miércoles, 2 de enero de 2013

La originalidad


Theo van Doesburg, Simultaneous Composition XXIV, 1929, 
Oil on canvas, 50.2 × 50.4 cm, 
Yale University Art Gallery, New Haven, Connecticut.

Los textos clásicos  han servido de pretexto en multitud de ocasiones, a partir de ellos se ha generado una literatura plagiada de gran calidad.

Los autores greco-latinos dejaron escritas muchas historias que se han ido copiando, ora en Shakespeare, ora en Espriu, sin que nadie pueda poner en duda la aportación magnífica que estos autores copiones han hecho a la historia de la literatura.

Nihil novum sub sole.

Copiar requiere haber leído, saber qué escribieron los autores de la antigüedad, los medievales, los del renacimiento. Requiere conocer la literatura de todos los tiempos y recordar.

Y ahora que las sociedades de protección de los derechos de autor, que tanto velan para evitar el plagio, ahora que tanto se valora la originalidad, llego a creer que todo el mundo es original porque ha leído muy poco y no sabe nada de nada.

No me cabe otra explicación.

Prefiero una buena copia que un mal original, prefiero tres buenas versiones de Antígona que una novelilla original de algún autor mediático, a los que les agradezco un buen silencio.

Todo lo que he dicho vale también para la arquitectura.

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