En una carta enviada desde Duino, Rainer Maria Rilke le escribe a Marie von Thurn und Taxis:
Nada comprendo mejor de la vida de los dioses (que sin duda siempre se renueva y reproduce y es incontestable en el terreno del espíritu) que el momento en que se ocultan. ¿Qué sería de un dios sin la nube que lo protege de las miradas, qué sería de un dios manoseado? Duino es la nube de mi ser. Irme lejos, lejos, y vivir en el retiro. Usted siente lo mucho que lo necesito.
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