfora. Las palabras son dardos que transforman lo relativo en ironía.

Me pregunto por qué la ironía tiene tan poco predicamento y entonces, el papel permanece allí mudo, esperando la tinta de las palabras. Esta tinta habrá de manchar el pensamiento del lector.


Aun así, declaro  que no pretendo embadurnar pensamientos ajenos, sólo intento dotar el texto de una estética sustentante.

martes, 28 de noviembre de 2023

Charles Camille Saint-Saëns

Camille Saint-Saëns en triciclo 


Era


Compositor,

director de orquesta,

organista,

pianista,

profesor,

militar,

caricaturista,

viajero,

geólogo,

arqueólogo,

botánico,

entomólogo especializado en lepidópteros,

matemático,

intérprete traductor,

crítico de arte,

experto en acústica,

filósofo,

astrónomo.



También se interesó por las ciencias ocultas, no sé si de una manera positiva o negativa.


Se negó a abrazar el romanticismo, entonces en boga y, enfadados los románticos, dijeron que Camille Saint-Saëns (1835-1921) era "el más grande compositor de segunda fila". 


A pesar de haber representado la modernidad musical en las décadas de 1850 y 1860, la crítica musical de finales del siglo XIX y de principios del XX lo calificaba de ser un compositor reaccionario, Algunos no toleraban que hubiese sido militar.


Compuso un Samson et Dalila, que es una auténtica obra maestra y aún le quedó tiempo y humor para componer una Danza macabra y el extraordinario Carnaval de los animales.


¡Uf, cuánto trabajo y cuánta capacidad creativa!, y yo son estos pelos, habrase visto.


sábado, 25 de noviembre de 2023

A los catorce años

Antoni Clavé (1913-2005)


 

Qué le podía pasar a uno de aquellos muchachos de posguerra que a los catorce años empezaba a trabajar.

Pues le podía pasar que enseguida se enteraba de lo que valía un peine, conocía de inmediato el esfuerzo de sus padres para salir adelante y comprendía que, para avanzar y progresar socialmente, él también tenía que esforzarse, trabajar y estudiar, era aquello que decían de labrarse un porvenir.  

Seguramente, el afán del joven y el esfuerzo por avanzar sean valores positivos. Como es natural no voy a hacer un juicio de valor, no soy sociólogo ni me veo en condiciones de moverme entre moralinas.

¿Cualquier tiempo pasado fue mejor? No lo sé. De lo que sí que estoy seguro es de que cualquier tiempo pasado fue anterior.

Aquellos tiempos de penuria fueron duros. Íbamos a trabajar y Santas Pascuas. El trabajo forjó caracteres y voluntades. Trabajábamos sin preguntarnos cuánto tiempo teníamos que invertir en ocio. Trabajábamos y, gracias a las escuelas o academias que impartían clases nocturnas, podíamos estudiar y alcanzar un nivel de conocimientos aceptable.

¿Lo hicimos bien? Tampoco lo sé.

Sabíamos geografía, sabíamos algo de una historia mal contada, teníamos bastante habilidad en el cálculo mental y resolvíamos raíces cuadradas a los trece años, antes de empezar nuestra vida laboral ¡Ah, y de faltas de ortografía, nada de nada!

Todas estas cosas las sabíamos, pero seguramente muchas otras cosas las hicimos mal, rematadamente mal, pues no conseguimos cambiar el panorama, y esto que nos proponíamos “romper moldes”.

De aquellos esfuerzos surgió una generación, la actual, que se esfuerza menos y sabe cuánto hay que invertir en ocio. No sabe geografía física ni política, pero conoce la diferencia entre sexo y género, pero se menea mal entre la maraña burocrática y sufre, como nosotros el engaño de la política.

Me pregunto si ahora son tiempos de penuria, como los de aquellos muchachos que empezaban a trabajar a los catorce años. No lo sé. Cualquier tiempo pasado fue anterior. 

viernes, 24 de noviembre de 2023

Construcciones y vanidades

 Fotomontaje - Aleksandr Ródchenko (1891-1956)


 

Las construcciones de piedra acaban cayéndose y se convierten en ruinas que son el recuerdo de las antiguas paredes. Pueden incluso recordarnos el exceso de vanidad de quienes las idearon y las levantaron.


Hay una vanidad eclesiástica en las molduras de los palacios episcopales, una vanidad teológica en los arcos ojivales de las catedrales góticas, hay vanidad de fronteras en la mampostería de las murallas, hay una vanidad de tiranía en los sillares de los castillos medievales, hay una vanidad de dominio económico en las fachadas neoclásicas de Wall Street.  


La vanidad de las construcciones de piedra es la petrificación de la vanidad de los hombres, ésta permanece, se regenera, nunca alcanza el estado de ruina. La vanidad permanece, las piedras se caen.

martes, 21 de noviembre de 2023

"Arte deteriorado" ya en las librerías


 

Ya dije en este blog que informaría cuando se podía conseguir mi último libro


Arte deteriorado


Pues bien, ya se puede encontrar en todas las librerías. 


Nos informa la distribuidora que si no lo tuvieran en existencia se puede solicitar en la propia librería. 


El mes de diciembre haremos la presentación.


Publicado por SD·Edicions, con diseño de María Luisa Samaranch.


Se trata de un pequeño ensayo donde me atrevo a exponer de forma muy escueta algunas reflexiones sobre el deterioro y la mutilación que han sufrido algunas obras de arte y cómo interpretamos el mensaje formal que nos ofrecen en su estado actual.

lunes, 20 de noviembre de 2023

Transparencia. Control de la luz

 

Quizá por mi carácter mediterráneo, me resulta incómoda la permanencia en espacios demasiado transparentes. Creo que un exceso de transparencia en los espacios domésticos va contra el confort, sin embargo, agradezco la transparencia en los edificios públicos. También me gusta que la transparencia presida el comportamiento de los responsables públicos.


Detesto la opacidad del románico, aquellos ventanucos pequeños y aquellos muros tan gruesos en los que reverberaban los sermones. Admiro el afán estructural del gótico para dotar de más luz las naves de las catedrales. Los vitrales góticos son un empeño inteligente para conseguir más luz y color.


Me agrada el reparto equilibrado de luces y sombras de la arquitectura clásica. No así, el claroscuro de los interiores barrocos.


Aborrezco el gusto por lo oscuro y por los antros tenebrosos que sentían los románticos, que, por cierto, muchas de aquellas grutas son artificiales.


Son tristes y oscuros los salones donde se reunían Byron, Shelley, Polidori, Clairmontsus y otros amigos sentimentales. Aquello olía a abrigos viejos y a refinados snobs.


Y nada hay tan triste como los interiores victorianos. 


De los masones puedo admitir cierta intimidad de sus logias, sus pavimentos ajedrezados y la luz que incide sobre el dintel que lleva la inscripción de la letra G. El control de la luz que ejercen los masones refuerza el simbolismo y la eficacia de la razón.


No me gusta la intimidad forzada de los espacios sádicos cuya luz es mortecina y maloliente (en los 120 días de Sodoma del Marqués de Sade, la luz apesta).


Aunque admiro sus grabados, no me agradan las sombras de Piranesi. La luz penetra por ventanucos e ilumina cadenas y escaleras pinas.


No me gusta nada la luz tétrica y mortecina de los interiores modernistas, son fríos y recargados -qué fría era aquella Barcelona sin calefacción- Les gustaban los vitrales, pero como objeto artesanal más que como elemento de control lumínico.


El modernismo y la Sezession no prestaron atención al confort ni a la luz, sólo parece que se hubieran preocupado por la ornamentación.


Me gusta el esfuerzo técnico realizado por Joseph Paxton en el diseño y construcción del Crystal Palace para la Exposición Universal de Londres de 1851.



Admiro, aunque no siempre comparto, el anhelo de transparencia utópica de los primeros racionalistas y de los expresionistas, Bruno Taut, Enrich Mendelsohn, Max Taut.


Creo que los arquitectos de la Bauhaus solucionaron muy bien el control de la luz. Sus propuestas son válidas en las latitudes septentrionales, pero fracasan cuando se aplican en los edificios meridionales.


La buena -sólo la buena- arquitectura tradicional ha logrado un equilibrio confortable de la luz que incide en el interior de las casas, pero a veces, lo único que provoca es una cierta tristeza.


La arquitectura contemporánea acierta con el control de la luz, pero es a costa de un dispendio exagerado de energía. Es insostenible. Aún tenemos mucho que solucionar, hay que resolver problemas de sostenibilidad, de ahorro energético, de economía de materiales, de lucha, en definitiva, contra la luz cegadora y la intemperie.

Siempre tenemos que luchar contra la luz del sol, tan necesaria para que crezcan las lechugas, pero peligrosa para los que andamos con la cabeza despejada.

sábado, 18 de noviembre de 2023

Vasos comunicantes

Pepper’s Ghost Effect - Taree Mackenzie


Hace unos cuantos años, aproximadamente unos veinte, un amigo economista, hombre sensato y muy conocedor del negocio de los medios de comunicación. Me hablaba de las grandes diferencias que existen entre los pueblos, de la injusticia que hace que unas personas lo pasen mal durante toda su vida, sólo por el hecho de haber nacido en un determinado territorio.

Esta es una injusticia que debe corregirse, equilibrarse –decía mi amigo–, es una cuestión de vasos comunicantes. Los pueblos ricos deberán ceder parte de su riqueza y bienestar en beneficio de los más desfavorecidos.

Por tratarse de la opinión de un buen economista, yo creía, entonces, que mi amigo se refería a cuestiones económicas. Sus palabras las suscribiría cualquier persona de buena voluntad.

Han pasado dos décadas y los países más desfavorecidos continúan pasándolo mal y los vasos comunicantes continúan desequilibrados.

Amplio la mirada. Voy más allá de las cuestiones económicas y observo que el fluido que corre por el interior de los vasos comunicantes es espeso. No se compone solamente de dinero y recursos económicos. Entre sus ingredientes se encuentran, la distribución de la riqueza, la cultura, el nivel educativo de la población, el conocimiento de la realidad, la calidad de la política, el nivel de lenguaje, la capacidad de entendimiento. Y todo esto ha de circular por unos vasos comunicantes que cada vez son más estrechos.

El líquido es muy viscoso que ni moja ni deja de mojar, y a veces se pega en las paredes de los vasos comunicantes y casi siempre huelen mal.

miércoles, 15 de noviembre de 2023

Los ausentes y los dioses

 
 Donaverda. F.C.



Siempre nos encontramos con alguno que se pone de espalda. Parece que quiera romper el vínculo que existe entre él los hechos.

Cuando le hablamos, nos da la sensación de que lo hacemos para no decir nada. El nihilista no suele escuchar palabras que, según su modo de ver, no sirven para nada.

En esto suele parecerse al pesimista que, más o menos amargado, se esconde en el cuerno de la luna. Ni el uno ni el otro creen que el lenguaje sirva para hacer presente lo que es ausente.

¿Para qué? -se preguntan- por qué debemos atraer a los ausentes o a los dioses que siempre parece que quieran venir.

Los que somos levemente optimistas y bienhumorados estamos convencidos de que precisamos los versos de Hölderlin para que los dioses de la belleza lleguen y nos ayuden a relativizar todo lo que se menea. 

domingo, 12 de noviembre de 2023

Las estrías del dórico


Auriga de Delfos


Cuando veo de lejos las estrías de la columna dórica, me parecen solemnes. Nervios templados de la civilización, reparto de cargas y asentamiento en la tierra de los más nobles anhelos humanos. De cerca palpo el mármol apolíneo y el equilibrio de la masa pétrea y de la razón.


Agradezco la ausencia de la basa. Las estrías dialogan con la geología. Lo telúrico se hace humano.


Y lo humano, visto de lejos, se nos antoja raquíticamente solemne. De cerca apreciamos una morbidez enamorada.

jueves, 9 de noviembre de 2023

Conservación del patrimonio arquitectónico

 

Sculptures pour aveugles, 1920, Constantin Brancusi


 

La voluntad de conservación del patrimonio arquitectónico es un fenómeno relativamente moderno. Hoy se considera un valor indispensable y positivo, culturalmente irrenunciable.


No es posible entender el avance cultural sin considerar la fortaleza y el valor de las obras arquitectónicas del pasado y de las obras pretéritas del arte en general. Sobre estas bases edificamos el desarrollo de la arquitectura y el arte actuales.


Las obras del pasado, además de proporcionarnos un conocimiento y una experiencia, nos ofrecen algunos motivos para provocar alguna transgresión y proponer nuevas soluciones.


El patrimonio arquitectónico, aunque sea solamente unas ruinas, siempre es una lección.


Sin embargo, la conservación del patrimonio arquitectónico no siempre se ha considerado como un valor cultural positivo. Antes de la segunda mitad del siglo XIX, las obras arquitectónicas del pasado tenían un valor puramente material. Más que conservar, se reaprovechaba. Se reutilizaban los sillares, las columnas, las tejas, los capiteles y todo lo que podía servir para construir alguna cosa nueva. Era, en definitiva, una concepción económica más que cultural.


Las ruinas romanas y las piedras mozárabes se han reutilizado para levantar todo tipo de construcciones: palacios, casas sencillas o pocilgas.


Es interesante conocer los motivos del cambio, saber el cómo y por qué se pasó de la reutilización a la conservación. Qué cambios culturales acontecieron para que se considerara la conservación del patrimonio como un valor culturalmente positivo.


En la primera mitad del siglo XIX algunos autores ya plantearon la cuestión. Más que hablar de “conservación del patrimonio”, hablaron y teorizaron sobre la “restauración de la arquitectura” He aquí algunas de las teorías planteadas:



- La restauración estilística.



Fue planteada por Eugène Emmanuel Viollet-le-Duc (1814-1879)

Defendía que el restaurador debe identificarse con la obra original. Se trata de situarse en el lugar del arquitecto primitivo y suponer que haría él.


La restauración -decía Violet-le-Duc- debe permitir la recuperación de la propia forma.  


Supongo que cuando Violet habla de la “propia forma” se refiere a un refrito de lo que el restaurador encuentra entre las piedras y la idea que él tiene del estilo e imagina un modelo de cómo deberían ser las piedras amontonadas,  


Dice: “restaurar un edificio no es conservarlo, repararlo o rehacerlo, es restablecerlo a un estado completo que puede que no haya existido antes".


En su proyecto de restauración de la Catedral de Notre Dame, Violet, llevado por su teoría estilística, quiso actualizar la catedral y añadió una tercera torre, que constituye lo que actualmente se denominaría un falso histórico.



- La restauración romántica.

La teoría fue formulada por John Ruskin (1819-1900).


Ruskin era un romántico empedernido, admirador de Felix Mendelssohn y un defensor de la no intervención. Decía que la restauración estilística es la destrucción más grande que puede sufrir un edificio. El edificio debe conservarse y jamás modificarse con una restauración que altere su idea o concepto inicial. Las modificaciones estilísticas no deben quedar al albur o al capricho del restaurador.


Ruskin resalta el valor de antigüedad del monumento: Los monumentos arquitectónicos no valen por sí mismos, sino por el encanto que el tiempo y la historia han puesto sobre ellos.



- La restauración critica.


Ya bien entrado el siglo XX, después de que Elías Rogent hubiese restaurado el monasterio de Ripoll que cambió el aspecto original del edificio, añadiendo algunos elementos que no existían en el original, como por ejemplo, un cimborrio de nueva creación, una puerta con archivoltas o una serie de columnas que separan la nave central de las naves laterales. Y después de que se hubiese construido el barrio gótico de Barcelona (un conjunto gótico edificado en pleno siglo XIX) y otros parques temáticos más o menos delirantes o caprichosos, Cesare Brandi plateó en 1963 su Teoria del Restauro. 


Mino Maccari, Cesare Brandi e Giorgio Morandi

, ca. 1950–1962 (Cesare Brandi es el del medio)


Brandi, argumentó que la ruina, desde el punto de vista histórico, es el vestigio de un monumento histórico o artístico que sólo pueda mantenerse como lo que es, y, por lo tanto, la restauración únicamente puede consistir en su conservación, con los procedimientos técnicos que exija.

 


Naturalmente cada una de las teorías expuestas pueden tener sus matices y formas de aplicación según el caso o edificio a restaurar. 

Conocidas, más o menos algunas teorías sobre la restauración, aún me pregunto cuáles son los motivos que llevaron a la consideración positiva que nos dice que la conservación del patrimonio arquitectónico es una cuestión cultural.


Françoise Choay nos da algunas explicaciones en “Alegoría del patrimonio”, libro publicado por GG. También en Le Patrimoine en questions. Anthologie pour un combat (2009) que pude leer gracias a unas notas traducidas por un amigo mío, buen arquitecto cuyo nombre no cito por expreso de él.


Françoise Choay investiga el significado y las transferencias semánticas que el patrimonio arquitectónico nos ha proporcionado a lo largo de los siglos y dice que estas transferencias condicionan un estado social o por lo menos la idea de un modelo inicial imaginado que nos condiciona. No lo sé, todo esto es cosa que algún sociólogo nos podría aclarar.


La historiadora francesa, que ha dedicado buena parte de su actividad a la teoría de la arquitectura, investiga el porqué del culto al patrimonio a partir de la relación de las ruinas con la memoria, sería algo así como la lección que podemos extraer de las piedras derribadas.

 

martes, 7 de noviembre de 2023

Las buenas maneras en la ciudad de la diversidad

 
Diversidad (2017). León Molina

 

En una semana me ha ocurrido dos veces. El lunes pasaba por un paso de peatones y un negro con una bicicleta estuvo a punto de atropellarme. Nada, fue un simple roce sin importancia. 


De buenas maneras le dije: “ten cuidado, que casi me atropellas”, él se giró y, también de buenas maneras, me dijo: “ay, perdón. Dios nos quiere a los dos”, sonreí y él sonrió, se fue y santas pascuas.


Al cabo de cuatro días, el viernes, iba cargado con dos bolsas y un negro alto fuerte como un San Pablo, que iba en patinete, chocó contra una de las bolsas que llevaba, también le dije de buenas maneras, como suelo, “chavalín, que por poco me tiras al suelo” y él levantó la mano y me dijo: "racista de mierda”.


Ciertamente esta es la ciudad de la diversidad, aquí podemos convivir todos, es una cuestión de buenas maneras.

domingo, 5 de noviembre de 2023

Levitaremos

Negativo positivo a tre dimensioni. Bruno Munari (1907-1998) 


Falta de transparencia, ahora llamada discreción; engaño, ahora llamado cambio de opinión, añadamos cuentos y más cuentos, eufemismos y mentiras  y más aréngulas como dicen en bable. Y en medio de todo esto sólo conocemos el semblante del que engaña. Enajenados o manipulados, no sabemos nada más, solamente intuimos el peligro del desamparo.

Nos aseguran que incumplir la ley nos hace más felices. Poco a poco dejaremos de ser esclavos de la ley y pasaremos a ser esclavos de quienes la pisotean. Poco a poco, nos encontraremos viviendo en un mundo ideal donde podremos, incluso, desobedecer la Ley de la Gravedad.

Así, ingrávidos todos, levitaremos por una Arcadia irreal que será el mejor de los mundos habidos. ¡Ah! y mientras unos levitan, otros cobran.

sábado, 4 de noviembre de 2023

El dolor y la dimensión de la cabeza

Sin título. Eusebio Sempere (1923-1985) 


¿Por qué nos peleamos tanto? ¿A qué viene tanta intolerancia?

¿Es que no nos damos cuenta que tantas y tantas peleas han causado un dolor inmenso y unas muertes terribles?

Preguntando todas estas cosas parece que pequemos de ingenuos. Parecen preguntas de un pánfilo que anda por ahí con un lirio en la mano. Sí, y entre flowers el dolor permanece.

Las respuestas han sido muchas. Grandes sabios, sociólogos y políticos han intentado explicarnos el por qué de tanta barbarie. Sí, y la barbarie se va perfeccionando día a día.

Nuestra cabeza es pequeña y en ella cabe muy poca cosa, y enseguida la llenamos con cualquier bagatela. Sí, y se demuestra que en nuestro cerebro no cabe el recuerdo de tanta muerte.

El dolor es inútil. ¿Ha servido para algo?, ¿hemos aprendido alguna lección de tanta pelea humana?

¡Qué inútil es el dolor! y ¡qué pequeña es nuestra cabeza! 

miércoles, 1 de noviembre de 2023

Arte deteriorado




Ya está aquí, ha salido mi nuevo libro, el ensayo

 

Arte deteriorado


Publicado por SD·Edicions en su colección Les Plaquettes.


Dentro de unos pocos días ya estará disponible en todas las librerías.


El arte deteriorado es aquel que acumula las señales que la experiencia histórica ha añadido sobre la obra original.


Son grietas, signos de barbarie humana o huellas que la naturaleza ha dejado marcadas en la obra.


El paso de las estaciones, una tras otra, poco a poco, ha ido señalando las horas del derribo físico.


Lejos de toda consideración negativa, entendemos las señales del tiempo como un valor estético añadido. Se trata de una carga comunicativa que enriquece la acción creativa inicial.