Cuando todo esto se haya
arreglado, cuando los niños se porten bien y la ciudadanía no grite; habrá un
sinnúmero de robots que no romperán las cosas y se ocuparán de los trabajos
pesados, que ejecutarán sin sudar. Incluso se ocuparan de que la economía
funcione y regirán la política según una planificación estadística que ellos
mismos habrán elaborado. Naturalmente estos robots serán de toda la sociedad.
Nadie tendrá el monopolio robótico.
Los hombres y las mujeres,
con su imaginación y con su libertad, podrán dedicarse a reducir los frutos que
da la naturaleza a una espiritual enajenación.
Los hombres y mujeres pasarán
largas horas dilucidado sobre cómo hay que hacer los huevos al plato, que si al
estilo bizantino, que si a la provenzal. Con la sonrisa en los labios
detallarán en qué punto tiene que quedar la clara y la consistencia de la yema.
Nadie gritará ni tratará de imponer su criterio respecto a la salsa que le va
al espárrago o si son mejores los espárragos verdes que los blancos.
Ummmm, mientras habremos de comernos....dos huevos fritos.
ResponderEliminarSí Miquel, mientras esperamos que lleguen unos robots capaces de solucionar el panorama político, económico y social, iremos comiendo lo que nos dejen.
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muy original, satírico pero no tan fantástico, si tengo en cuenta algunas inclinaciones de los mandamás de turno
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salut amic
Gracias Omar, todo esto pasará cuando todo se haya arreglado.
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Me gusta ver como la ironía es una forma de respuesta a la indignación interior contra las atrocidades sociales.
ResponderEliminarEncantado de volver a saludarte, amigo.
Salud.
Amigo Carlos, contento de verte otra vez por aquí. Si no le echamos ironía esto se hace invivible.
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La foto me parecio tan suculenta y, sin embargo, ahora se me ha pasado el apetito de golpe. Cultivo el género de la ciencia-ficción como método de alerta: otros usan pancartas y megáfonos, yo voy lanzando al mundo algunos de mis microrrelatos. Vuelvo insistentemente al género porque permite mucha libertad de movimiento en la crítica; estoy bastante familiarizada con él y sin embargo... sigo sin poder evitar el escalofrío. Abrazos.
ResponderEliminarCiertamente, amiga Salomé, la ciencia ficción permite un grado de fabulación crítica y mucha libertad. Te debo decir, sin embargo, que yo no soy muy aficionado a este género, pero reconozco y valoro en mucha estima la gran imaginación de los autores.
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Pués entonces sera otra forma de matarnos(de aburrimiento):porqué una mente que no piensa o no progresa tambien se muere.Se dice por ahí que somos el país que más horas trabaja y que menos rinde...?
ResponderEliminarUn abrazo Francesc.
No, no, Bertha, será una forma de vivir mejor, sólo nos dedicaremos a pensar y repensar las formas de destilación de los bienes de la naturaleza, convertirlos en manjares, de cómo preparamos un congrio, o qué salsa le echamos a faisán, cantaremos odas a los guisos del Piamonte y compondremos magníficas árias al salmón y a la lamprea, escucharemos los coros de las jóvenes de Mísia mientras degustamos una langosta o levantaremos la copa intacta que nos ofrece Horacio, mientras los robots iran gestionando la politica y organizarán los mataderos de las reses que luego comeremos, los robots se dedicarán a fabricar orinales y dirigirán con un saber infinito, digno y veraz los medios de comunicación.
EliminarSalud
Qué cuadro espectacular!!!
ResponderEliminarYo de ironías inteligentes no puedo hablar, pues tendría que conocerlas. Por lo menos ser algo inteligente para entenderlas.
Salut.
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La paz del remolino
En el patio de mi casa, un día muy soleado y muy seco -no apareció de pronto-, fue llegando despacito, así como el que no quiere la cosa, coo el que no quiere ser visto.
Empezó con ánimo de niño a revolver unas hojas que estaban en el suelo.
Mirando hacia los lados, cerciorándose de estar solo, se fue animando. Entonces levantó las hojas un poco más, para luego dejarlas caer, pero no vertiginosamente. Sin duda estaba jugando.
Si guió sin perctarse de que haí había una presencia, atestiguando su emoción, y a la vez emocionada.
Quedose quietecita, no fuera a ser que se espantara, porq percibir que alguien lo miraba. Y le vio continuar su juego, alternando la suavidad con la aspereza...levantando y bajando las hojitas con destreza. Sonreía. Había momentos en que parecía que las abrazaba.
Todas iban en una hilera en espiral, que llegaba como a la altura de un metro, cuando las elevaba. Se notaba claramente que jugaba, que se sentía a gusto, que celebraba algo. Tal vez sentirse pleno tal como estaba...solito consigo mismo. Pensando bien, y pensando que el juego era entretenido.
Mientra, me mantuve emocionada, viendo la paz del remolino.
Andri Alba.
Bien, Alba, los remolinos que levantan hojas en el patio de la casa de cada uno son muy particulares. La canción dice: "el patio de mi casa es muy particular, cuando llueve se moja, como los demás" Los remolinos acaban dejando una paz muy quieta entre los matorrales.
EliminarTu texto me ha gustado.
Salud
No sé, creo que voy a volver a leer a J.J.Rousseau, sin dejar de lado a Voltaire...
ResponderEliminarAmigo Fackel, jamás dejar de lado a Voltaire, él justifica la existencia del ser humano.
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