Agnolo di Cosimo, llamado Agnolo Bronzino
Retrato de Ugolino Martelli, 1536
Retrato de Ugolino Martelli, 1536
En 1536, cuando Agnolo di Cosimo conocido como Agnolo Bronzino pintó el retrato del joven Ugolino Martelli, el esplendor de la república de Florencia se había apagado.
El rostro del aristócrata Ugolino Martelli es un manifiesto de la melancolía que se cernía sobre las cúpulas de Florencia, el porte del joven estudioso es la personificación de la tristeza del cinquecento.
Ugolino era un joven culto, parece ser que era un estudioso de la lingüística, que Bronzino lo retrató vestido de negro, como vestía Francesco Borromini y el emperador fundamentalista Felipe II, lo representa en el interior de un palacio florentino, rodeado de arquitectura áulica y con una escultura clásica al fondo, apoyando sus manos en sendos libros. Tras su aspecto frío y distante se esconde una reflexión: ya no es posible que surja un proyecto que transforme el mundo. El neoplatonismo está agotado y la ideología de la Contrarreforma ha aplastado el sueño renacentista.
El hombre del siglo XVI está dispuesto a seguir los consejos de Castiglione que recomienda al cortesano que se muestre distante, raccomanda di essere un altro, que “sea otro”.
¿Cabe aún la esperanza de que aliento y desilusión puedan mostrarse a la vez? El quietismo de Ugolino Martelli expresa la ruptura entre el aliento esperanzado y la desilusión. Ante esta dualidad, con una mano sobre un libro cerrado y la otra sobre un libro abierto, el joven aristócrata florentino opta por el silencio, por la no acción.
Si cambiar la realidad ya no es posible, miremos Florencia en el ocaso de Renacimiento y preguntémonos hoy -en 2011- por el alejamiento de la realidad y la renuncia a cualquier proyecto.
El rostro del aristócrata Ugolino Martelli es un manifiesto de la melancolía que se cernía sobre las cúpulas de Florencia, el porte del joven estudioso es la personificación de la tristeza del cinquecento.
Ugolino era un joven culto, parece ser que era un estudioso de la lingüística, que Bronzino lo retrató vestido de negro, como vestía Francesco Borromini y el emperador fundamentalista Felipe II, lo representa en el interior de un palacio florentino, rodeado de arquitectura áulica y con una escultura clásica al fondo, apoyando sus manos en sendos libros. Tras su aspecto frío y distante se esconde una reflexión: ya no es posible que surja un proyecto que transforme el mundo. El neoplatonismo está agotado y la ideología de la Contrarreforma ha aplastado el sueño renacentista.
El hombre del siglo XVI está dispuesto a seguir los consejos de Castiglione que recomienda al cortesano que se muestre distante, raccomanda di essere un altro, que “sea otro”.
¿Cabe aún la esperanza de que aliento y desilusión puedan mostrarse a la vez? El quietismo de Ugolino Martelli expresa la ruptura entre el aliento esperanzado y la desilusión. Ante esta dualidad, con una mano sobre un libro cerrado y la otra sobre un libro abierto, el joven aristócrata florentino opta por el silencio, por la no acción.
Si cambiar la realidad ya no es posible, miremos Florencia en el ocaso de Renacimiento y preguntémonos hoy -en 2011- por el alejamiento de la realidad y la renuncia a cualquier proyecto.
Cuántas cosas mi Dios!!!Pero yo no tengo dios! ¿Será eso bueno? Ay, puede que no tenga discernimiento! Se me ha ido el santo al cielo. Pero si ya no quedan santos vivos, ¿cómo es que el mío se me ha ido al cielo? Me he puesto más loca. :D
ResponderEliminarQuizás no podamos cambiarla pero podemos crear otra realidad.
ResponderEliminarMe gustaría saber qué hay escrito en la línea que señala el marmóreo índice de Ugollino.
El silencio de Ugolino Martelli es tierra de esperanza.
ResponderEliminarTu reflexión también es plácida, silenciosa.
Es una grata experiencia leerte.
Abrazos,
Kova
Querido Francesc:
ResponderEliminarCuánto dices de la actual abulia y dejadez, por el sinsentido al que hemos llegado, renunciando voluntariamente a la esencia del ser humano: la rebeldía contra los valores establecidos y la búsqueda de nuevos horizontes que engrandezcan nuestro espíritu. La semajanza que buscas a través del Bronzino y de la figura de Ugolino Martelli de los valores de la Contrarreforma aludidos con el siniestro panorama actual es simplemente magistra. Por cierto, a la par de poética y extraordinariamente hermosa.
Gracias a ti por tus palabras, querido Francesc.
Un gran abrazo.
¿Cabe aún la esperanza de que aliento y desilusión puedan mostrarse a la vez? Respuesta : Creo que no. El aliento no es nada más que una sonrisa cínica que de vez en cuando me sale por la boca, que no por la nariz...salut
ResponderEliminarY demos gracias si no aparece un Savonarola o algún otro iluminado...
ResponderEliminarQuerida Andri, Ugolino sí que tenía discenimiento y procuraba que no se le fuera el santo al cielo, ya sabemos que estas cosas que andan por ahí arriba nos pueden hacer perder la razón.
ResponderEliminarSalud
Amiga Amaltea, conoces mi pesimismo, difícil me lo pones, esto de crear una nueva realidad, ¡hum! Quizás la fórmula está escrita en la página que Ugolino nos señala, esperemos que algún sabio conspícuo nos desvele el secreto que ahí se encuentra escrito.
ResponderEliminarSalud
Amiga Kova, el silencio de Ugolino es, según mi opinión, el más elocuente del manierismo florentino.Agr adezco mucho tu comentario.
ResponderEliminarsalud
Querida Elena, tu conoces la elocuencia de los clásicos, su vigencia es clarísima porque desde aquellos tiempos aciagos hemos cambiado muy poco.
ResponderEliminarsalud
Amigo Miquel, yo también creo que la respuesta es NO. Las sonrisas, si las hay, son heladas.
ResponderEliminarSalud
Clea, has dado en el clavo. Tengo un miedo atroz que ante este panorama aparezca el apañamundos de turno. Algunas voces se oyen.
ResponderEliminarTe puedo señalar con absoluta precisión el punto exacto donde quemaron a Savonarola.
Salud
Un libro abierto, mostrando sus sueños y otro cerrado para ocultarnos su desasosiego sin un mejor futuro...
ResponderEliminarun abrazo querido amigo!!
Amigo Omar, me hace mucha ilusión verte otra vez por aquí, estoy intentando entrar en tus blogs y no hay manera, me resulta imposible.
ResponderEliminarEl sabio del Renacimiento se muestra sin esperanza, señala el libro con tristeza.
Salud
Como realza la luz en el rostro y manos de Ugolino , esta melancólico y altanero, viviendo su rico mundo interior.
ResponderEliminarUn placer grato leer tu post.
Abrazos fraternales de MA para ti.
Querida MA, un abrazo. Bronzino realza la luz, tal como tu dices, dominó muy bien el clarobscuro y el contraste a veces con colores irreales, fue un pintor manierista que anuncia ya el barroco. Fue un retratista de la corte de los Medici y supo expresar el "mundo interior" de sus personajes retratados.
ResponderEliminarSalud
Hola Francesc, un placer gratísimo haber descubierto tu blog. Te sigo!
ResponderEliminarGracias por tu comentario en el mío
Un abrazo!
Hola María R. Te doy la bienvenida como seguidora de mi blog. Nos vamos leyendo.
ResponderEliminarSalud