Hablar bien es pensar bien, y al revés. La palabra hace el pensamiento. Palabra y pensamiento forman una simbiosis y un intercambio de nutrientes y parece que en esta cuestión ya se han puesto de acuerdo lingüistas y filósofos.
A todo juego de palabrería, a la charla, al diálogo, al monólogo o al circunloquio en catalán lo llamamos también enraonar, es decir, poner en razón.
No importa la lengua utilizada: catalán, sardo, castellano, napolitano o rumano, todas ellas son un latín mal hablado. Yo diría que las lenguas resultantes son el resultado de la pereza, del ahorro de fuerzas y de la simplificación. Todos tendemos a reducir el esfuerzo y en eso, la lengua no iba a ser menos, ocurres sobre todo cuando nos ponemos a teclear en el móvil, entonces llegamos a hacer una lengua tan esquemática como el lenguaje de los monos que se entienden con gestos, gritos y sonidos guturales.
La ley del mínimo esfuerzo, no debe significar, sin embargo, una merma de calidad ni en la lengua ni en el pensamiento, sino todo lo contrario. Ya hemos podido comprobar que el ahorro ha dado buenos resultados. Esto lo han constatado tanto los poetas como los directores de cajas de ahorros, los primeros haciendo los versos más inspirados, concentrando la belleza con una utilización mínima de palabras, y los segundos dando, sólo, un vistazo a la cuenta de Pérdidas y Ganancias.
Ya sea con ahorro o sin él, debemos construir frases y pensamientos con orden y sin afectación, como la arquitectura, poniendo los ladrillos bien trabados y aparejados, con orden para que se aguante el edificio. Si los ladrillos están mal puestos la pared sale alabeada o torcida y la frase puede salir así: Oferta, tenemos calcetines para niños de lana. O puede pasar que utilizemos materiales inadecuados: si compras dos chuscos te regalamos una rústica. Esto es el reflejo de un pensamiento desordenado.
Cuando se utilizan materiales de importación para hacer cubiertas o ventanas puede que estos no se adapten a nuestra climatología y empiece a entrar agua y viento por todas partes. Puede soplar así: A pesar de las sanciones por overbooking las compañías de low cost han visto incrementado su cash folw.
En nuestros idiomas se ha eliminado el juego de sílabas cortas y largas que tenían las lenguas clásicas. Esto ha sido por pereza y aquí no se escapa ningún idioma, ya que la pereza campa por todas partes, pues es más fácil pronunciar todas las sílabas de la misma longitud que hacer troqueos, yambos u otros pies.
Ahora no hacemos hexámetros ni nos acompañamos con la lira, pero hemos hecho una métrica de sílabas unidimensionales con los recursos del acento y el diptongo que no está mal.
De la pereza métrica salió el tetrástrofo monorrimo de Berceo y el soneto. Dante y Petrarca lo hicieron muy bien. Costa Llobera hizo versos magníficos recuperando, con la métrica perezosa, el verso clásico de Horacio, y Carles Riba levantó un monumento recuperando el hexámetro de Homero y Góngora, Quevedo y Lope hicieron verdaderos encajes de bolillos.
Del latín mal hablado y con detritus de otras procedencias hemos hecho un patrimonio, y legítimo es preservar los patrimonios y los ahorros, pero también cabe cuestionarse si vale la pena tantas querellas y peleas para defender una herencia hecha de elementos deteriorados y restos de procedencias dispares.
A todo juego de palabrería, a la charla, al diálogo, al monólogo o al circunloquio en catalán lo llamamos también enraonar, es decir, poner en razón.
No importa la lengua utilizada: catalán, sardo, castellano, napolitano o rumano, todas ellas son un latín mal hablado. Yo diría que las lenguas resultantes son el resultado de la pereza, del ahorro de fuerzas y de la simplificación. Todos tendemos a reducir el esfuerzo y en eso, la lengua no iba a ser menos, ocurres sobre todo cuando nos ponemos a teclear en el móvil, entonces llegamos a hacer una lengua tan esquemática como el lenguaje de los monos que se entienden con gestos, gritos y sonidos guturales.
La ley del mínimo esfuerzo, no debe significar, sin embargo, una merma de calidad ni en la lengua ni en el pensamiento, sino todo lo contrario. Ya hemos podido comprobar que el ahorro ha dado buenos resultados. Esto lo han constatado tanto los poetas como los directores de cajas de ahorros, los primeros haciendo los versos más inspirados, concentrando la belleza con una utilización mínima de palabras, y los segundos dando, sólo, un vistazo a la cuenta de Pérdidas y Ganancias.
Ya sea con ahorro o sin él, debemos construir frases y pensamientos con orden y sin afectación, como la arquitectura, poniendo los ladrillos bien trabados y aparejados, con orden para que se aguante el edificio. Si los ladrillos están mal puestos la pared sale alabeada o torcida y la frase puede salir así: Oferta, tenemos calcetines para niños de lana. O puede pasar que utilizemos materiales inadecuados: si compras dos chuscos te regalamos una rústica. Esto es el reflejo de un pensamiento desordenado.
Cuando se utilizan materiales de importación para hacer cubiertas o ventanas puede que estos no se adapten a nuestra climatología y empiece a entrar agua y viento por todas partes. Puede soplar así: A pesar de las sanciones por overbooking las compañías de low cost han visto incrementado su cash folw.
En nuestros idiomas se ha eliminado el juego de sílabas cortas y largas que tenían las lenguas clásicas. Esto ha sido por pereza y aquí no se escapa ningún idioma, ya que la pereza campa por todas partes, pues es más fácil pronunciar todas las sílabas de la misma longitud que hacer troqueos, yambos u otros pies.
Ahora no hacemos hexámetros ni nos acompañamos con la lira, pero hemos hecho una métrica de sílabas unidimensionales con los recursos del acento y el diptongo que no está mal.
De la pereza métrica salió el tetrástrofo monorrimo de Berceo y el soneto. Dante y Petrarca lo hicieron muy bien. Costa Llobera hizo versos magníficos recuperando, con la métrica perezosa, el verso clásico de Horacio, y Carles Riba levantó un monumento recuperando el hexámetro de Homero y Góngora, Quevedo y Lope hicieron verdaderos encajes de bolillos.
Del latín mal hablado y con detritus de otras procedencias hemos hecho un patrimonio, y legítimo es preservar los patrimonios y los ahorros, pero también cabe cuestionarse si vale la pena tantas querellas y peleas para defender una herencia hecha de elementos deteriorados y restos de procedencias dispares.
el templo de zeus de Olimpia
ResponderEliminarCòssima
i que degenera dia dia. Ja hem assistit a la defunció dels pronoms febles, mentre triomfa l'ojalà i el desde luegu, perillen les geminades. La llengua es mor.
ResponderEliminarPensar y escribir con claridad exige disciplina, reflexión y muchas lecturas bien digeridas. Conservar una lengua ¿merece la pena? Sólo como punto de partida para integrarnos en su evolución porque, que se sepa, sólo los pueblos aislados hablan la misma lengua que sus abuelos. Si hay que elegir, prefiero "la ciudad os hará libres" con su batiburrillo de lenguas y gentes que como los perros mil leches, dan alegrías inesperadas.
ResponderEliminarestimado francesc,
ResponderEliminar(sabes que cuando emiezo así es porque no estoy de acuerdo)
así que con tu permiso...
si lo que dices es cieto, mejor olvidarnos de Lacan y su advertencia de las trampas de la lengua que viene directa de la consciencia con sus múltiples posibles significados, y la lalengua y la lingüistería, mejor olvidarnos del rizoma de deleuze y sus "mil mesetas" y "geología de la moral", y de nietzsche y "humanos demasiado humanos" que advierte del peligro de centrarnos demasiado en nosotros y alejarnos del resto del mundo que no engorda, ni miente, ni siente rencor, ni venganza, ni un infinito de etcéteras consecuencia directa de lenguaje y razón, mejor olvidar el stream of consciousness, a Joyce y "finnegans wake" y la poesía zaum de khlebnikov, y a Burroughs, y desde luego a derrida y el fin del logocentrismo, y a eugene gendlin y la idea de lo implícito y a bart kosko y el pensamiento borroso.
mejor nos quedamos con eso de "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo" de Wittgenstein y con el heidegger de "pensar, construir, habitar"... y olvidarnos de la función original del poeta: crear palabras (porque hay algo más que sí existe y empuja a ser definido), y de todo un universo que se esconde detrás, donde el lenguaje no llega pero el sentimiento sí.
perdona la osadía.
un saludo, sincero
Amic Puigcarbó, tampoc és que es tracti de degeneració o mort de la llengua, es tracta de tranformacions que menen cap al mar del tot si val. Però tampoc cal fer escarafalls, el que importa es pensar be i parlar be.
ResponderEliminarSalut
Còssima, son ruinas, restos de un templo, igual que las lenguas habladas.
ResponderEliminarSalud
Amaltea, coincido totalmente contigo, prefiero las mil leches, la variedad produce mayor y mejor comunicación. De ninguna manera abogo por la preservación de los restos de serie, aquí lo que importa es pensar bien y expresarse bien.
ResponderEliminarSalud
Amigo Kynikos, coincido con Wittgenstein en esto de que "los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo" y coincido con Heidegger en lo de "pensar, construir, habitar" y de ninguna manera creo que haya que mantener a ultranza estos restos miserables y creo, además, que la expresión debe adaptarse a las solicitudes que van llegando y en esto está precisamente su grandeza y si hay que inventar vocablos se inventan y no rechazo nada de lo que llega aunque haya puesto ejemplos de frases de lenguas extranjeras, con estas locuciones me refería al "buen construir" es decir al "bien pensar".
ResponderEliminarPor descontado que no vamos a caer en la trampa de la otra "trampa" que anuncia Lacan ni en purismos estériles, pero como ha dicho la amiga Amaltea, "la ciudad os hará libres".
Sólo digo que todo esto que tenemos son restos miserables, que son producto de la pereza y que por ellos no voy a partirme la cara. Lo que importa es pensar bien y hablar bien.
Salud
amigo francesc,
ResponderEliminarqué me gustaría tener esta charla hasta que cierre bien la noche con un par de copas, pero las cosas del blog hace que vayamos por parrfadas (en sentido límpio) y concentremos demasiado ideas que tal vez deberían respirar un poco.
así que me reduciré a dos puntos.
bien sabes que no doy demasiado crédito a casi nada, y tampoco a la razón, consecuencia de una evolución que se pasó de lista. pero sí ha habido esfuerzos grandes, enormes, da igual el motivo o el resultado. lo cierto es que no es la pereza la que nos ha llevado hasta hoy, sino los impulsos creadores, con todos los adjetivos que queramos ponerles. no pisamos sobre las ruinas de la atlántida, sino que la vida es una ruina desde el principio, miserable, pero sin pereza.
y en segundo lugar, efectivamente quien piensa mal habla mal, y yo tampoco me partiré la cara por ellos. pero hay diferentes maneras de procesar información, y hay caminos abiertos donde el azar y el error juegan un papel sustancial y te llevan a descubrir realidades que de otra forma no hubieras alcanzado, que pueden ser pensadas a posteriori, si es que necesitan serlo.
un saludo
Amigo Kynikos.
ResponderEliminarEn efecto podríamos hablar largo y tendido, cuánto me gustaría, desde luego hablar bien y pensar bien. Coincido contigo en lo de las ruinas, estoy de acuerdo en que la vida en sí misma es una ruina y añado que la historia es un conjunto de ruinas individuales, es como un vertedero donde se han depositado las ruinas individuales, pero creo que la pereza -no el tedio- ha jugado un papel importante en los arruinamientos, uno de estos es la lengua. Me sumo a tu incredulidad y además desconfio de los grandes esfuerzos, muchos de ellos son como los trabajos de Sísifo, sube el pedrusco y se vuelve a caer. Pero, mira, el impulso creador es consubstancial al hombre, ya sea desde la razón o desde el sentimiento o la emoción, yo particularmente me apunto al clasicismo.
Sí, el error y el azar abren caminos insospechados, reales o surreales todos igualmente complejos y ricos en información.
Pero con todo, insisto en la pereza como factor diluyente, pero esto no es un valor negativo sino de transformación.
Salud
amigo francesc,
ResponderEliminaral final no es tanta la distancia que separa nuestros puntos, acaso un par de matices, pero en el grueso creo que coincidimos, lo que me reconforta (entiéndelo como el aprecio que tengo por tus escritos).
un saludo
Amigo Kynikos. El matiz enriquece, la apreciación del matiz es una muestra de sensibilidad, lo nefasto es el monolitismo y el pensamiento único. Ya vi claro que estabamos diciendo "casi" lo mismo con palabras distintas.
ResponderEliminarAmigo Kynikos, al margen de la polémica, de las perezas, las ruinas y la razón, ya habrás podido comprobar mi posicionamiento en cuanto a lo fatuo de las polémicas lingüísticas y sobre todo mi absoluto desacuerdo en cuanto a la utilización de la lengua como arma arrojadiza.
Salud
Kynicos, Francesc:
ResponderEliminarHabéis sido la prueba irrefutable de que hablar bien no lleva aparejado pensar bien. Miedo a ofender, miedo a ceder, y entre medias un conocimiento disperso, con un refrito de referencias más propio de Ferrán Adriá que de Ferdinand de Saussure.
¡Pereza! Aquellos vuestros requetés tan chiquititos poco han tenido que ver conmigo. (Traduzco) Los hablantes provocan reduplicaciones tanto como simplificaciones. Véase la reduplicación del paradigma perfectivo en castellano.
Se simplifica por efectos de estrato, no por pereza: influencias de los paradigmas de lenguas invadidas, invasoras o de contacto.
En cuanto a pensamiento y lenguaje: si hablar es pensar, habla mal y acertarás.
abraham,
ResponderEliminartienes razón.
te sigo con interés.
un saludo, sincero
Lo de que la imagen valga más... ha deteriorado tanto la palabra como la forma de expresarse, e incluso esa rapidez de hoy día también ha transmitido ese errar en ella en la radio, siempre algo más cuidadosos.
ResponderEliminarNo sé si es pereza, yo creo que hemos abandonado el cuidado por las cosas bien hechas.
Y la palabra me parece un legado importante que debemos transmitir.
Salud
Isabel, yo no creo que una imagen valga más... al contrario. Estoy convencido que el poder de la palabra es tanto como el poder del pensamiento. Creo que la palabra y el idioma es algo que hay que cuidar y esto, a mi entender, es usarlo bien e ir adaptándolo a las nuevas necesidades y a las nuevas formas de pensar, no en balde palabra y pensamiento están intimamente relacionados. En la adaptación de la lengua a los nuevos usos no me cabe ninguna duda que la pereza juega un papel capital, pero esto, no es un valor negativo como algunos podrían creer.
ResponderEliminarSalud