A menudo
contemplamos el engreimiento de ciertos profesionales de la arquitectura que
andan por ahí, planeando a un palmo por encima de los demás mortales y, vemos absortos
cómo los medios de comunicación nos presentan las proezas del vuelo del
estornino arrogante.
Todo
esto se acompaña con la autocomplacencia de una sociedad que, observa el
espectáculo de unos pájaros que, entre vuelo y vuelo, proyectan algún edificio
de estética gratuita, y llegado el día de la inauguración de la obra, la
ciudadanía cree que somos y hemos sido la punta de lanza de la vanguardia.
Somos
conscientes de que muchos arquitectos han hecho un trabajo dignísimo y de gran
responsabilidad, han entendido que debían dedicar su esfuerzo a satisfacer la
necesidad de los ciudadanos y han proyectado edificios sabiendo que la
arquitectura es un bien cultural que refleja la tensión de su tiempo. Y también
es cierto que aquí hemos desarrollado una arquitectura bien construida que ha
tenido una gran consideración internacional.
La
arquitectura catalana a sabido interpretar y asimilar las corrientes europeas
de la vanguardia, les hemos dado un carácter genuino y hemos comprendido que la
construcción definía la forma de cualquier lenguaje arquitectónico. Pero, stricto sensu, la arquitectura catalana no ha sido
vanguardia de nada.
Hemos
trabajado con corrección, pero no nos engañemos, no somos la vanguardia por
mucho que planeemos. Echemos, para ello, un vistazo desapasionado y veamos que
nuestros grandes arquitectos supieron construir bien y mirar con mirada atenta
lo que venía de otros andurriales.
El
gótico catalán tiene una genialidad estructural y constructiva que permitió
construir espacios interiores con grandes luces, pero su lenguaje no es
original, ni falta que le hacía. Pero con todo su buen sentido común, aquellos
esforzados constructores no fueron vanguardia de nada: adoptaron las formas
centroeuropeas y pasaron el cepillo por la verticalidad escolástica del gótico
y construyeron los muros con una proporción horizontal digna, sí muy digna, que
elevó los pináculos de las ccatedrales a una dimensión más humana.
Probablemente fue debido a la escasez de medios.
Desde el
punto de vista de avance técnico o de propuesta formal, el renacimiento no
trajo ningún ejemplo plausible y en el barroco, la avanzadilla arquitectónica, brilló
por su ausencia.
Pasados
tiempos tan oscuros, llegamos a la Renaixença
y con ésta al Modernisme. Los
arquitectos modernistas, tan admirados ahora por los turistas y tan potenciados
hoy como objeto mercantil, hicieron una arquitectura que seguía el dictado del Art Nouveau,
las artesanías exaltadas del Arts &
Crafts o el detallismo de los prerrafaelitas anglosajones o el nazarismo teutón.
Después
de la fiebre modernista y del panteísmo de Gaudí, entramos de lleno en el
tiempo de las vanguardias y lo hicimos con pie firme, oteando el mar clásico,
para dar entrada al Noucentisme, ecléctico
y neo-brunelleschiano y sobre todo lanzamos la mirada hacia la vanguardia
europea.
Mirando
el racionalismo y las vanguardias, fuimos conscientes de la modernidad, pero no
fuimos punta de lanza. Nuestra arquitectura estuvo ligada a los postulados del
Movimiento Moderno, a la Bauhaus o al purismo de Le Corbusier.
Nuestros
arquitectos del GATPAC interpretaron el racionalismo con maestría y más tarde,
pasada la Guerra Civil, el Grupo R recogió la herencia racionalista y supo
incorporar a la arquitectura ciertos valores psicológicos o lúdicos que la
hicieron más humana. Estuvieron atentos a las propuestas organicistas, al
empirismo formal nórdico, y receptivos a las enseñanzas de Aalto y sensibles al talento refinado de los italianos
Gardella, Rogers, Scarpa, Albini y Samoná. Mucho oficio, mucho compromiso
formal y una gran interpretación de la arquitectura más avanzada, pero nuestros
arquitectos no fueron la avanzada.
Después de todo
esto se produjo la gran brecha del pop, la frivolidad de los Five Architects, el post modern y la arquitectura del espectáculo. Todo amenizado y
dispuesto en estratos intrascendentes o capas de aire de lo superficial para
que los pájaros de plumas oscuras volaran mejor.
La arquitectura
catalana es una arquitectura con ambición de desarrollo pero no es una
arquitectura de investigación formal básica. Se ha levantado con una notable
dignidad pero sin ser la vanguardia de nada.
Has sido valiente. Prepárate a escuchar en este año de fausto y fanfarrias a que algún desaprensivo te tilde de faixiste.
ResponderEliminarSalut
No creas que sea para tanto, amic Miquel.
EliminarSalud
Pero este grupo de excelentes arquitectos llenaron Cataluña de maravillosos edificios con los materiales tradicionales y los nuevos del aquel tiempo.
ResponderEliminarLo que posiblemente hoy produce un efecto de excesivo: sea ese" horror vacui "de entonces... que para admiración de los turistas resulta tan atrayente.
Un abrazo Francesc
PS:aunque soy bastante reacia a las metrópolis para mí Barcelona es: un referente por el peso de su historia que te pierdes en ella.
Bertha amiga mía, en Cataluña siempre ha habido un buen plantel de arquitectos, tan preocupados por la buena construcción como por el aspecto cultural de la arquitectura, en mi escrito explico la preocupación por la vanguardia de estos buenos arquitectos. Estos grandes arquitectos dejaron en Barcelona ejemplos excelentes de buena arquitectura, obras qaue fueron avanzadas en su tiempo, sí, gran preocupación por la vanguardia cultural y arquitectónica europea, pero ellos, en si mismos, no fueron la punta de lanza, sino que supieron expresar la modernidad y humanizarla.
EliminarSalud
De acuerdo; pero yo reconozco que el arte de Gaudí, con ese mestizaje, ese beber de mil fuentes diferentes, supo capaz de aglutinar un sinfín de tendencias y estilos para ofrecernos unos edificios con un sello muy peculiar.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí Cayetano, el arte de Gaudí aglutinó metizajes y todo lo que quieras, Gaudí fue originalísimo, tenía un repertorio de formas inagotable, sí, todo esto sí, pero esto no tiene nada que ver con la vanguardia y es a esto a lo que me refiero.
EliminarSalud
LO QUE LA VERDAD ESCONDE
ResponderEliminarMil gracias por tu informacion,en los libros y google,nos viene muy distorsionada para los que nos lo creemos todo,como yo.Repito,mil gracias.
Oh, Blanca! Gracias por tu comentario. Lo primero que suelo hacer es no creerme nada y luego busco las razones que me han llevado a no creérmelo. Observo, pongo en cuarentena cualquier información, pienso y saco alguna conclusión. Puede que me equivoque pero en el proceso me lo he pasado bastate bien.
EliminarSalud
Buenos comentarios el de Blanca y el suyo, señor Frances.
ResponderEliminarSalud
Andri Alba
Gracias Andri, este blog se nutre con los comentarios de todos los amigos.
EliminarSaludf
Mi gran pregunta es si se puede hablar de arquitectura catalana o mejor de arquitectura barcelonesa. Está claro que una ciudad siempre está inmersa en un territorio pero emerge y se distingue por lo que cataliza y le da sentido y definición, Que Gaudí naciera en Reus, Paris o Londres no viene a ser muy significativo, por ejemplo, es el sentido urbano lo caracteristico. Saludos
ResponderEliminarLamarée, hablamos de arquitectura catalana de una manera genérica, más propiamente deberíamos hablar de los arquitectos formados en la Escuela de Arquitectura de Barcelona, que antes estuvo integrada en la Universidad de Barcelona y actualmente está integrada en la Universidad Politécnica de Catalunya.
EliminarSalud
Hace unos días cayó en mis manos una revista de arquitectura que hablaba de Oscar Niemeyer, a quien no le gusta el ángulo y la línea recta y de Peter Zumthor, con edificios muy audaces, dos reportajes magníficos y hasta me dije que indagaría más sobre su obra, de la cual no conozco nada.
ResponderEliminarPor aquí los hay engreídos, de hijos de..., de apellido nada más, de los que dicen con enfado: "soy Doctor en Arquitectura, no arquitecto" pero de los que por sus obras no los conocerán.
Buen domingo. Un abrazo
Querida Loli, admiro profundamente la obra de Niemeyer, su arquitiectura parte del purismo de Le Corbusier y evoluciona hacia un expresionismo luminoso de gran efectividad, dibujaba como los ángeles. En cuanto a Peter Zumthor debo reconocer la gran valentía de su "minimal", me gusta mucho el tratamiento que hace de la luz y de las superficies, admiro su austeridad formal, de hecho el "mínimal" puede suponer una actitud ética absolutamente necesaria en la arquitectura después del "post modern", pero a veces, me pregunto si esta austeridad formal no debería ir acompañada de rigor económico y contención en la ostentación de los materiales, dicho en otras palabras: la ética en las formas debería extenderse a la ética presupuestaria.
EliminarEn cuanto a lo de Doctor en Arquitectura creo que lo dicen como una forma de diferenciar al arquitecto superior del arquitecto técnico, antes quedaba claro: unos eran arquitectos y otros aparejadores, pero como cambiaron la nomenclatura y ahora algún engreído se dedica a poner lo de doctor sin serlo.
Un abrazo
Lo mejor de la arquitectura es llevar a cabo lo que uno quiere hacer. Hay grandes humildes en este oficio, pretenden que sus obras duren pero no les importa ni las modas ni la cantidad de proyectos.
EliminarHoy la austeridad formal que dices, no va a la par del rigor económico, que el diseño sea esencial no significa barato, así lo estamos viendo. Malo es que un edificio sea económico al principio y después resulte costoso de mantener, mejor durante toda la vida del edificio no sólo durante su construcción, por eso se habla del low cost.
Yo en lo único que no admito el "mínimal" es en la gastronomía.
Disculpa mi reinciencia en comentar y gracias por todo lo que aprendo de ti.
Coincido, Loli, ya sabemos que lo barato acaba siendo caro, en arquitectura y en casi todo, evidentemente hay que saber poner el punto justo tanto en lo refverido a la cosntrucción como en la previsión de la vida útil del edificio, me refería a la gratuidad de formas que hacen que un edificio sea caro, no en escartimar en la construcción o en los materiales.
EliminarLoli, me parece muy bien, bien, bien que comentes tantas veces como quieras, faltaría más.
Salud