Giovanni Anselmo
Piccola torsione (1968)
Creyeron que el reloj de la
historia se iba a parar, pues no había un primogénito que le diera cuerda.
Aquellos varones facinerosos (debía haber escrito barones con b) decidieron buscar al tonto que apaña
los relojes y para ello se reunieron en un altozano.
El tonto elegido creyó que
debía apañar el reloj y toqueteando engranajes y esferas se encontró que le
sobraban piezas y se desprendió de todas aquellas que le parecieron
innecesarias.
Vano temor el de los
facinerosos ya que el reloj de la historia continuó funcionando. Jamás se había
parado. La historia continúa en marcha aunque sobren piezas y continúa con
cuerda para rato, haya o no haya primogénitos.
Los varones (barones) tuvieron
que mantener al tonto que apaña los relojes en su puesto de relojero y dejar
que continuara dando cuerda a la historia. Así se habían comprometido.
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