Ya sabemos que la arquitectura es una herramienta eficaz en manos del
poder y sabemos, también, que en la creación artística influyen factores que
quedan muy por encima de las ideologías políticas.
Juzgar una obra de arquitectura, o de arte en general, en términos de
ideologías es un reduccionismo.
En el caso de la arquitectura deben considerarse además factores
económicos y las técnicas constructivas y estructurales que definen el espacio
arquitectónico.
La arquitectura que se produce en una época determinada se vale de la
tecnología del momento, el arquitecto seduce o queda seducido por las
posibilidades que la técnica le ofrece en aquel momento y con ellas dispone los
espacios y las composiciones.
Ya sea por las técnicas empleadas o porque el poder fomentó un
determinado proceder arquitectónico, nos encontramos ejemplos que, perteneciendo
a culturas distintas y a países distintos, resultan comunes en los regímenes
totalitarios que castigaron Europa en los años 40 y 50. Nazismo en Alemania,
fascismo en Italia, stalinismo en la URSS y nacional catolicismo en España.
¿Romanticismo?, probablemente. ¿Búsqueda de una épica nacional?,
seguramente, pero la historia reciente nos enseña que las ideologías
totalitarias producen una desproporción enfática, pretenciosa y adocenada de
las composiciones arquitectónicas. Estos vicios formales se nutren de las
ideologías políticas.
Lo vemos en el EUR fascista de Roma. Lo practicaron
arquitectos como Piacentini, Giuseppe Pagano y con un cierto tinte racionalista
Luigi Moretti y el extraordinario Giuseppe Terragni que también lo practicó,
aunque su racionalismo supuso un bálsamo emoliente.
Lo vemos también el la megalomanía de Speer en su
proyecto de la Volkshalle cuyas esquinas e intercolumnios me recuerdan con
demasiada insistencia la arquitectura franquista promovida por el nacional catolicismo
español.
En España se produjo una arquitectura ecléctica y
megalómana que dio ejemplos monolíticos como el herreriano y trasnochado edificio
de la Universidad Laboral de Gijón, cuyos arquitectos fueron Luis y Ramiro Moya
y Pedro Rodríguez Alonso de la Puente. El pastiche pétreo del Valle de los
Caídos construido por presos políticos esclavizados según proyecto de Muguruza
o el ejemplo de frenetismo construccionista del edificio del Ejercito de Aire
diseñado por Gutiérrez Soto.
Ciertamente, todos ellos ejemplos de un reduccionismo
ideológico semejantes a una viga mal dimensionada, o una estructura mental que expresaba unas ideas reducidas. Algo así como un espacio angonsto por donde a penas pasa el aire y mucho menos el vendaval de la vanguardia artística.
Los "Nuevos Ministerios", en la Castellana (Madrid), son también un significativo exponente de esta desoladora arquitectura cuya gélida inhumanidad reflejó con tanto acierto Giorgio de Chirico.
ResponderEliminarSalud!
Me has de neseñar todo esto.
ResponderEliminarIdeas, conceptos, religión/no , movimiento...
Esto me lo has de enseñar.
Un beso
salut
Sí Miquel, cuando guste.
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Como ya te he confesado alguna vez con anterioridad, es un tipo de arquitectura que, en general, me horroriza. Ya si concretamos en el EUR… Pues mira, es sólo una teoría no contrastada, pero sospecho que en parte tiene que ver con la necesidad de demostrar quien tiene las cosas más grandes... Si te fijas cuadraría bien con las declaraciones y actitudes de cierto género de personajes. Abrazos.
ResponderEliminarAmiga Salomé, se trata de una arquitectura generalmente desproporcionada, con aire mayestático y rimbombante. Naturalmente esto reflejaba el lenguaje del poder totalitario. Si ahora hubiera más dinero no dudo que desde el poder se impondría una arquitectura también de este estilo.
EliminarSalud
Aquí hay que aplicar la vara de medir de Protágoras. Si "el hombre es la medida de todas las cosas" hablamos de clasicismo, de Renacimiento, de mesura y equilibrio. Si el arte es grandilocuente, entonces detrás están los faraones o los fascistas.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, grandilocuencia, vanidad y construcciones desproporcionadas; estas son las medidas del poder totalitario.
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Hola Francesc, els " Nuevos Ministerios " no els tinc tan presents com la Universitat Laboral de Gijón, que per dins l'he visitat bastant sovint. No se si a Catalunya hi haurà un altre semblant a aquests. Podria ser la Universitat Laboral de Tarragona?
ResponderEliminarSalutacions.
Josep, el Ministerio del Aire de l'arquitecte Luis Gutiérrez Soto i la Universidad Laboral de Gijón de Luis Moya són els exemples clars d'aquesta arquitectura. La arquitectura franquista presenta diferents estils: "neoherreriano", "regionalista", "neovilanoviano", "ruralista" i després una sèrie de variants que correspondríen a les diferents faccions del poder franquista per exemple "tradicionalistas", "carlistas", "juanistas", "africanistas", "falangistas", etc. A Catalunya tot això s'imposa amb un caracter més eclèctic, ve a ser com una recreació del noucentisme tardà, trobem com a exemples els col.legis majors que hi ha al costat de la Facultat de Farmàcia a Barcelona, també l'Institut de Secundària Milà i Fontanals de la plaça Folch i Torres o l'Esglèsia de la Mare de Déu dels Àngels al carrer Balmes de Barcelona; no conec l'edifici de la Universitat laboral de Tarragona. L'empremta del GATPAC a Catalunya y el GATEPAC a la resta d'Espanya fou molt forta i uns arquitectes entusiastes van anar imposant un racionalisme magre que va deixar enrere l'arquitectura feixista, cal destacar la feina curosa de Alejandro de la Sota, de Fisac, de Coderch, de Lehoz i molt especialment el Grup R amb Bohigas, Sostres, Coderch, etc.
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Estupendisima entrada amigo Francesc... El Valle de los Caídos es otro buen ejemplo de Arquitectura totalitaria que tenemos en Madrid (El Escorial).
ResponderEliminarEn este tipo de arquitectura se trata de minimizar al ser humano frente a la omnipotencia de la obra arquitectónica
La escala del edificio ( tomando como patrón comparativo al ser humano) "solo pretende que nos sintamos como frágiles enanitos"... (cosas de tiranos omnipotentes, jejeje)
Gracias amigo Kuto, celebro que te haya gustado. Hay ejemplos de esta arquitectura diseminados por todas partes. El poder totalitario también aprovecha muros y columnas grandilocuentes para atemorizar.
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... Acabo de ver que no se te había pasado lo del vergonzoso "pastiche pétreo".... Sorry! (creo que estoy perdiendo facultades visuales)
ResponderEliminarSí amigo Kuto, yo en alguna otra ocasión había hablado de pastiche pétreo y también he hablado de pocilgas monumentales.
EliminarSalud
De vez en cuando la tendencia hacia ese tipo de arquitectura resucita, cuando los poderes vigentes quieren hacer también su 'pirámide', un ejemplo es el Teatre Nacional de Catalunya.
ResponderEliminarSí Júlia, la vanidad del poder produce pirámides.
EliminarSalud
Muy aleccionadora explicación. Son muy identificables los edificios con la marca totalitaria. Cuando vamos de vacaciones por el mundo, siempre los denominamos tota, para abreviar, tienen una frialdad y que evoca algo siniestro.
ResponderEliminarSerán imaginaciones. . .
Querida Amaltea. La marca totalitaria hoy extiende su mancha global por los mercados y se presenta ufana, dominante y sin pudor, su arquitectura es un dislate de exageración, se proyectan y construyen estructuras innecesarias y sobredimensionadas, en materiales y presupuestos; son alardes de voladizos que ocultan los rayos de luz y desmesura de instalaciones insostenibles que obligan a su vez, a proyectar otras instalaciones carísimas que sirvan para regular las instalaciones insostenibles que eran innecesarias y así sucesivamente, se trata de ir inflando el presupuesto, porque así el 3% se aplica sobre un importe mayor.
EliminarEdificios de vidrios reflectantes donde se refleja la imagen del poder allá a lo alto del rescacielos.
Salud
Cuando yo era niño dibujaba arquitecturas como las de las fotos, ¿por qué sería? Algo me dice que solo copiaba de los juegos de arquitectura que teníamos al alcance, pero acaso era el modelo que nos incubaron. Bah, casualidades, supongo.
ResponderEliminarAmigo Fackel, eran los modelos que teniamos entonces, aquellas arquitecturas eran el glamour del régimen, una estética que encandilaba a muchos profesores y maestros.
EliminarSalud