domingo, 24 de abril de 2011
METAMORFOSIS
Cuando, una mañana, Nietsnie despertó de su sueño inquieto, se encontró en la cama transformado en algo intangible, capaz de trasladarse en cualquier dirección y a una velocidad de vértigo. Se había convertido en un rayo de luz. Era la luz emitida por la lámpara de diseño que iluminaba la sala.
Ahora en Nietsnie había quedado libre de los objetos, nada le ataba a la materialidad, podía volar hasta el infinito. La velocidad era increíble, podía viajar a 300.000 Km/seg.
El polvo de las estrellas besaba su cuerpo. Era etéreo. Para él, se había borrado el tiempo y el espacio se había reducido. Las dimensiones ya no eran tres. No había rectas. ¡Pobre Euclides!
Como habitante de la Osa Menor, liberado de cualquier lastre, contemplaba las miserias de la Tierra. Seguía viajando siguiendo una ruta rectilínea hacia la Vía Láctea.
Los recuerdos de su infancia se confundían con las experiencias colectivas que le presentaba la historia del hombre. Se juntaban los primeros pasos de su infancia con el valle que se forma entre los ríos de Mesopotamia. Ahora vivía en las puertas de Siria, en la linealidad de la caligrafía cuneiforme del escriba. ¿Qué quedaba de en Nietsnie y de su paso terrenal? ¿Las ganas de un deseo irracional? ¿O la razón de la muerte autoconsciente que se impuso Sócrates?
Para no perder el contacto con la Tierra tendría que vivir dentro de un saco oscuro o en la caverna de Platón. ¿O no es cierto que todo en su vida anterior habían sido sólo imágenes? En la cueva somos imágenes de luz.
Incorpóreo, se le presentaban, una vez más los recuerdos de la infancia y de su juventud: los primeros acordes en un órgano de iglesia, las meriendas en el patio, los enamoramientos sin sentido, todo en un revoltillo confuso, disgregado y sin relación ninguna. Ya era hora de escapar de este ciclo de vida. Ahora el nuevo estadio de vida venía de las suaves colinas ajardinadas de Babilonia y de las luchas entre griegos y latinos e iría a lejanas galaxias para ver si era verdad la existencia de vidas inteligentes a lo lejos.
Recordó las palabras de Lao Tzé:
Lo que la oruga llama muerte, el hombre le llama mariposa.
En Nietsnie había pasado de oruga que se arrastra entre las ramas de los vegetales que enraízan en la tierra a mariposa que podía volar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
algún dia quan siguem alló pel que hem estat dissenyats y abandonant aquest cos feixuc, ser energía en estat pur.
ResponderEliminarM'esborrono, amic Puigcarbó, només de pensar que un dia puigui arribar a abandonar aquest cos que ara arrossego. Je, je, je.
ResponderEliminarSalut
Espero que nos sigas contando las andanzas de Nietsnie liberada de la materia, del espacio tiempo y de todas las leyes físicas conocidas. Imagínate, llegar a ser una mariposa invisible de paseo por Babilonia o pastoreando ovejas en Nínive; quizás contando chistes a androides antipáticos o dando vueltas a este planeta habitado por humanos predadores (y también por peces de colores y mariposas arcoiris)
ResponderEliminarincluso un fotón tiene sus límites.
ResponderEliminarsólo en la vía láctea 200.000 millones de estrellas. cuántas babilonias como para amodorrarse en la tierra.
salud.
Amaltea, mucho nectar debía libar en los jardines colgantes, podía volar lejos y a gran velocidad.
ResponderEliminarSalud
Kynikos. Demasiadas babilonias, pobre Nietsnie, quizas le vendría mejor la modorra.
ResponderEliminarSalud
Muy bueno!!!
ResponderEliminartemo que desprecie nuestra insignificancia y busque consuelo bajo otros soles.
ResponderEliminar-entre nos, la gravedad (en todos los sentidos)y los agujeros tiran pero bien-
me hace pensar tu nietsnie.
salud
Eusebio, celebro que te guste. El despertar es el momento más arriesgado del día. Que se lo pregunten a Kafka.
ResponderEliminarSalud
Hola Kynikos. Ansia de volar como Ícaro.
ResponderEliminarSalud